sábado, 27 de septiembre de 2008

Leche china: no podemos dejar todo a manos del mercado

El caso de las leches chinas, es una clara muestra de que dejar todo a manos de las lógicas de la oferta y la demanda, en muchos casos puede ser tan riesgoso, e incluso mortal. Como planteaba Keynes, en la espera de que los mercados se regulen, a la larga todos estaremos muertos.
La venta de leche en polvo adulterada con melamina en China ha afectado a 52.857 niños, de los que 13.000 bebés han tenido que ser hospitalizados, y algunos han fallecido, según las cifras hechas públicas ayer por las autoridades chinas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han instado a todos los países del mundo a reforzar sus sistemas de inocuidad alimentaria y a adoptar medidas de vigilancia más rigurosas para evitar incidentes como el ocurrido.
La adulteración se ha detectado en 69 marcas de leche producidas por 22 compañías chinas diferentes, de las cuales muchas exportan sus productos. A nuestro país también llegaron productos lácteos chinos.
¿Qué pasaría si en este caso dejáramos que la lógica de la oferta y la demanda castigue los malos productos como plantean aquellos que tienen como fetiche al mercado desrregulado?
Probablemente tendrían que morir muchos más niños antes que todos los consumidores adquieran la información correspondiente (relacionar la leche con las muertes por ejemplo, sin considerarla sólo un mito) para que castiguen realmente el producto no consumiéndolo.
Es claro en este sentido, que el actuar de agencias u organismos es importante en cuanto al control de lo que se vende, produce y tranza en los mercados, para así facilitar la elección correcta de los consumidores.
Es decir, debido a que los consumidores en muchos casos y por diversas razones, no cuentan de forma inmediata con toda la información como para hacer elecciones racionales con respecto a los productos que consumen y tranzan en un mercado, se hace necesaria la previa fiscalización por parte de algún otro organismo.
La misma necesidad se vio durante las Fiestas Patrias, con las múltiples ofertas de carnes y productos derivados (muchos de extraña procedencia o fabricación), que sin el control de un organismo, probablemente habrían sido tranzados en los mercados, y también habrían generado problemas de salud a algunos consumidores, sin darles chance de castigar el producto.
En este sentido, no se trata de dejar el control total en manos de los organismos, sino de que éstos faciliten el flujo de información previa hacia los consumidores, quienes en definitiva son los principales fiscalizadores.
El Minsal ha decomisado más de 92 mil tarros de leche condensada china, leche evaporada y leche condensada de Malasia, para que el castigo a los productos contaminados -si es que lo están- no sea a costa de la vida de más niños.
Con la misma prontitud eso sí, debió haber requisado todas las leches ADN, que estaban circulando en el mercado y que lentamente mataron a varios niños chilenos. Ojalá también, los culpables paguen con cárcel.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Animal Político

