miércoles, 29 de septiembre de 2010

MÉDICOS PÚBLICOS PRIVADOS


El no cumplimiento de horarios por parte de algunos médicos en el sistema público, denunciado en la prensa, trae consigo una discusión de fondo más importante ¿Cuánto han cambiado las bases filosóficas y éticas en que se sustentaba la Medicina?

No es novedad para nadie que la actividad médica ya no concibe al enfermo como paciente, sino más bien como consumidor o cliente. Sin pretender cuestionar en sí ese cambio de nomenclatura, o la relación contractual entre personas, o que un médico gane dinero con su trabajo, surge la duda en relación a cuánto han cambiado con ello, las bases filosóficas y éticas en que se sustentaba la Medicina, como la confianza, la filantropía y el compromiso ético.

Antiguamente -más allá de cuestiones religiosas o antropológicas- la relación entre pacientes y sanadores, se basaba esencialmente en la confianza que depositaba el primero con respecto al segundo, en cuanto a su propia vida.

Es decir, la Medicina esencialmente surgió como un acto de buena fe entre los seres humanos, donde lo que se transaba en términos simbólicos, era el bien más preciado que tiene un ser, la vida. La persona, colocaba en las manos del sanador su propia existencia, su principal propiedad.

Esa transacción no significaba la perdida de la existencia o auto posesión por parte del enfermo, sino su retorno y recuperación, a través de la ayuda del sanador, curandero o médico.

El enfermo entonces, bajo absoluta confianza como receptor de la atención médica, se volvía un sujeto pasivo con respecto a su propia salud y vida, delegándole a otro sujeto activo la tarea de mejorarla y preservarla.

En principio, este proceso no estaba necesariamente mediado por transacciones específicas, sino más bien variadas, desde materiales hasta simbólicas como el prestigio, la buena fe. En todos los casos, había un mutuo acuerdo y probablemente igual se cobraba algún tipo de pago, pero el fin esencial era preservar la vida. Y probablemente así sigue siendo para la mayoría de los médicos.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la actividad médica también cambió junto el proceso de división del trabajo, lo que permitió pasar de una actividad más bien precaria e irregular a una especializada y de alta tecnología, gracias a importantes mejoras y nuevos conocimientos, que hoy son sumamente beneficiosos para todos.

No obstante, junto a ese proceso ocurrió otro igualmente complejo; el paso desde la concepción de pacientes a clientes. Y es aquí donde tomando en cuenta la polémica actual en cuanto al no cumplimiento de horarios, surge la duda en relación a

¿Cuánto han cambiado las bases filosóficas y éticas en que se sustentaba la Medicina?

MÉDICOS PÚBLICOS, MÉDICOS PRIVADOS
En primera instancia, podemos decir que se produce una ruptura en la base de la relación entre médicos y pacientes, al desvanecerse la idea de compromiso permanente y focalizado en un único fin -preservar la vida- por parte de los primeros, y un vacío en cuanto al valor del sujeto mismo como receptor de la Medicina.

El nuevo consumidor de salud queda -también para el médico- en un limbo entre su antiguo epíteto de paciente y su nueva condición de cliente, debido a que se mantienen las estructuras simbólicas y discursivas de la relación entre paciente-médico, pero dentro de un marco institucional donde la base de dicho nexo no es la vida en sí, sino la transacción de un bien material, específicamente monetario.

La relación médico-paciente, originalmente basado en la buena fe y la primordial mantención de la vida, se convierte en un nexo contractual definido esencialmente por la capacidad de pago del paciente. El médico –o mejor dicho algunos médicos- ejercen su ética y responsabilidad, no en base a la vida de sus pacientes, sino más bien en base al pago que éstos generan para recibir atención médica.

Algunos argumentarán que eso refleja la pugna entre lo privado y lo estatal, o que la mercantilización de la medicina es el problema, y la estatización la solución, pero no.

Lo cierto es que a esos médicos que no cumplen sus horarios en el sistema público para cumplir en sus consultas particulares, se les paga por atender a esos pacientes de menos recursos. El problema no es que el médico gane poco en el sistema público, sino que gana sin cumplimiento alguno. Lo mismo tiende a ocurrir en el sistema privado donde los médicos son empleados de una empresa, y deben cumplir cierto número de pacientes, la consulta dura menos de diez minutos y no necesariamente son buenas.

La diferencia es que el paciente del sistema público no tiene otra opción que esperar a que el médico se digne a aparecer y el paciente del sistema privado puede buscar otro médico.

