Mientas la estructura electoral está encauzada a restringir el número de opciones políticas en pro del bipartidismo, lo cierto es que la atomización y falta de acuerdo al interior de las coaliciones se hace cada vez más notoria, demostrando el agotamiento de los conglomerados hegemónicos.
El sistema de dos coaliciones, la Alianza por Chile y la Concertación, parecen encontrarse en un momento crítico. Ambas fuerzas políticas presenten –en mayor o menor medida- fracturas al interior de sus pactos que han atomizado las posiciones de sus actores partidarios e individuales, y que en algunos casos han dado paso al surgimiento de organizaciones fuera de los pactos como el PRI y el MAS.
Lo anterior es el reflejo del agotamiento político, no sólo interno sino también externo, que conlleva el sistema de coaliciones, debido a la cada vez más baja representatividad que generan sus partidos en el electorado y el creciente inmovilismo en cuanto a la aplicación de políticas, al dar éstos prioridad al mantenimiento de los conglomerados, inhibiendo la discusión y el desarrollo de nuevos proyectos políticos importantes.
Así, aunque hace meses está claro quién es el candidato de la derecha, la UDI aún no lo reconoce como candidato de la coalición, a la espera del surgimiento espontáneo de un rostro propio (como José Antonio Kast). Por lo mismo, tampoco existe consenso en cuanto a un proyecto político claro.
Por otro lado, el establishment de la Concertación y las directivas centrales de los partidos se dividen en varios frentes principales y posibles, Lagos, Insulza y Frei, mientras con ello profundizan la distancia con otros de sus sectores que también comienzan a levantar sus propias opciones como Jorge Arrate en el PS, José Antonio Gómez en el PRSD, incluso a riesgo de generar nuevas rupturas, como ocurre actualmente con Alejandro Navarro.
A lo anterior se suma la izquierda extraparlamentaria, que también se divide en varias opciones, como Tomás Hirsch y Guillermo Tellier sin realmente definir una opción política clara.
Este escenario de creciente atomización y donde las coaliciones hegemónicas y sus sectores dominantes parecen dividirse sin un rumbo ni un proyecto político claros, mientras agudizan sus tendencias oligárquicas, se vuelve favorable para propiciar el surgimiento de un nuevo pacto político, democrático y ciudadano transversal. Es decir, crear una hegemonía alternativa desde la sociedad civil, desde las bases.
Un acuerdo que aune las fuerzas e intereses de diversas sectores, corrientes políticas y actores sociales, a través de las cuales se constituya un proyecto político modernizador y de desarrollo de largo alcance, inclusivo, democrático, respetuoso de la democracia y los derechos humanos, tolerante, a favor de las libertades, derechos y bienestar de todos los ciudadanos, cuyo primer objetivo debería ser cambiar la actual Constitución política y constituir una nueva carta magna hecha por todos los chilenos.
El sistema de dos coaliciones, la Alianza por Chile y la Concertación, parecen encontrarse en un momento crítico. Ambas fuerzas políticas presenten –en mayor o menor medida- fracturas al interior de sus pactos que han atomizado las posiciones de sus actores partidarios e individuales, y que en algunos casos han dado paso al surgimiento de organizaciones fuera de los pactos como el PRI y el MAS.
Lo anterior es el reflejo del agotamiento político, no sólo interno sino también externo, que conlleva el sistema de coaliciones, debido a la cada vez más baja representatividad que generan sus partidos en el electorado y el creciente inmovilismo en cuanto a la aplicación de políticas, al dar éstos prioridad al mantenimiento de los conglomerados, inhibiendo la discusión y el desarrollo de nuevos proyectos políticos importantes.
Así, aunque hace meses está claro quién es el candidato de la derecha, la UDI aún no lo reconoce como candidato de la coalición, a la espera del surgimiento espontáneo de un rostro propio (como José Antonio Kast). Por lo mismo, tampoco existe consenso en cuanto a un proyecto político claro.
Por otro lado, el establishment de la Concertación y las directivas centrales de los partidos se dividen en varios frentes principales y posibles, Lagos, Insulza y Frei, mientras con ello profundizan la distancia con otros de sus sectores que también comienzan a levantar sus propias opciones como Jorge Arrate en el PS, José Antonio Gómez en el PRSD, incluso a riesgo de generar nuevas rupturas, como ocurre actualmente con Alejandro Navarro.
A lo anterior se suma la izquierda extraparlamentaria, que también se divide en varias opciones, como Tomás Hirsch y Guillermo Tellier sin realmente definir una opción política clara.
Este escenario de creciente atomización y donde las coaliciones hegemónicas y sus sectores dominantes parecen dividirse sin un rumbo ni un proyecto político claros, mientras agudizan sus tendencias oligárquicas, se vuelve favorable para propiciar el surgimiento de un nuevo pacto político, democrático y ciudadano transversal. Es decir, crear una hegemonía alternativa desde la sociedad civil, desde las bases.
Un acuerdo que aune las fuerzas e intereses de diversas sectores, corrientes políticas y actores sociales, a través de las cuales se constituya un proyecto político modernizador y de desarrollo de largo alcance, inclusivo, democrático, respetuoso de la democracia y los derechos humanos, tolerante, a favor de las libertades, derechos y bienestar de todos los ciudadanos, cuyo primer objetivo debería ser cambiar la actual Constitución política y constituir una nueva carta magna hecha por todos los chilenos.
4 comentarios:
En primer lugar, por lo que veo sacaste tú Magister. Felicitaciones por tú logro.
En segundo lugar, en la Alianza no veo fractura como ocurre en la Concertación y en la izquierda extraparlamentaria.
En la Alianza hay varios precandidatos, Mathei, Piñera, Kast, incluso podría incluir a Flores y Zaldívar. Los tres primeros tendrán matices de diferencia. El problema es que los tipos en la Alianza son caudillistas. Yo, creo, las bases de la Alianza están por una primaria. Algo que nunca ha ocurrido, que leharía bien al país.
Ellos no se ven como precandidatos, sino como candidatos. Los políticos de la Alianza actúan al revés de los cristianos, por así decirlo, para el común el que haya varios precandidatos es sinónimo de división, y no lo ven potenciador.
Javier, no sé si es tan cierto lo que planteas, pues si consideras que aún cuando tienen al candidato con más posibilidades -según las encuestas- la UDI no se decide por éste.
Ah, gracias por las felicitaciones.
Defendí el grado ahora en octubre.
Tanto la UDI como RN son caudillistas.
Sin embargo, las encuestas están revertirlas. Piñera tal vez como Lagos quieren lo nominen a él, sin primarias. Por eso, Lagos no se ha pronunciado por las primarias.
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