martes, 18 de noviembre de 2008

La pertinencia de Robert Michels en el actual escenario político chileno

Robert Michels publicó su obra Los Partidos Políticos en 1911, donde expuso su famosa Ley de hierro de la oligarquía, que plantea que toda organización eficiente siempre necesitará un liderazgo fuerte, cuya constitución se basará en la creciente concentración de la cúpula dirigente, lo que irremediablemente irá en desmedro de la democracia interna.
Basado en análisis en torno al Partido Socialista Democrático alemán de su época, llegó a la conclusión de que ninguna organización es democrática en sus estructuras internas, debido a una irremediable y creciente tendencia hacia la oligarquía.
Michels planteaba que las funciones técnicas y administrativas cada vez más complejas derivan en más burocracia y finalmente en oligarquía en cualquier estructural organizacional, ya sea un partido político, un gremio, una empresa, etc.
La concentración del poder ocurriría en base a la competencia entre las elites de cualquier entidad organizacional dada, donde dichos grupos se centran esencialmente en lograr el control de los bienes con que cuenta la organización –ya sean estos patrimoniales, políticos o simbólicos- y que son siempre limitados.
En esa pugna, las elites dirigentes más fuertes se van posicionando sobre otras, las absorben, las cooptan, las reducen, las reposicionan o las disuelven, reduciendo su número dentro del campo de competencia, lo que termina por estabilizar su dominio.
Según Michels, la estabilización del dominio dará paso a la sustitución de los fines últimos por los fines instrumentales de la organización, marcando entonces una creciente rigidez ideológica, que en definitiva se traducirá en tendencias cada vez más conservadoras por parte de la clase dirigente.
Lo anterior derivará en que la elección de líderes se realizará mediante cooptación o mediante procedimientos que Linz llama de partidocracia, que tienen carácter oligárquico pero que son presentados como procesos democráticos al interior de la organización.
Sin embargo, a pesar de sus aportes teóricos, Michels dejó muchos planteamientos sin concluir. Así por ejemplo, no abordó de manera profunda los problemas que genera la inevitable concentración (reducción) de los cuadros dirigentes en cualquier elite y en sus organizaciones, en cuanto a la propia organización.
Ésta, indefectiblemente generará rupturas internas entre las capas dominantes, debido a la profundización de la dicotomía entre eficiencia -en cuanto a mantener el poder, obtener dividendos electorales y bienes políticos que se vuelven cada vez más escasos- y la democracia interna -en cuanto a mantener vías de comunicación entre las bases y las distintas cúpulas dirigentes-.
El agotamiento interno de las elites -por el paso del tiempo, por malos cálculos políticos, por deterioro del discurso común unificador o por disminución en los bienes a repartir, y más importante aún, por falta de nuevos cuadros o miembros- no sólo generará paulatinamente falta de cohesión entre sus miembros dirigentes, sino que irremediablemente afectará la legitimidad de la elite dominante con respecto a sus bases de apoyo.
Este fenómeno es apreciable a nivel de coaliciones de gobierno, partidos políticos, dirigencias deportivas, vecinales, o de cualquier índole.
A nivel político partidario, este fenómeno puede ocurrir simultáneamente en una coalición de partidos, cuyos actores entran en una fase aguda de concentración -y posterior agotamiento- de la elite dirigente, que luego se expande a todo el conglomerado y sus suborganizaciones.
Las pugnas internas al interior de algunos partidos o coaliciones en torno a los liderazgos y el control discursivo de la organización y sus bienes -materiales y simbólicos- pueden tener como resultado diversos fenómenos como la expulsión o renuncia de algunos miembros y el desarrollo creciente de fraccionamientos profundos.
En este sentido, el actual escenario pre-presidencial, donde existen fuertes pugnas internas, distanciamiento entre los liderazgos y decisiones que parecen en muchos casos arbitrarias, tanto al interior de las coaliciones como dentro de sus partidos constituyentes, parece demostrar en parte algunos de los planteamientos de la Ley de Hierro de la Oligarquía de Michels.

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