No obstante, en ambos casos, esto genera vacíos en cuanto a los derechos a los que debe acceder todo paciente, como consumidor, y los deberes del médico con éstos, como cualquier otro sujeto que presta un servicio, desde el respeto y buen trato hasta una atención no fraudulenta o negligente.

En este sentido, el paciente, aunque ahora es considerado un consumidor, en la práctica carece de los instrumentos legales, institucionales y discursivos para ejercer tal condición.

En otras palabras, en cuanto a sus derechos, el paciente es aún considerado un sujeto pasivo, impedido de ejercerlos y reclamarlos.Esa es la contradicción del discurso médico imperante.

EL MÉDICO DE CABECERA
Un médico dueño de su consulta, atenderá bien y en los horarios acordados a sus pacientes para convertirse en su médico de cabecera permanente, y ganar más pacientes. Si atiende mal, la persona puede buscar otro médico mejor. Si hay muchos médicos, los precios quizás bajen. Incluso, algunos pueden optar por atender gratis en algunos casos.

jueves, 16 de septiembre de 2010

¿Cuál es la filosofía detrás del famoso blog de la Tere Marinovic?

Por Roberto Valencia
Dos nombres de película se vienen en mente al analizar a la extravagante bloggera Tere Marinovic (teremarinovic.blogspot.com): El curioso caso de Benjamín Button y Avatar. Explicaremos la asociación de ambos títulos de películas con los contenidos de este famoso blog que ha estado en el ojo del huracán durante la última semana, debido a sus ácidos y poco objetivos comentarios acerca de la realidad nacional.

Dos perspectivas son útiles para desmenuzar sus columnas. La primera la podemos encasillar, extrapolando el título de la primera película a “El curioso caso de Tere Marinovic”, ya que no deja de llamar la atención la aparición de este intento de defensa al conservadurismo y al ambiente social donde se genera, especialmente en los marcos del bloggerismo. Y es que, efectivamente, blogs como el de la Marinovic no son una generalidad en los espacios del 2.0. No se encuentran por doquier.

Ahora, si realmente la autora de las columnas llegase a existir en carne y hueso, elsentido común fácilmente puede advertir las deficiencias cognitivas de sus escritos, las cuales no se condicen con la licenciatura en Filosofía que ostenta la autora. En la superficie, los textos del blog carecen de una estructura lógica, prevalecen constantes ambiguedades y contradicciones en las ideas planteadas.

Por ejemplo, Marinovic ostenta su calidad de teóloga en la Universidad Los Andes. Sin embargo,  en su columna “Por qué tengo tantos hijos”, afirma: “Tengo ocho hijos y otro viene en camino. No, no es que no haya tv en el dormitorio. Puede haber maridos menos atractivos que un plasma, pero el mío… Tampoco es una cuestión de método. Cuando alguien lo atribuye a eso me parece ofensivo, porque me puedo equivocar una vez, pero no nueve. Menos todavía se trata de una prescripción religiosa, de un deber penoso que se me impone desde afuera, y que cumplo estoicamente, porque soy hedonista”.

¿Es creíble que una teóloga de la Universidad del Opus Dei, se refiera a la religiosidad en su vida como “un deber penoso que se impone desde fuera”, en circunstancias de la sistemática intromisión que realiza el Opus Dei en sus adeptos y/o personas que trabajan en sus ambientes?

Otra flor de caso: En la revoltosa columna “Mapuches Malcriados” dice: “Yo no tengo nada en contra del pueblo mapuche. Es verdad que su cultura me resulta lejana porque es un poco machista (mientras el hombre se prepara para la guerra, la mujer se lleva toda la carga del trabajo productivo)”. ¿Habrá una cultura más machista en nuestro país como aquélla que aún trata de inculcar el conservadurismo local, al cual ella adhiere? Lo más cómico es que la Marinovic explicíta abiertamente la cultura machista del ambiente social que dice defender en su columna “Por qué tengo tantos hijos” (jajaja).

Otra más. En “El conservador culposo del Bicentenario”, apela a la necesidad de no sentir culpabilidad por defender las costumbres y la moral de los conservadores, como si esta última fuese irreprochable del punto de vista ético, a la luz de la violencia que ha impulsado nuestro conservadurismo político-social en distintos períodos de nuestra historia contemporánea.

