El domingo quedó claro que cuando la democracia se vuelve un simple instrumento de quienes controlan el poder, pierde sus principios más básicos. No sólo las primarias terminaron pareciendo un adorno para una proclamación ya cocinada a cuatro paredes, sino que Escalona dio ejemplos de lo que es no entender la Política.
En los últimos años, las primarias se han vuelto el talismán para hablar de democracia al interior de las coaliciones y partidos políticos. En el discurso, si no hay primarias, entonces el partido o la coalición no es democrática, sí las hay, entonces todo está bien. Nadie cuestiona.
En principio eso es muy cierto, siempre y cuando la distancia entre las dirigencias en cuanto a sus bases no sea abismante, en todo sentido. Sobre todo en cuanto a permitir que las últimas enarbolen a sus representantes. Más importante aún es que el procedimiento –que es un instrumento- no se vuelva el fin último para justificar las decisiones de los líderes del partido.
En esto es clave la coincidencia de intereses, no sólo para permitir la legitimidad de las dirigencias sino también para asegurar la integridad del partido y el desarrollo de su democracia interna a través de la competencia.
Sin embargo en la práctica, lo cierto es que las primarias se han convertido en el fetiche de una democracia instrumental y ficticia, detrás de la cual se esconde una rígida estructura elitista y clientelar ya sedimentada.
Se han convertido en el mejor instrumento para maquillar la fuerte tendencia oligárquica (La ley de Hierro de la Oligarquía) que han adoptado las dirigencias de los partidos políticos, y para justificar la partidocracia imperante que el sistema político binominal ha creado.
Por lo mismo, se han vuelto el fin en sí mismas, sin considerar cómo se hacen, quiénes pueden participan, qué permiten o por qué y para qué se hacen. Sólo por su convicción y tesón José Antonio Gómez fue el candidato alternativo en la Concertación, pues el campo político de competencia dentro de la coalición ya estaba cerrado para otros, como Marco Enriquez-Ominami, por ejemplo.
En otras palabras, las primarias se han convertido en la ficción, mediante el cual, las elites esconden y perpetúan su dominio excluyente por sobre sus bases.
Como quién asiste a una obra de teatro, las dirigencias preparar sus actos, sus roles y sus libretos, mientras las bases son el público cautivo, cuyo único papel es simular elegir. Eso sí, la obra de teatro puede terminar cuando las elites lo estimen, en el primer acto por ejemplo, aún cuando estaban contemplados otros. Así, con una sola primaria se definió que Frei es el candidato de la Concertación.
Probablemente muchos de los que votaron en las primarias en Rancagua, ya sabían que su voto era sólo una especie de pantalla para proteger la decisión tomada previamente por las dirigencias a cuatro paredes. De esto tampoco escapa la Alianza por si acaso.
Pero lo más grave es que irremediablemente ese maquillaje democrático puede terminar por eliminar de la actividad política sus lógicas y principios más básicos. La actitud de Escalona hacia José Antonio Gómez es un claro ejemplo de ello.
En los últimos años, las primarias se han vuelto el talismán para hablar de democracia al interior de las coaliciones y partidos políticos. En el discurso, si no hay primarias, entonces el partido o la coalición no es democrática, sí las hay, entonces todo está bien. Nadie cuestiona.
En principio eso es muy cierto, siempre y cuando la distancia entre las dirigencias en cuanto a sus bases no sea abismante, en todo sentido. Sobre todo en cuanto a permitir que las últimas enarbolen a sus representantes. Más importante aún es que el procedimiento –que es un instrumento- no se vuelva el fin último para justificar las decisiones de los líderes del partido.
En esto es clave la coincidencia de intereses, no sólo para permitir la legitimidad de las dirigencias sino también para asegurar la integridad del partido y el desarrollo de su democracia interna a través de la competencia.
Sin embargo en la práctica, lo cierto es que las primarias se han convertido en el fetiche de una democracia instrumental y ficticia, detrás de la cual se esconde una rígida estructura elitista y clientelar ya sedimentada.
Se han convertido en el mejor instrumento para maquillar la fuerte tendencia oligárquica (La ley de Hierro de la Oligarquía) que han adoptado las dirigencias de los partidos políticos, y para justificar la partidocracia imperante que el sistema político binominal ha creado.
Por lo mismo, se han vuelto el fin en sí mismas, sin considerar cómo se hacen, quiénes pueden participan, qué permiten o por qué y para qué se hacen. Sólo por su convicción y tesón José Antonio Gómez fue el candidato alternativo en la Concertación, pues el campo político de competencia dentro de la coalición ya estaba cerrado para otros, como Marco Enriquez-Ominami, por ejemplo.
En otras palabras, las primarias se han convertido en la ficción, mediante el cual, las elites esconden y perpetúan su dominio excluyente por sobre sus bases.
