viernes, 24 de abril de 2009

La Hegemonía que hay que vencer

Tanto la Concertación como la Alianza pretenden enarbolar un discurso de “novedad y cambio” a todo nivel en cuanto a sus candidatos presidenciales, aún cuando en términos concretos ambos son parte de la elite de la hegemonía dominante que no pretende cambiar nada.

Las coaliciones hegemónicas se están viendo obligadas a diferenciarse cada día más ante la ciudadanía para mantener ese espejismo democrático sustentado en el sistema electoral binominal. Sin embargo en ese proceso están demostrando que son profundamente parecidas y no representan alternativas distintas.

Tanto Piñera como Frei han planteado incluir “rostros nuevos” en sus campañas y en sus eventuales gobiernos, con el objeto de “renovar las formas y prácticas políticas”. La idea de fondo en todo esto es mostrarse como una universalidad no excluyente, cuestión clave para hablar de una pretensión de hegemonía. Más aún si consideramos que tal como plantea Laclau, una formación hegemónica incluye a lo que se le opone, y que esto último acepta el sistema de articulaciones (modos y prácticas) que impone dicha formación.

Por lo mismo, esta “inclusión” es sólo un maquillaje para ocultar un hecho cada vez más claro: Los miembros de la clase política, estructurada en torno a la hegemonía dominante, están más envejecidos, faltos de proyectos políticos y ensimismados en el poder. En definitiva están cada vez más oligarcas.

Peor aún, dicho adorno sirve para ocultar que las formas y prácticas políticas imperantes –como el cuoteo político a destajo y la partidocracia- que tanto desprestigio ha traído a la actividad política e ineficiencia y corrupción al Estado, no cambiarán en nada, sea quien sea el presidente y sus asesores.

Y no cambiarán en nada mientras la institucionalidad que las sustenta no cambie. Es decir, mientras parte de la hegemonía dominante no cambie. En otras palabras mientras no se articule un cambio que desamarre el universo político, reducido a campo electoral.

Por eso da lo mismo si llega uno u otro candidato -que no pretende cambiar el orden institucional- pues el cierre del universo político y las malas prácticas que eso conlleva, seguirán porque son esos marcos de acción los que dan la pauta para tal modus operandi de los individuos. No considerar esto es creer ilusamente que hay personas buenas un ciento por ciento en un lado y malas en otro en términos polares absolutos.

Lo cierto es que las personas siguen siendo imperfectas, mientras que las instituciones son las perfectibles. Ya lo decía Montesquieu.

La hegemonía dominante es amplia, cubre casi todos los espacios sociales, públicos e individuales de forma oculta.

Sin embargo, podemos verla objetivada en instituciones formales como la Constitución Política, el sistema electoral, algunos partidos políticos, el sistema educacional, los medios de comunicación, etc. Y también en instituciones informales como la falta de sentido comunitario –y todo lo que ello conlleva-, la desafección política y la sociedad civil débil.

Todas siguen reproduciéndola y haciéndola legítima. Naturalizándola como si fuera un orden previo.

Es a través de estos aparatos que se establece desde arriba lo legítimo a discutir y proponer, se construyen –o más bien impone y crean- los intereses de los ciudadanos y se moldean las voluntades colectivas (individuales). Siempre dentro de los límites que la propia hegemonía permite, nunca más allá.

En definitiva, es a través de estos aparatos que se imponen las alternativas a la ciudadanía, que al igual que los habitantes de una aldea aislada, no conocen otra forma ni modo de pensar el mundo, más allá del que los jerarcas de turno les permiten.

La primera tarea de los ciudadanos para romper con la hegemonía es ver que hay y pueden crear sus propias alternativas. Sus propias hegemonías echarlas a competir. Esa es la verdadera esencia de la Política.

4 comentarios:

Javier Bazán Aguirre dijo...

Parece que no te convence mucho el Obama veintañero chileno que va cambiar la política para siempre.

PD: También me llamó la atención tu referencia como repúblicano.

saludos

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Del republicanismo escribiré algo pronto, tengo que terminar un libro eso sí.

Saludos

Javier Bazán Aguirre dijo...

Espero verlo pronto en las librerías.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Javier, me refería a terminar de leerlo.

En todo caso, tengo como 3 libros que empezar-terminar. Tengo que sentarme y hacerlo.

Pero hay tantas cosas que se piensan...