miércoles, 26 de octubre de 2011

El Stato quo mercantilista no es libre mercado


En un artículo publicado en ElCato.org, titulado Falacias del discurso igualitario, Axel Kaiser plantea una crítica a lo que llama demandas por igualdad a nivel mundial, en alusión a los movimientos de protesta en diversas partes del planeta como España, Estados Unidos y Chile.

Dice: El mundo atraviesa por una creciente demanda por igualdad sobre la cual vale la pena reflexionar dado el inevitable impacto que tendrá sobre los sistemas económicos y sociales”.

Como primera idea, se podría decir que eso que él llama demandas por igualdad, son más demandas de diverso tipo contra el privilegio sustentando en el poder estatal en diversos países, y no tanto demandas por igualdad en un sentido general. Aunque ciertamente tienden a confundirse a simple vista.

Y claro, desde el punto de vista de la Libertad, las demandas por igualdad en un sentido general y sin ninguna clase de análisis en cuanto a la igualdad, pueden ser vistas al filo del igualitarismo, y por tanto como riesgosas para la primera.

No obstante, si aceptamos que las demandas por igualdad, son más bien contra el privilegio, y además nos preguntamos: ¿Cómo se ha producido la acumulación de riqueza y la propiedad en los actuales sistemas económicos y sociales del mundo?

La respuesta se torna más compleja de lo que plantea Kaiser.

Él, al igual que muchos liberales, sustenta toda su argumentación en un a priori dudoso: da por hecho que los derechos de propiedad y la riqueza vigentes y existentes, surgen y son fruto del libre intercambio.

Es decir, como planteaba Rothbard, da por sentada la validez de “todos los títulos de propiedad existentes, esto es, títulos de propiedad y derechos, decretados por el mismo gobierno que es condenado como un agresor crónico”.

Y claro, al no preguntarse si la riqueza y la propiedad son o no “fruto de la arbitrariedad de los aparatos estatales como hoy ocurre en gran medida” (Alberto Benegas Lynch), considera que “no es justo ni económicamente racional que quienes ganan más paguen proporcionalmente más de sus ingresos”.

Pero lo cierto es que en muchos países, como los latinoamericanos por ejemplo, muchas privatizaciones se han efectuado en base a la afinidad de algunos con la camarilla de gobierno de turno, y además, los sistemas impositivos son más bien regresivos, de claro carácter mercantilista, a favor de los grandes propietarios, en desmedro de los medianos y pequeños. Las cargas tributarias las asumen no sólo los más pobres sino también las clases medias productivas, que terminan financiando la riqueza y derechos de propiedad de los más ricos corporativos y políticos.

Como Kaiser no se pregunta esto, es decir si la riqueza y los derechos de propiedad han surgido por el libre mercado; o si han surgido por privilegios y prebendas otorgados por el Estado, gracias a la alianza con el poder político, fácilmente llega a decir: “el problema de desigualdad en muchos países, entre los que destaca el caso de Chile como uno de los más desiguales del mundo, dice relación esencialmente con los ingresos autónomos, esto es, con la productividad de las personas”.


Kaiser cae en una falacia al dar por sentado que es un error dudar que “aquel que ha acumulado mayor riqueza no ha contribuido simultáneamente en mayor medida a aumentar el bienestar de la sociedad”. Pero si tomamos en cuenta a los nuevos grandes ricos después de los rescates estatales en algunos países, o como se sustenta el monopolio de algunas corporaciones, la duda es legítima y necesaria.


Y entonces, lo que plantea como una defensa del libre mercado y la Libertad, se torna una defensa del stato quo mercantilista, cuando dice: “en el caso chileno, el Estado ya transfiere lo suficiente a los grupos desfavorecidos como para disminuir sustancialmente la brecha de ingresos derivada del delta de productividad”.


Su argumento de la productividad de las personas no se sostiene. El argumento de una estructura mercantilista que favorece el privilegio en desmedro de la libre competencia, es lejos más realista.

Quizás sería bueno recordarle lo que decía Frédéric Bastiat (1801-1850) en Propiedad Y Ley: “¿Qué demandan hoy las clases sufrientes? No demandan otra cosa que lo que han demandado y obtenido los capitalistas y los propietarios de bienes raíces. Ellos demandan la intervención de la ley para equilibrar, ponderar, igualar la riqueza. Lo que se hizo por medio de la aduana, quieren se haga por otras instituciones, pero el principio es siempre el mismo, tomar legislativamente de los unos para darle a los otros, y por cierto, puesto que son ustedes, propietarios y capitalistas, quienes han hecho admitir este funesto principio no exclamen luego si los más desdichados que ustedes les reclaman el beneficio".

Porque claro, como el mismo Kaiser dice “es hora de que en el mundo y especialmente en América Latina transitemos, de un discurso centrado en la igualdad y distribución de riqueza, a uno basado en la libertad y creación de riqueza”.

Y podemos –y deberíamos agregar- una libertad basada en el libre mercado y no en el mercantilismo imperante.


11 comentarios:

vicente dijo...