Como quién asiste a una obra de teatro, las dirigencias preparar sus actos, sus roles y sus libretos, mientras las bases son el público cautivo, cuyo único papel es simular elegir. Eso sí, la obra de teatro puede terminar cuando las elites lo estimen, en el primer acto por ejemplo, aún cuando estaban contemplados otros. Así, con una sola primaria se definió que Frei es el candidato de la Concertación.
Probablemente muchos de los que votaron en las primarias en Rancagua, ya sabían que su voto era sólo una especie de pantalla para proteger la decisión tomada previamente por las dirigencias a cuatro paredes. De esto tampoco escapa la Alianza por si acaso.
Pero lo más grave es que irremediablemente ese maquillaje democrático puede terminar por eliminar de la actividad política sus lógicas y principios más básicos. La actitud de Escalona hacia José Antonio Gómez es un claro ejemplo de ello.
Escalona no pudo esperar a ejercer con dureza su carácter de oligarca de “partido más grande” sobre Gómez. Se salió del papel antes que terminará la obra de teatro, antes de tiempo. Entonces, ejerció su prepotencia sobre quien él considera un cliente, un feudatario, un dependiente. Nunca un correligionario, un compañero, un camarada. Nunca un igual.
Como si fuera un señor de la Querencia cualquiera, no pudo esperar salir de la misa para agarrar a palos a su inquilino por haber cuestionado sus decisiones. Por haber osado pensar que las cosas podían ser y hacerse de otra forma.
Con eso, la política ya está sepultada.
6 comentarios:
Jorge:
Tú de lado, yo del mío, hay que seguir dando la pelea para que en Chile hayan primarias como corresponde. En sentido, la Concertación le tiene más ventaja que la derecha. Yo participé en las primarias entre Lagos y Andrés Zaldívar, y en una primarias que hizo el PPD de Viña para elegir candidatos.
Como comenté en el blog María Angélica (Caldera hechizada), las primarias de la Concertación hubieran sido más entrenida con el factor Marco Enríquez Ominami. Él personalmente no me gusta, pero hay que reconocerle que en algunas cosas es más inteligente que los dinosaurios del PS que están en La Moneda o en el Parlamento. Además, si él quiesiera estar o acabar las 'trancas' de hace 35 años, como ha manifestado, pues, él quería estar más allá de la izquierda y la derecha (UP y GM), entonces le pondría fin al juicio a los militares y los indultaría. ¿O va creer que el grupo terrorista Mir,que fundó su padre era una empresa Ltda como la productura de cine que tiene el diputado?
Lo de Escalona es el producto de la educación cívica del PS, la nomenclatura tipo PC soviético. Como los blogueros de derecha hemos dicho, la izquierda es la que saca a relucir el pasado que le conviene. Allamand es de la misma generación de Escalona, pero no anda diciendo idioteces. Moreira frente a Escalona es un caballero.
Si te has metido al blog Curvaspolíticas, según ella, en Chile no hay élite.
Hay que seguir luchando.
saludos
En las primarias de Viña también hubo acarreo, entre Rodrigo Gonzalez y el empresario gastronómico Tomás de Remertería, dueño del Capducal.
Javier, mi visión republicana me impulsa a darle un giro a la política.
Fijate que aún cuando yo estoy en la otra trinchera, concuerdo contigo, en la necesidad de más competencia política, de rejuvenecerla, me parece que hay un punto que debes superar para avanzar más: las nociones absolutas al referirte a tus adversarios.
Moreira es igual a Escalona, no entiende qué es la política. Nunca han leído a Arendt.
Y fijate que eso es notorio porque sus dimensiones políticas son simplonas, muy viscerales.
Allamand quizás no dice idioteces explícitamente, pero también al fin y al cabo es de la misma escuela.
De esa escuela, de esa forma de hacer política -que no significa no tener diferencias- muchos estamos aburridos.
Saludos
PD: espero comentarios al artículo Liberales: vulgo liberales o conservadores
Pedirle que lean a Arendt es un poco exagerado, es como si le piedieras que pasarán calculo I. En ese caso, habría que empezar por los clásicos y algunos modernos.
La palabra 'rejuvenecerla' en política se presta a equívocos, pues puedes tener un candidato joven, como Marco Enríquez mas con ideas añejas,y sobre todo,chavistas. O puedes tener un candidato viejo que puede tener sufiente agallas para cambiar las cosas, como lo hizo la Dama de Hierro o Reagan.
saludos
Javier
¿Qué ideas son nuevas o proclives al cambio?
Las ideas de Reagan o Thatcher ahora parecen añejas en el contexto presente. Viendo que muchos que las defendían ahora reniegan de ellas ¿No te parece?
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