lunes, 22 de junio de 2009

El ESTABLISHMENT, SUS ENCUESTAS Y LOS CIUDADANOS

En esta ocasión, la encuesta CEP ha sido más bien una forma de legitimar y fortalecer -mediante el encauzamiento de las expectativas ciudadanas- un sistema político anquilosado, poco competitivo, y cada vez más cuestionado por la gente en general. Por lo mismo, la alta competitividad de las elecciones presidenciales entre Piñera y Frei, que pretende mostrar el estudio, es más bien ilusoria.
Más allá de los típicos análisis, hay que ver que la encuesta del Centro de Estudios Públicos, quizás la más esperada de las encuestas políticas (y eso que la opinión pública no existe) pretende mostrar una opinión pública cuyo principal interés político estaría centrado en cuán simpático es un candidato.
Pero ¿Cuán cierto es esto y qué se esconde detrás de ese mensaje?
La última encuesta del CEP publica ayer, enfocó parte importante de sus consultas a determinar cómo perciben los ciudadanos a los candidatos presidenciales, preguntándoles si los veían preparados para ser presidente, simpáticos, inseguros o manipuladores.
En este sentido, la consulta no tomó en cuenta ni puso en el tapete cuestiones programáticas ni de trasfondo político en cuanto a la próxima elección presidencial.Es decir, eliminó de la “opinión pública” lo más importante que debería tomarse en cuenta a la hora de elegir a un futuro gobernante; sus propuestas y programas.
Algunos dirán que eso ocurre por un tema netamente metodológico. Quizás. Pero no. Y es que hay algo detrás de toda encuesta: y es que estás no reflejan tanto la realidad, sino que más bien pretenden construirla.
Por lo mismo, y en esa pretensión de construir la realidad, la encuesta CEP ha pretendido mostrar que el único cambio concreto y posible –en el actual sistema político- será relativo a tener un presidente más simpático, menos inseguro o menos manipulador. Nada más allá de eso.
Es decir, con la encuesta se pretende enmarcar las esperanzas y márgenes de opción del electorado, no en torno a asuntos programáticos y políticos, sino a cuestiones subjetivas como la simpatía o seguridad del candidato. O sea, a expectativas dentro de lo que el establishment del poder permite.
A través de la encuesta se les dice indirectamente a los ciudadanos –a sus subconscientes- no pidan más allá, pues éste es el sentir general de la opinión pública.
Lo anterior, aún cuando la encuesta CEP –que es parte del establishment- construye esa ficción, esa opinión pública, a partir de un universo de sólo 1.505 personas, cuando en la realidad existe un total de 8 millones 100 mil inscritos para votar.
Si uno lo analiza bien, la encuesta –aunque no es explícita en decirlo y tampoco pretende hacerlo- también muestra claramente que “el cambio”, la “renovación de la política” y la inclusión de jóvenes en las campañas de la Concertación y la Alianza, son sólo una ficción, una estrategia de marketing, y no una pretensión política y programática.
Es decir, que los cambios profundos y de fondo no están considerados por los candidatos de dichas coaliciones, y que tampoco deben estarlo en las expectativas de los ciudadanos.
Una vez más, el establishment se refuerza y se reproduce a si mismo mediante sus instrumentos, guiando las expectativas y opiniones de los ciudadanos.
Es claro que en esta ocasión, la encuesta del CEP ha sido más bien una forma de legitimar y fortalecer mediante el encauzamiento de las opiniones y expectativas ciudadanas -sobre todo a través de los medios de comunicación masivos- un sistema electoral y político anquilosado, poco competitivo, y cada vez más cuestionado por la ciudadanía en general.
Es por esto que la alta competitividad de las elecciones presidenciales entre Piñera y Frei, que pretende mostrar la CEP, es más bien ilusoria.
Lo cierto es que los bandos políticos ya están armados hace rato en torno a la Alianza y la Concertación, pero el votante medio -aquel independiente que deben pelearse los partidos políticos- en la realidad no quiere optar por ninguno de esos candidatos, pues en el fondo perciben a Piñera y Frei como iguales, como parte del mismo establishment y orden político basado en la Alianza y la Concertación, que no aprueban.
De lo anterior surge gran parte del creciente apoyo a la candidatura de Marco Enríquez-Ominami (que no sólo cuenta con simpatizantes entre inscritos sino también entre no inscritos).
Si se analiza con detalle, se puede ver que existe un número importante de personas que no vota o no le interesa hacerlo en éstas próximas elecciones.
Ya en las pasadas elecciones, de 8 millones de inscritos, más de un millón (un 16%) prefirió no votar, mientras que hay 3 millones de no inscritos en edad de hacerlo. En otras palabras no sólo no les gustan las opciones que se les ofrecen, sino que ponen en tela de juicio la legitimidad de éstas para gobernar y de todo el orden político.
Por lo mismo, como instrumento del establishment y en la función de revertir ese fenómeno, la encuesta CEP no aportó nada nuevo y más bien reforzó lo que otras encuestas, medios de comunicación y partidos políticos han hecho y han estado haciendo en los últimos meses: tratar de reducir o atraer las opciones, expectativas y opiniones de los ciudadanos a las que ofrecen las coaliciones hegemónicas (La Concertación y la Alianza).
Da lo mismo cuál. Es el mismo establishment.