Pata Aristóteles, el hombre está compuesto de alma y cuerpo, y es racional, por lo tanto tiene la voluntad para guiar su vida hacia su plenitud natural.
“Las virtudes dianoéticas fundamentales son el nous, la episteme, la sofía, la téjne y la frónesis. Las tres primeras son virtudes puramente teoréticas. Están volcadas completamente a la theoría. La frónesis está volcada a la praxis, y la téjne a la poíesis” (Dri, 2000).
Así, se establece la distinción entre ciencia teórica, poética y práctica, está última referida a la frónesis, donde “Aristóteles plantea la distinción entre razón práctica y razón teórica hasta entonces confundidas en la frónesis” (Dri, 2000).
Así, para cada uso de la razón, existe un modelo de hombre, el filósofo (teórico), el artesano (poético) y el político (práctico).
El político queda en el aspecto práctico pues el conoce para obrar bien, ese es su fin último, el bien común de la polis. Por lo tanto, debe hacerse bueno a él mismo. Es decir, desarrolla la razón práctica, se construye a si mismo, pero ejerce su poder en forma racional sobre la polis, ordenándola mediante el gobierno de los virtuosos. “El mejor régimen político es aquel que se toma en serio la jerarquía natural de las personas, si diferente virtud y se articula en un sistema político aristocrático” (Vallespín, 2003: 373).
Aquí, se plantea claramente el uso de la razón para la organización humana, no como una forma de apreciar la organización humana, sino como un instrumento para mantenerla o mejorarla mediante la acción.
Mediante la razón, el gobernante está determinado a actuar de cierta forma en pro del bien común –teléia-, según su apetito recto, relacionado con las virtudes humanas.
“Poder se dice también de la facultad de hacer bien alguna cosa o de hacerla en virtud de su voluntad” (Aristóteles, 2000: 149).
De esta forma, Aristóteles justifica el poder ejercido por los aristócratas políticos, quienes serían los más virtuosos de la polis, a la vez magníficos y magnánimos, los únicos capaces de obrar según la virtud, el bien obrar, y las virtudes máximas, la templanza, la fortaleza, la justicia y la prudencia.
Todas estás condiciones se desarrollan desde y en uno mismo, y no se deben al conocimiento teórico, ni lo podemos obtener mediante la fabricación o creación de objetos externos a nuestro ser -poiésis-.
Más bien, son cualidades que operan sólo dentro de nosotros y se desarrollan sólo a través de su ejercicio. Yo me hago bondadoso en la medida en que soy bondadoso y actúo de forma bondadosa, es decir, práctico la bondad. Así, quien legisla y gobierna debe volcar su virtud, su conocimiento hacía la praxis, para ser un buen ciudadano y generar el bien común.
Por esto, quien conoce, quien se educa, debe ser virtuoso. “el objeto de la ciencia política es lo noble y lo justo. La investigación de este campo parte de la praxis de la vida y se ocupa de ella” (Hennis, s.a: 47).
La política debe ser conocida por quienes practican apetitos rectos, deben tener ética, que es parte de la filosofía práctica, junto a la política y la economía. Entonces, la filosofía política clásica, como ciencia práctica, se centra en el desarrollo a través de la praxis de las virtudes humanas, en normar la forma del deber ser del político, el cual debe querer ejercer la acción de gobernar.
Se relaciona con todo el desarrollo del fin último del hombre, la felicidad, traducida en la felicidad de la polis. “se refiere a la felicidad exterior e interior del hombre” (Hennis, s.a: 36).
Por otro lado, para Santo Tomás, como explica Rubén Dri, “ser particular, persona individual, es al mismo tiempo ser social y político. Debe buscar tanto el bien individual como el bien común” (Wilhelm, s.a: 47). Esto coincide claramente con la visión aristotélica de que el hombre es por naturaleza un animal político, lo que ratifica que la política sea vista como una ciencia práctica, en cierta forma porque Santo Tomás es seguidor del pensamiento de Aristóteles.
En este sentido, según Dri (2000), el filósofo medieval da continuidad al pensamiento de Aristóteles, pues toma la cosmovisión aristotélica y la acomoda a la concepción de dios, colocándolo como causa primera de todo, “pero deja obrar a las “causas segundas”.
Así, los hombres tienen la posibilidad de desarrollar y tomar las riendas de la existencia en la tierra. “Esto es fundamental, pues deja lugar para que en el orden práctico se desarrolle con relativa autonomía todo el ámbito político y el orden teórico, tanto la filosofía como las ciencias.” (Dri, 2000).
Es decir, el ámbito político permanece en el plano de la praxis. Hasta el surgimiento y desarrollo del cartesianismo, la sociología política permaneció siempre en la esfera de las ciencias prácticas. “Hasta los fines del siglo XVIII la política sigue siendo una disciplina en el marco de la philosophia practica sive moralis con todos los presupuestos y consecuencias ligados a ello.” (Dri, 2000).
Sólo a partir del establecimiento del empirismo cartesiano, la política y la praxis política comienzan a ser vistas como objetos, sin considerarse en ellas las incidencias éticas o morales, es decir, las virtudes que implica su ejercicio.
-Aristóteles. (2000) La Metafísica. Colección Austral, Madrid.
-Dri, R. (2000). Filosofía política aristotélica. En La filosofía política clásica. De la Antigüedad al Renacimiento. Comp. Boron, Atilio A. Colección CLACSO - EUDEBA, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Disponible en: http://168.96.200.17/ar/libros/clasicos/dri.rtf.
-Hennis W. (s.a) Política y Filosofía práctica. Editorial Sur. Argentina.
-Vallespín, F. (1993). Historia de la Teoría Política. Alianza Ed. Madrid.

martes, 2 de septiembre de 2008

El verdadero camino de servidumbre es la vuelta hacia un orden feudal bajo la ideología del libre mercado

La crisis financiera mundial en ciernes, parece no sólo reflejar la utópica infalibilidad de los mercados irregulados, sino también deja al descubierto la falsedad del consenso entre los economistas –más bien inventado por la ideología neoliberal- en torno al mercado desrregulado como ideal máximo de bienestar social.

