El caso de las leches chinas, es una clara muestra de que dejar todo a manos de las lógicas de la oferta y la demanda, en muchos casos puede ser tan riesgoso, e incluso mortal. Como planteaba Keynes, en la espera de que los mercados se regulen, a la larga todos estaremos muertos.
La venta de leche en polvo adulterada con melamina en China ha afectado a 52.857 niños, de los que 13.000 bebés han tenido que ser hospitalizados, y algunos han fallecido, según las cifras hechas públicas ayer por las autoridades chinas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han instado a todos los países del mundo a reforzar sus sistemas de inocuidad alimentaria y a adoptar medidas de vigilancia más rigurosas para evitar incidentes como el ocurrido.
La adulteración se ha detectado en 69 marcas de leche producidas por 22 compañías chinas diferentes, de las cuales muchas exportan sus productos. A nuestro país también llegaron productos lácteos chinos.
¿Qué pasaría si en este caso dejáramos que la lógica de la oferta y la demanda castigue los malos productos como plantean aquellos que tienen como fetiche al mercado desrregulado?
Probablemente tendrían que morir muchos más niños antes que todos los consumidores adquieran la información correspondiente (relacionar la leche con las muertes por ejemplo, sin considerarla sólo un mito) para que castiguen realmente el producto no consumiéndolo.
Es claro en este sentido, que el actuar de agencias u organismos es importante en cuanto al control de lo que se vende, produce y tranza en los mercados, para así facilitar la elección correcta de los consumidores.
Es decir, debido a que los consumidores en muchos casos y por diversas razones, no cuentan de forma inmediata con toda la información como para hacer elecciones racionales con respecto a los productos que consumen y tranzan en un mercado, se hace necesaria la previa fiscalización por parte de algún otro organismo.
La misma necesidad se vio durante las Fiestas Patrias, con las múltiples ofertas de carnes y productos derivados (muchos de extraña procedencia o fabricación), que sin el control de un organismo, probablemente habrían sido tranzados en los mercados, y también habrían generado problemas de salud a algunos consumidores, sin darles chance de castigar el producto.
En este sentido, no se trata de dejar el control total en manos de los organismos, sino de que éstos faciliten el flujo de información previa hacia los consumidores, quienes en definitiva son los principales fiscalizadores.
El Minsal ha decomisado más de 92 mil tarros de leche condensada china, leche evaporada y leche condensada de Malasia, para que el castigo a los productos contaminados -si es que lo están- no sea a costa de la vida de más niños.
Con la misma prontitud eso sí, debió haber requisado todas las leches ADN, que estaban circulando en el mercado y que lentamente mataron a varios niños chilenos. Ojalá también, los culpables paguen con cárcel.