Contradicciones como éstas brotan como burbujas en un caldo hirviendo, pero dejan abierta la pregunta acerca de la existencia real de la Marinovic. Su curioso caso, en el sentido de que no es común ver una defensa del pensamiento social de la derecha de este tipo, tan irreverente y transgresora (eso no significa que las columnas de otros exponentes conservadores no sean absurdas), escudada en supuestos antecedentes académicos, nos permiten advertir la presencia de algo más allá de lo evidente en este blog.

Si nos concentramos en la superficie discursiva de la Marinovic, obtendremos la masiva conclusión que se plasma en los comentarios de los demás cibernautas: estupidez, tontera, cuiquismo y otros tópicos culturales establecidos acerca de la realidad cotidiana de la derecha chilensis. Pero, escarbando esta superficie, se advierte la gran posibilidad de estar presenciando un buen montaje con claros objetivos comunicacionales; un experimento, un proyecto que apunta a generar efectos comunicacionales a partir de la disrrupción y del rechazo. Y aquí el curioso caso de Tere Marinovic pasa a ser analizado bajo la perspectiva de otro título de película: Avatar.

La trama de este film consistía en la utilización de una especie de androide que servía de disfraz a los humanos para infiltrarse en una comunidad de alienígenas. Eso es precisamente lo que puede existir detrás de la foto de Teresa Marinovic: una máscara que esconde a otro (s) personaje (s) anónimo(s) dedicado (s) a escribir estas columnas que tantas ronchas generan en el público 2.0. No por nada, la famosa columna que calificaba a los mapuches de “niños malcriados”, obtuvo la no despreciable suma de 1.120 comentarios en meno de dos días, siendo el blog del momento como lo señalaron varios diarios digitales durante la semana pasada.

Ello nos habla de un efecto inducido en la comunicación social, avalado por el anonimato que ofrecen las redes sociales del 2.0. Existe otro caso similar que circula en los foros de CNN Chile; el de un usuario que se hace apedillar steigner. Bajo la foto trucada de un oficial nazi con cara de inca, el personaje se dedica a apologizar la cultura peruana por sobre la chilena, obteniendo como resultado una cantidad de improperios que terminan disvirtuando el contenido de las discusiones temáticas que dan vida a los foros. Con ello, surge el lamentable fenómeno de desvirtuar el debate y la discusion en esta isla de pluralidad del 2.0.

Sin embargo, en el blog de la MarinovicEfectivamente, debajo de las superficialidades escritas en las columnas, que nos hablan del modo de pensar del conservadurismo en el país, se aprecian influencias filosóficas con una sospechosa y riesgosa hermenéutica.

Todos dudan de la licenciatura en Filosofía de la Marinovic y, más aún, sobre su doctorado con mención a Heidegger. Pero el punto es que, efectivamente, se aprecian ciertos elementos filosóficos que son el trigo que queda después de haberlo limpiado de la paja superficial presente en las columnas. Uno de los elementos comunes en casi todas las columnas es la influencia del pensamiento de Nietzsche, que se deslizan al defender la idea del conservadurismo: “La cosa es que el conservador en su versión 2010 se siente culpable de ser lo que es, y por eso toma los piropos que recibe del mundo progresista como si fueran ofensas. De ahí que se disculpe, por ejemplo, cuando le dicen que sus costumbres y su moral son las de la elite, como si fuera mejor tener las del lumpen”.

Se exhorta al la persona con ideas conservadoras a no tener sentimientos de culpabilidad frente a los cuestionamientos a sus costumbres y moral, algo que Nietzsche siempre dejó entrever para el advenimiento del superhombre que debe ser transgresor e irreverente. Este blog, justamente, ha hecho noticia a partir de la transgresión. Pero, lo peor que podría suceder es la multiplicación de este híbrido “superhombre conservador criollo”, el cual ya se advierte en los ambientes sociales de la derecha de estos tiempos.

Cuando mencionábamos la carencia de estructura lógica en los escritos de la Marinovic, vemos detrás al método utilizado por Nietzsche, quien tendía a distanciarse de una racionalidad asociada a la coherencia y a la falta de contradicciones.