El mercado libre se sostiene sobre la propiedad privada y la libertad económica.
A algunos sólo les interesa la propiedad privada y son enemigos del mercado. A éstos les encantan las regulaciones y proteccionismos de todo tipo porque constituyen una poderosa barrera de entrada a nuevos competidores.

Mario Abbagliati dijo...

En este análisis hay que hilar fino para separar la paja del grano, no toda empresa grande lo es gracias a la regulación estatal. Por poner un ejemplo de actualidad, ¿ tiene algo que ver con privilegios estatales que Apple sea la mayor empresa por capitalización bursatil?

vicente dijo...

De acuerdo, no se debe generalizar

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Estimado Mario, por eso planteo la duda como base para intentar responder a tales dilemas.

Y bueno, habría que estudiar la historia de la empresa, sus nexos y actuaciones.

Saludos

Mario Abbagliati dijo...

Un punto intersante sobre el tamaño de la empresa es el que plantea Rothbard y que es una extensión de la idea de Mises sobre el cálculo económico en el socialesmo: cuanto más alejada esté la toma de decisiones de los precios de mercado más problemas tendrá la empresa para asignar los factores de producción.

mises.org/journals/rae/pdf/RAE9_2_1.pdf

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Sí, pero no nos desviemos del tema. Acá el punto es si damos por sentado que la riqueza y la propiedad vigentes son producto del libre intercambio o del favoritismo estatal.

Y a partir de eso, evaluar si las demandas de los indignados en USA, y otros países son infundadas como plantea Kaiser.

Y ojo, que una clave es entender que una cosa es rechazar el privilegio, y otra es propender el igualitarismo extremo.

Mario Abbagliati dijo...

Ok, pero hay que diferenciar.

¿Es la fortuna de Steve Jobs de la misma naturaleza que la del gerente general de una empresa priveligiada?

¿Hay competencia en rubros altamente regulados? Seguro que consideras a la banca como parte del entramado mercantilista, pero no hay duda que los diferentes actores compiten por sostener y aumentar su cuota de mercado.

¿Qué definición de monopolio utilizamos?

Las demandas son parcialmente infundadas porque los indignados son también buscadores de rentas y yerran en el análisis al poner el acento en el lucro.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

No sé cómo hizo su fortuna Steve Jobs.

Pero tengo claro que los bancos obtienen privilegios y barreras de entrada, por parte del Estado. Y claro, compiten entre ellos, pero no dejan que nadie más preste dinero por ejemplo.

Y ahí está el tema, en analizar como han surgido y se han sostenido ciertos monopolios. Por ejemplo el de la energía.

En cuanto a los indignados, efectivamente, hablamos de miles de individuos, que operan según sus intereses particulares, y que quieren ganar algo. Pero acá el punto no es decir que los indignados tienen la razón de manera total, sino preguntarse si es correcto decir que no la tienen en absoluto, argumentando que la riqueza y la propiedad en su totalidad han surgido del libre mercado.

En el fondo, esto es similar a la discusión que se daba cuando la muchedumbre cuestionaba los privilegios de los amigos del rey, guardando las proporciones.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

No sé cómo hizo su fortuna Steve Jobs.

Pero tengo claro que los bancos obtienen privilegios y barreras de entrada, por parte del Estado. Y claro, compiten entre ellos, pero no dejan que nadie más preste dinero por ejemplo.

Y ahí está el tema, en analizar como han surgido y se han sostenido ciertos monopolios. Por ejemplo el de la energía.

En cuanto a los indignados, efectivamente, hablamos de miles de individuos, que operan según sus intereses particulares, y que quieren ganar algo. Pero acá el punto no es decir que los indignados tienen la razón de manera total, sino preguntarse si es correcto decir que no la tienen en absoluto, argumentando que la riqueza y la propiedad en su totalidad han surgido del libre mercado.

En el fondo, esto es similar a la discusión que se daba cuando la muchedumbre cuestionaba los privilegios de los amigos del rey, guardando las proporciones.

Mario Abbagliati dijo...

Hay que reconocer que son tiempos difíciles y que en muchas ocasiones el dialogo es imposible. El problema con los indignados es que tienen una posición ideológica contraria al mercado y una concepción utópica de la libertad, donde ésta es sinónimo de ausencia de obstáculos.

Por ejemplo, las utilidades de las AFP se están instalando como tema de debate público y se menciona la necesidad de que haya elección. Sin embargo, nadie cuestiona que el Estado tenga el poder de obligar a cotizar. Nadie se pregunta cómo es que si las utilidades son tan altas no surgen nuevos actores. Tampoco se quiere enfrentar que si los salarios son tan bajos en Chile ningún sistema de pensiones será capaz de proveer una remuneración adecuada. Si se va a un sistema de reparto público el tema se politizará y a la larga el país se terminará endeudando en el futuro para ganar votos en el presente.

Los indignados son parte del problema, no de la solución, sus medias verdades pueden resultar incluso más dañinas.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

El sistema de AFP es un claro ejemplo de mercantilismo...¿Por qué me obligan a cotizar en una AFP y no me permiten elegir en otras empresas como aseguradoras?

Lo mismo pasa con las Isapres.

Negocio redondo entre quienes controlan el Estado y sus amigos corporativos.