Diversos economistas, como Joseph Stiglitz, Michael Hudson y Kenneth Rogoff, e incluso algunos empresarios connotados como George Soros, en los últimos meses han expresado fuertes críticas a la ideología neoliberal del libre mercado, y sus supuestos utópicos de autorregulación, competencia equitativa y racionalidad absoluta en las decisiones.

Hudson, ex economista de Wall Street y del FMI, ha sido claro en declarar que “los inversores extranjeros estaban tan obnubilados por la retórica del libre mercado, que terminaron creyéndose las fantasías de la “autorregulación” y de los mercados autorregulados tendentes al equilibrio, sin percatarse de la manifiesta tendencia del mundo realmente existente a la polarización económica y financiera.”

En ese diagnóstico incluso coincide George Soros, que plantea que debido a dichas ilusiones, “Reagan llegó a hablar de la magia del mercado. Ni qué decir tiene que muchos lo consideran una especie de santo. Pero los tan alabados mercados empezaron a cometer toda clase de excesos que ya no podían ser controlados. Los tipos de interés eran tan bajos en Estados Unidos que los bancos animaban a los ciudadanos a que cada vez pidieran más dinero prestado. Es algo sorprendente, casi irresponsable.”

Quizás por lo anterior, Kenneth Rogoff, profesor de Economía y Políticas públicas en la Universidad de Harvard, y quien fue economista en jefe del FMI, ha planteado que “el mundo como un todo necesita una política monetaria y fiscal más estricta. Es el momento de aplicar los frenos a este tren desbocado, antes de que sea demasiado tarde”.

Joseph Stiglitz va más allá y de forma irónica hace una crítica a la falta de consideración -y ejemplo de irracionalidad- de muchos ideólogos del libre mercado en cuanto a su propia mortalidad a la hora de defender la mano invisible, pues dice “los mercados sin trabas no funcionan bien por cuenta propia -una conclusión reforzada por la actual debacle financiera-. Los defensores de los mercados a veces admiten que fallan, incluso de manera desastrosa, pero sostienen que los mercados se autocorrigen. Durante la Gran Depresión, se escuchaban argumentos similares: el gobierno no necesitaba hacer nada, porque los mercados, a la larga, llevarían a la economía de nuevo al pleno empleo. Pero, como dijo John Maynard Keynes, a la larga todos estamos muertos”.

Pero las críticas no sólo apuntan a las fantasías de los neoliberales acérrimos en cuanto a la autorregulación, sino también a otra quimera, como la de creer que los mercados no regulados avanzan hacia un bien colectivo máximo. En esto es claro Michael Hudson, al decir que –por ejemplo, en relación a las políticas económicas adoptadas por Alan Greenspan- “su ideología le llevó al ideario de libre mercado, según el cual el sector financiero se autorregularía, y así, se comportaría honradamente. Pero lo que hizo fue abrir las compuertas de los diques de contención a los granujas financieros”.

Con lo anterior coincide Gabriel Jackson, historiador estadounidense, quien también plantea que “el mercado, si no se regula, es completamente amoral” y agrega que, “la actual crisis económica de Estados Unidos, que ahora está extendiéndose (esperemos que con menos gravedad) a Europa y los países de la costa del Pacífico, es en gran parte resultado de la desregulación llevada a cabo desde 1970”.

Quizás por lo mismo, Soros en cuanto a la actual crisis generalizada dice, “lo que estamos viviendo ahora: el final de un súper boom, el fracaso de una ideología equivocada”.

En relación a eso, Stiglitz es claro en decir que aunque “los defensores del fundamentalismo del mercado quieren atribuir la culpa del fracaso del mercado a un fracaso del gobierno”, lo cierto es que les faltó un mínimo de rigor intelectual pues olvidaron que aunque “Smith reconocía el poder de los mercados, también reconocía sus límites”.

John Cavanagh y Chuck Collins, investigadores del Institute for Policy Studies en la John Hopkins University, coinciden en esto y son claros en decir que la ideología neoliberal es “una fe ciega en el mercado como elixir mágico para resolver cualquier problema”.

El nuevo dominio Feudal Neoliberal: “La economía está retrocediendo por un camino que lleva a la servidumbre por deudas” (Hudson)
Desde el punto de vista político-social, las críticas plantean cuan peligrosa para las libertades y la democracia se está convirtiendo la ideología del libre mercado, que en el fondo parece esconder la pretensión –no sabemos si real o supuesta- de establecer un nuevo orden económico de explotación masivo.

