jueves, 31 de mayo de 2012

EL PODER SIEMPRE IMPUNE


Hay un sabio dicho: El hilo siempre se corta por lo más delgado. Ese refrán se aplica muy bien al poder en sus más diversas escalas. Todos lo sabemos por experiencia.

La mayoría de las veces, los buenos actos, los beneficios, los aciertos, son atribuidos a la capacidad de quienes tienen poder, autoridad o mando. Los malos actos, los errores, las fallas, son desligados de los mismos y atribuidos a terceros, personas o circunstancias. El poder siempre es irresponsable.

Está lógica de la impunidad del poder -y su apelación- la vemos en distintos ámbitos, la vemos en la discusión con respecto las responsabilidades que llevaron a la crisis institucional de 1973, la represión criminal posterior; lo vemos también en las responsabilidad en cuanto al actuar ante una emergencia como un terremoto y tsunami.

También lo hemos visto en cuanto a casos de corrupción, pagos indebidos, la incitación a la guerra, los campos de concentración, los gulags, desastres, y un largo etc. El poder siempre es irresponsable.

La impunidad del poder es una vieja lógica ligada al poder mismo. Es parte de su naturaleza. No es una práctica nueva o exclusiva de algunos, sino que es milenaria. Quien tiene poder, puede ser insensato  y torpe. Gobernantes muy irresponsables e ineptos han existido siempre, gracias a ello Incitatus, un caballo, llegó a ser senador.

Un viejo adagio decía: “Un rey no puede hacer mal”. El rey como soberano absoluto, era impune, lo que daba paso a la autocracia, el voluntarismo personal y el arbitrio, que son finalmente, fuentes de abuso de poder.

La Democracia Moderna, entre otras cosas, intentaba romper con esa vieja lógica monárquica, y con la históricamente potencial irresponsabilidad o ineptitud de algunos gobernantes, planteando como elementos esencial del nuevo régimen la responsabilidad pública de éstos, ante su soberano, los ciudadanos.

¿Cómo? Fomentando contrapesos institucionales diversos al poder de los gobernantes, donde hay uno muy esencial, la igualdad ante la ley.

El problema actual, es que la impunidad del poder, que es un ataque directo a la igualdad ante la ley, es sustentada, fomentada y defendida por los propios dominados, gobernados, ciudadanos. Siempre con una salvedad, la impunidad e irresponsabilidad sólo es aceptable para el caudillo.

Entonces surgen frases casi de molde como: “el líder x no sabía qué pasaba eso…”; “el caudillo x nunca tuvo esa intención…”, “el problema fueron los subalternos…”, “estás acusaciones son una infamia…”.

Lo irónico, es que esos mismos ciudadanos, que permiten, obvian o pasan por alto la exigencia de responsabilidad para sus líderes y caudillos, luego se extrañan, se quejan, o sufren con la irresponsabilidad de otros gobernantes. Exigen el rigor de la ley, que no obstante, ya han horadado con sus propias ambigüedades previas frente al poder y acción de sus cabecillas.  

Todas las discusiones del debate público actual –lo del terremoto del 27F, lo del golpe de 1973, los desaparecidos de la dictadura militar- giran en torno a este dilema, donde unos y otros desligan de responsabilidad a sus héroes.

En otras palabras, no les exigen coherencia ética, ni responsabilidad en su actuar. El deber ser político, el ideal como tal ligado al poder ejercido de manera responsable, sólo se exige a los otros.

El poder entonces, y con ello los gobernantes, siempre siguen teniendo la posibilidad de ser nuevamente irresponsables.

miércoles, 9 de mayo de 2012

GOLBORNE Y BACHELET, CANDIDATOS DEL STATUS QUO


Interesante ver como ante el apetito presidencialista y las peticiones de primarias al interior de las coaliciones, de más competencia y democracia en definitiva, algunos líderes de la Alianza y la Concertación reaccionan de manera similar, se niegan a éstas.

Las declaraciones de algunos de estos “líderes” no sólo son muy parecidas en cuanto a una posición a favor del status quo político imperante, con una clara desconexión con la realidad, sino que son de antología.

Osvalde Andrade invitó a quienes desean primarias que consigan adhesión ciudadana. Y agrega: tenemos una candidata que desde la tranquilidad está instalada en la ciudadanía. ¡Si les gana a todos y por amplio margen! Y además es la que menos rechazo provoca, siendo la más conocida. Eso da una fortaleza que nos permite mirar con tranquilidad”.

Melero por otro lado plantea "si son tan evidentes los resultados en favor de un candidato que no son necesarias primarias, ok; lo importante es que la ciudadanía hoy día impone las candidaturas presidenciales, y los partidos  de la Coalición lo que tenemos que hacer es escuchar muy bien lo que la ciudadanía quiere".

Vamos arando dijo la mosca. Andrade y Melero olvidan que la Concertación y la Alianza tienen muy poca aprobación y   sí mucho rechazo entre la ciudadanía. Que Bachelet o Golborne sean los miembros de las castas políticas que menos rechazo generan, no implica que la Concertación o la Alianza no generen alto rechazo entre los votantes.

El que alguno de ellos resulte electo como presidente, tampoco implica que automáticamente ese gobierno cuente con alta legitimidad como Andrade presume, menos aún si sus respectivas coaliciones no se renuevan internamente, eliminando el nepotismo interno y sus prácticas oligárquicas.
Andrade y Melero confunden a ciertos personajes más populares con sus respectivas coaliciones. Confunden la popularidad –o más bien el menor rechazo- de aquellos con la poca popularidad de sus sectores. Ilusos.
Esa confusión, Andrade la refleja en otra frase (aludiendo a las críticas de Andrés Velasco a las cúpulas partidarias concertacionistas): “sólo se hace parte del coro de los que desprestigian a la política y yo le pediría en eso un poquito más de lealtad”.

Andrade desbarra nuevamente. En primer lugar, la política en Chile ha sido desprestigiada por las propias castas políticas, tanto en la Alianza como en la Concertación. Desbarra igual que Ignacio Walker ante los dichos del ministro de Salud, pidiendo que “se proteja a las instituciones” al referirse a la DC.

Pero los escándalos, muchos en la DC, de los cuales los ciudadanos se enteran cada tanto, los llevan a cabo miembros de esas instituciones. Han sido las propias castas políticas las que han desprestigiado a la política. Son éstas las que han sido desleales con sus electores y sus bases. Y lo siguen siendo al negarse a primarias. Al defender el status quo a toda costa.

Y la frase de antología la pone Andrade: "Con una candidata tan desplegada, una primaria opositora puede ser un ejercicio inútil". ¿Inútil?

Andrade olvida que la democracia nunca es un ejercicio inútil porque implica un debate constante, un cuestionamiento permanente al status quo mismo. Con su frase, refleja que tanto en la Alianza como en la Concertación, gobiernan según las encuestas, y no salen de eso.  

Lo que Andrade no quiere ver o no ve, es que la verdadera oposición es entre la sociedad civil plural y demócrata, y el poder (anti)político hegemónico, ese status quo que componen la Alianza y la Concertación, de la cual él y Melero son parte.