Otros elementos nietzschianos se infieren en párrafos difusos, como cuando menciona: “En fin, a mí no me convencen estas teorías espiritualistas, que dicen que uno puede tomar una cosa sin dejar otra, ser y no ser, estar sin estar… para una materialista como yo, eso es puro esoterismo, y la opción de la maternidad excluye muchas otras, también por razones de salud mental”. Al defender esta diferencia impuesta a la mujer, quienes escriben esto se inclinan al rechazo del relativismo cultural que caracteriza al conservadurismo. La idea de un patrón universal de culto a la diferencia (la mujer en la casa y el hombre en el trabajo) es explicada bajo la óptica nietzscheana en cuanto a que esta verdad creada por la derecha en Chile se debe mantener por la voluntad de poder. Cuando el “avatar Marinovic” dice ser materialista, calza con el enfoque nietzschiano que insiste en diluir las dualidades morales; para “ella”, el hecho de ser una dueña de casa y no trabajar, no debe plantear dilemas morales. Por ello, se busca decir: se es así y basta.

La misma idea fuerza de la Marinovic de considerar a la democracia como “una dulce ilusión: la de que todos somos iguales” evidencia el espíritu de superioridad que buscaba proponer Nietzsche, mediante el rechazo a las teorías socialistas, por considerarlas “una regresión al estado primitivo del hombre”.

A propósito de la crítica al relativismo cultural, mediante la defensa del conservadurismo, este experimento del blog deja algunas pistas para comprender la concepción filosófica que lo anima. En la portada, la Marinovic dice estar leyendo y recomienda la obra “El cierre de la mente moderna” de Allan Bloom, académico de la Universidad de Chicago, especializado en Nietzsche. Su trabajo es una crítica radical al relativismo cultural y una defensa acérrima al conservadurismo norteamericano de religión, familia, Estado, mediante el culto a las diferencias; los hombres hacen roles de hombres y las mujeres cumplen los suyos.

El único problema es que, en su vida sexual privada, Bloom era todo lo contrario de lo que decía escribir en sus estudios. Tanto así, que muchos le achacan ser el padre del fenómeno de los “gaycons”, los llamados gays conservadores estadounidenses, puesto que el círculo íntimo de amigos de Bloom logró dar vida a un pensamiento conservador mediante una homosexualidad visible y normalizada que se opone al activismo gay. ¿Cómo cambiaría la cara de la Tere si supiera esto? y, sobretodo, qué dirían en los ambientes sociales conservadores, que dice defender, si propone obras de este tipo de autores (entiéndase que esto está siendo asimilado a la visión de mundo oficial de la derecha y no pretende reflejar alguna discriminación u homofobia).

Cuando hablamos de la Marinovic como un avatar, una máscara al servicio de la producción de ciertos conocimientos y valores relacionados con el conservadurismo de la derecha, nos encontramos con una idea filosófica importante: el Ser. La sola idea del Ser conservador que ella representa, nos lleva a Heidegger, el cual también es mencionado como una pista en la portada del blog. Se supone que la Marinovic –tal como lo dice- está haciendo su tesis sobre este filósofo contemporáneo, quien ha basado sus propuestas a partir de la obra de Nietzsche.

El eje central de la obra heideggeriana es explicar el Ser a través del Ente. La fotografia de la Marinovic representa a este Ser, en el cual se identifican muchas personas de derecha. Su Ser conservador ha provocado más de mil comentarios -en menos de dos días- en torno a su polémica y transgresora columna sobre la huelga de hambre de los mapuches. Pero, es posible pensar que detrás de este Ser, representado en la foto de la joven, se esconda -como afirmaba Heidegger- un Ente (o unos Entes) que tiene el objetivo de posicionar la apología al conservadurismo desde una óptica que nace de Nietzsche, pasa por Bloom, y termina en Heidegger.

Este último afirmaba que el habla es la casa del Ser. En el caso del blog, los escritos de la Marinovic son la casa del Ser que constituye al conservadurismo chileno de estos tiempos. Heidegger decía que el Ser es el que desvela el lenguaje. Por fortuna, el lenguaje desvelado por la Marinovic en sus columnas ha generado otro tipo de lenguaje: una cantidad enorme de garabatos, lo que hace pensar en un experimento de carácter lúdico, aunque no son desdeñables sus interpretaciones filosóficas para defender al conservadurismo. Mejor esperemos otra columna de “ella”.

Roberto Valencia es periodista y ensayista.

martes, 14 de septiembre de 2010

HUELGAS DE HAMBRE Y DILEMAS ÉTICOS

¿Cuándo es legítima y cuándo no una huelga de hambre? Muchos dirán en tal o cual caso. Pero si defendemos principios universales para todos los seres humanos, el panorama se vuelve complejo, si somos honestos.

Hace algún tiempo atrás, en Cuba había una huelga de hambre. Para los defensores del régimen, esa acción era ilegítima y sólo correspondía a una triquiñuela barata de un “delincuente común” en contra del modelo cubano. Para los opositores a Castro, la huelga era legítima en cuanto representaba un justo reclamo por la libertad política en la isla.