Cavanagh y Collins, son muy directos al plantear que “durante las tres últimas décadas, los políticos adoradores del mercado y sus apoyos corporativos han ingeniado la más colosal redistribución de la riqueza de la historia mundial moderna, una redistribución de abajo arriba, de la población trabajadora a una minúscula elite global”.

Con lo anterior coincide Hudson al decir que “el modelo financiero ha sido un gran éxito desde el punto de vista de quienes se hallan en la cúspide de la pirámide (…). La economía se ha polarizado a punto tal, que el 10% más rico de la población posee el 85% de la riqueza nacional. Nunca antes el 90% de la población restante había estado tan endeudada, nunca antes había dependido tanto de los ricos”.
Eso sólo en Estados Unidos, en el resto del mundo, y comparando los países ricos con los países en desarrollo, debe ser peor.

Pero Michael Hudson es más osado aún y remata diciendo: “El poder de éstos sobrepasa con mucho al que hayan tenido en cualquier época de la que quede constancia estadística. Tiene usted que darse cuenta de que lo que ellos de verdad pretenden es arrasar la Ilustración, terminar con la filosofía moral y los valores sociales de la economía política clásica, que culminaron en la legislación de la Era Progresista, así como en las instituciones del New Deal. No pretenden que la economía sea más igualitaria, y no pretenden compartir poder. La codicia de la elite rica es (como bien observó Aristóteles) infinita”.

Para Gabriel Jackson, lo que se pretende tras la ideología neoliberal es desmantelar todo lo hecho durante la época en que el gobierno de Estados Unidos, “consciente de que el mercado era amoral, aprobó diversas leyes que exigían transparencia y libertad de información en las actividades de banca e inversiones, e impuestos progresivos sobre la renta y las plusvalías para sufragar los servicios sociales y limitar hasta qué punto los ricos se hacían cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres bajo el capitalismo descontrolado”.

Por lo mismo, Hudson plantea que “el camino de servidumbre no es el progreso económico públicamente patrocinado y estimulado; es, al revés, el desmantelamiento de la economía pública y del Estado, la disolución de las agencias reguladoras, a fin de crear una nueva elite de tipo feudal”.

Ese propósito, sería a nivel mundial, por lo mismo Stiglitz también es enfático en la necesidad de mostrar que “los países que aplicaron políticas neoliberales no sólo perdieron la apuesta del crecimiento, sino que, además, cuando sí que crecieron, los beneficios fueron a parar desproporcionadamente a quienes se encuentran en la cumbre de la sociedad”. En muchos casos, incluso esos dividendos fueron a parar a capitales extranjeros.

Hudson va más allá e indica que -y aunque a muchos les parezca descabellado- “la antigua Unión Soviética suministra un modelo de lo que los neoliberales querrían crear. No sólo en Rusia, sino también en los Estados bálticos y en otras antiguas repúblicas soviéticas, lo que se hizo fue crear cleptocracias locales, al estilo de Pinochet. En Rusia, los cleptócratas fundaron un partido local explícitamente pinochestista, el Partido de las Fuerzas de Derecha”.

Hay mucho material no difundido sobre como surgió la “cleptocracia” en Chile durante la dictadura de Pinochet gracias al sustento de la ideología neoliberal. Quizás sería bueno tomar en cuenta lo que plantea Hudson: “Imagine qué podría hacerse si los fondos de pensiones hubieran invertido su dinero en construir vivienda para sus contribuyentes, en vez de colocarlo en el mercado de valores para comprar y hacer pujas por las acciones que los altos ejecutivos y otros con información privilegiada vendían.”

Por lo mismo, Stiglitz ha planteado que “el fundamentalismo neoliberal del mercado ha sido siempre una doctrina política al servicio de ciertos intereses. Nunca ha recibido una corroboración de la teoría económica, como tampoco –ahora ha de quedar claro- de la experiencia histórica”.


Fuentes:
-¿El fin del neoliberalismo?
Joseph E. Stiglitz. Project Syndicate

-“El modelo financiero ha sido un gran éxito desde el punto de vista de quienes se hallan en la cúspide de la pirámide"
Entrevista a Michael Hudson en Counterpounch.

-El tren desbocado de la economía mundial
Kenneth Rogoff. Project Syndicate.

-Los ricos, el resto de los mortales y la democracia
John Cavanagh y Chuck Collins. The Nation.

-Si busca crecimiento, gire a la izquierda
Joseph E. Stiglitz. Project Syndicate.

-"Sin reglas, el capitalismo se destruirá"
Entrevista George Soros. ABC.

-Sobre la moral y el mercado
Gabriel Jackson. El País.