6 comentarios:

Juan Emar dijo...

Estimado: por otro lado, ¿Es posible esperar otra cosa del CEP?
Con una mirada a su directorio, investigadores, investigaciones, publicaciones y actividades de extensión, nos queda claro que no puede sino ser una encuesta del y para el "establishment".

Y ahí el círculo vicioso de la autovalidación de la encuesta.

Hay una gran dificultad por interpretar a los "mudos", "indecisos", "descontentos", etc.
Sabemos que es un 10% decisivo, pero no sabemos mucho más. Creo que es un error tratarlos como un "todo" y hacer una interpretación global de qué es lo que quieren, buscan, o los motivaría a votar.

En el caso del CEP, la apuesta es que es un 10% desideologizado, superficial e idiota. Que le bastarán los atributos personales de un candidato para decidirse.
Para muchos eso será un insulto, pero me atrevo a decir que para otros será efectivamente lo que los motivará a votar.

Al igual que a Ud., a mí también me interesa el indeciso descontento, que protesta el "establishment", el sistema electoral y las coaliciones, pero no sé qué tanto de ese 10% sea.

Con todo, no hay mucha salida: sería pedirle peras al olmo que la CEP preguntara por el descontento con el sistema y anti-"establishment".

Saludos

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Buena pregunta. Pero claro, ahí entra el discurso de la "neutralidad". Y entonces la CEP se levanta como las más confiable de las encuestas, la que define todo.

El ciudadano "débil", el homo videns, queda condicionado -debido a ese juego que desarrollan los medios- a lo que dice la encuesta.

Es claramente un acto publicitario y no político.

En cuanto a los descontentos, claramente es complejo identificarlos, sobre todo en cuanto a sus intereses. Eso incluso, hace más fácil la imposición de la opinión.

Javier Bazán Aguirre dijo...

Leyendote, que las encuestas son para manipular las personas y hacerle ver espejismos.

Además, no le tengo mucho apreció a las personas que trabaja el CEP; aun cuando ellos deben creerse la muerte.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Las elites Javier, una vez más son las elites.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Empecé a leer en detalle Dios y el Estado y mi primera conclusión es que dios, ahora son las encuestas.

Las elites ya no pueden apelar a la divinidad, sino a la estadística.

De ahí surgen los designios para los ciudadanos.

Javier Bazán Aguirre dijo...

Concuerdo contigo con tu último comentario.

Antes era Dios,y se olvido 'la voluntad popular'.

Sería mejor retratarlo a través de una novela satírica al estilo de 'Los Viajes de Gulliver' o 'La Granja de los Animales'.