Tiempo después, en Chile, comuneros mapuches también llevan a cabo una huelga de hambre. Algunos, que quizás consideraron una simple triquiñuela la huelga en Cuba, ahora consideran legítima la acción de los comuneros, pues ven que ésta representa una posición contra el modelo chileno. Por otro lado, otros que apoyaban la huelga en Cuba, rechazan la huelga mapuche, pues consideran ilegítimo tal acto en Chile.

¿En qué se basan unos y otros para establecer tales distinciones en torno a un mismo acto?

El argumento más básico y menos notorio de todos, se hace en base al ethos que representan los sujetos en huelga. Es decir, para unos y otros, la huelga es válida sólo si la hacen personas afines a sus ideas y sobre todo si tal acto se muestra en contra de las autoridades del Estado o régimen opositor.

Otros, elaboran un poco más y argumentan en base al el tipo de régimen donde se desarrolla la huelga. Es decir, si se hace en una dictadura sería más legítima que en una democracia. Eso marcaría la diferencia. Aún así, el ethos que representa el huelguista sigue siendo la base del argumento.

De ambas explicaciones -y en base a si se está a favor o no de la huelga en cierto contexto- surge otro argumento nuevo que tiene relación con el cómo debería actuar el Estado en cuestión. Es decir, lo que deberían hacer los gobernantes o el Estado con “sus huelguistas”, según sea el caso. Y otra vez hay ambigüedades.

Los que están a favor del Estado o régimen –según sea el caso- consideran que éste no debe dejarse chantajear por el huelguista, y por tanto, no está obligado a responder a sus demandas. Si muere, no es culpa del régimen, sino del propio huelguista.

Para los que están en contra del Estado o régimen –según sea el caso- consideran que si el Estado y los gobernantes dejan morir al huelguista, demuestran su autoritarismo, su falta de humanidad y poco compromiso con la vida, cometiendo un acto inhumano y criminal por omisión.

Surge la pregunta ¿Tiene responsabilidad Chávez en la muerte de un huelguista de hambre opositor en Venezuela? ¿Y Piñera, si muere uno de los comuneros? ¿Sí o no, y por qué?

Entonces ¿Cuándo es legítima y cuándo no una huelga de hambre? Muchos dirán en tal o cual caso. Pero si defendemos principios universales para todos los seres humanos, el panorama se vuelve complejo, si somos honestos.

En todos los casos, y sean cuales sean las explicaciones, no se aplica un criterio universal sobre los individuos, sino que depende del ethos que representan éstos.

Lo anterior nos genera un dilema ético profundo, puesto que la dignidad del individuo –ya no hablamos ni siquiera de otros beneficios legales- dependería de la valoración que hacen algunos del régimen político donde el sujeto está inserto.

Pero entonces ¿La valoración de la vida –puede ser la nuestra incluso- depende del régimen o las ideas que defendemos, y de las que tienen los que tienen el poder? ¿Ya no seríamos fines en sí mismos? ¿Y quién y con qué derecho puede discernir eso?

El panorama se vuelve más complejo si los huelguistas provienen de ambos lados del espectro político en una democracia.

¿A quiénes debe salvar el Estado y a cuáles no? ¿Con qué derecho puede discernir eso? 

lunes, 6 de septiembre de 2010

LA MISERIA POLÍTICA

Que si hubo o no invitación, o que si el sándwich es esto u otra cosa, son los tópicos que parecen importar, no sólo a nuestra clase política, sino también a los ciudadanos supuestamente informados -porque hay otros que ni se enteran-. Y eso es lo que refleja la miseria creciente de nuestra política.

Chile tiene un claro déficit de ciudadanía en todo sentido. 

La sistemática pobreza y limitación del debate político llevada a cabo por la clase política en general y reproducida por los medios de comunicación masivos en torno a nimiedades, reflejan este problema profundo, que termina por convertir la política en un simple y reducido intercambio de mensajes vacíos entre las élites a través de los medios, que los ciudadanos asimilan erróneamente como cuestiones importantes. 

Lo anterior no es raro si consideramos que muchos "ciudadanos", incluidos políticos, no saben realmente a qué refieren cuando hablan de democracia, ni cuál es el sentido esencial de la política, en una república que se precia de tal. Algunos -entre políticos y ciudadanos comunes- creen que ésta consiste en el simple acto de marcar una opción con lápiz grafito, donde luego hay que esperar cuatro años en silencio y sin reclamo para hacerlo de nuevo, previo gasto en publicidad, campañas y escándalos o promesas varias. 

La política entonces desaparece tras el mando fascinante del espectáculo, del conventillo, de la frase fácil y la discusión superficial. 

El ciudadano, acostumbrado y entrenado desde pequeño bajo el principio monárquico de ceder su capacidad de decisión a otros, o de comprar eslóganes baratos al primer demagogo, parecen no incomodarse ante ese proceso de empobrecimiento de la discusión política a nivel general. Incapaz de sancionar de manera efectiva el actuar deplorable de esas élites, no puede defenderse de esos otros que tienen controlan el poder y lo monopolizan. 

La "idiotización" de la política en el sentido griego, entonces se vuelve permanente. Ni a los representantes ni a los electores les interesan los asuntos importantes de la polis, sino las banalidades más básicas donde encuentran la base para sus discusiones políticas. Ninguno es ciudadano. 

No sería grave tal situación si quienes gobiernan decidieran sólo sobre sus propias vidas, pero sucede que en la realidad, la mayoría les cede a ellos la capacidad de decidir nuestros destinos. Por eso no es raro que otros crean que la democracia se trata de una monarquía donde un rey es electo, que gobierna ovejas y estás se someten a sus designios con resignación. 


LA INDIGENIZACIÓN MAPUCHE

El tema mapuche, ha demostrado que la estructura política e institucional chilena en su totalidad –más allá de los gobiernos de turno- es incapaz de absorber las demandas de dichos sectores, que presentan un claro proceso de indigenización.

Los mapuches, histórica -y discursivamente en cuanto a lo “chileno”- han sido considerados un sector social concebido como minoritario y anacrónico en cuanto a los valores nacionales impuestos desde el Estado, siendo desde la Independencia excluidos y marginados de todos los procesos de cambio posteriores en Chile, ya sean políticos, económicos o sociales.

En la realidad, nunca, desde la Independencia, fueron considerados como parte del escenario de la vida nacional.

La actual situación de los mapuches, de clara indigenización, rompe con esa lógica institucional bicentenaria, que mediante la educación, el derecho, y la política, y bajo el discurso de lo criollo y lo mestizo como constitutivo de lo chileno, fueron reduciendo la presencia de lo indígena dentro del ideario nacional.

Bajo esa institucionalidad se supuso la supresión del sujeto indígena como potencial actor político, económico y social. Al igual que otras etnias, los mapuches parecían haber sido disueltos en el mestizaje y la idea de ciudadanía chilena. Como raza o como grupo social o etnia, parecían confinados a los libros de historia y los museos.

Por eso no es raro que en los últimos años, bajo los parámetros del derecho, se pretendiera establecer una igualdad legal inclusiva, mediante discriminación positiva, que en definitiva buscaba absorber los últimos resabios de la etnia mapuche bajo la ciudadanía chilena.

EL DILEMA DE LA INSTITUCIONALIDAD CHILENA
Paradójicamente, la misma lógica institucional que históricamente los atomizó y pretendía absolverlos en la idea de ciudadanía chilena, hizo que los sectores mapuches se vieran con mayores incentivos para revalorar sus aspectos culturales, desarrollar sus organizaciones y levantar sus demandas frente al Estado.

El mayor acceso a información y bienes, generado por el mayor acceso a la educación de las generaciones más jóvenes de nietos o hijos de mapuches, han permitido este proceso de indigenización, entendido como la asunción de un grupo –amplio o pequeño- con su identidad y raíz cultural, como base de su actuar social.

Esa irrupción del mapuche como sujeto activo en cuanto a sus demandas, descoloca a los actores políticos institucionales, que no saben cómo cooptarlos y por lo tanto, no ven más opción que deslegitimar su incursión como actor social y político, penalizando y judicializando sus demandas, y asumiéndolas como totalmente ilegítimas en cuanto al Estado.

Lo anterior se ve reflejado en que las dos principales coaliciones no tienen ni han tenido una postura clara frente a las demandas indígenas, más allá de una apelación ambigua al estado de derecho en cuanto a actos de violencia llevados a cabo por algunos -ilegítimos por lo demás-, pero sin ir más allá del problema que tiene ribetes "nacionalistas".

En este sentido, el conflicto mapuche es más bien el reflejo de un conflicto a nivel de la institucionalidad estatal chilena. De una incapacidad política.