jueves, 16 de diciembre de 2010

CUANDO ROBAR ES UN TRABAJO

Las cárceles seguirán atestadas y probablemente se seguirán construyendo más en los próximos años, porque nadie se ha preocupado de los códigos del Hampa.

Los altos índices de reincidencia y la alta presencia de menores en actos delictivos, tiene relación con la poca atención a los aspectos informales que operan en la comisión de un delito.

Es claro que el marco institucional -formal e informal- determina las pautas de acción de todo individuo en un campo de actividad específico.

En el caso de la delincuencia como campo de acción, se produce una dualidad -una pugna- entre un marco formal amplio y totalizante, que es la legalidad del Estado de Derecho, y un marco informal, "los códigos del hampa" al que los sujetos que delinquen se someten individual y contextualmente.

ROBAR ES UN TRABAJO
Frecuentemente, las políticas anti-delincuencia se centran mayoritariamente en acciones posteriores a la comisión de un delito, y poco a prevenir éstos.

Se plantea aplicar con fuerza el marco formal del derecho sobre el cuerpo de los sujetos -la prisión, la detención- pero muy poco se hace en torno al marco informal en el que la mayoría de éstos fueron educados, se criaron, desarrollaron y se desempeñan en el medio libre.

Dicho marco informal es el que prevalece por sobre el respeto al marco formal legal, y la aplicación por parte del Estado del mismo mediante la privación de libertad, lo que se ve reflejado en la poca reinserción social y los altos índices de reincidencia delictiva.

Los bajos índices de escolaridad –no sólo por la ineficiencia estatal en ese ámbito- es un reflejo de esa pugna, con las prácticas del entorno social delictivo, internalizadas desde la infancia por los niños en riesgo social, que terminan por ser aceptadas y muchas veces naturalizadas por los sujetos en su vida adulta.Robar es un trabajo.

Es decir, el gobierno físico de los sujetos, su control mediante el marco institucional legal, se vuelve de corto alcance tanto en la reclusión y como en el medio libre, donde el campo delictual –el habitus- es hegemónico, debido a la existencia de un marco informal que gobierna psicológicamente las prácticas, intereses, acciones y contextos.

No es extraño entonces, que delincuentes encarcelados, aprovechando los vacíos e incongruencias del sistema penal, sigan delinquiendo a través de diversos medios que les permiten romper las barreras físicas de la prisión, como celulares, familiares, etc. Tampoco es infrecuente, que una vez cumplidas sus condenas, retomen sus actividades delictivas y se "reinserten a sus medios delictuales libres".

Lo anterior incide, en que el marco informal que se desarrolla en torno a actividades delictivas -que en definitiva lo son por ser contrarias al marco legal imperante- se conviertan en el marco formal que sustenta la instauración de una verdadera moral delictual.

Se produce entonces una especie de dimensión paralela a los espacios simbólicos donde el Derecho impera y donde la mayoría trata de desenvolverse.

CARCÉL, LA MORAL DELICTUAL FORMALIZADA
Bajo el punto de vista anterior, la cárcel se vuelve un espacio material donde las instituciones informales de la delincuencia se vuelven formales, y se convierten en ley interna para los reclusos e incluso de los agentes del Estado insertos en ella, como los gendarmes. En las cárceles impera la ley del hampa, la moral delictual, por sobre el Estado de Derecho.

La prisión se vuelve entonces, una especie de isla, donde la pugna entre la institucionalidad del Estado es vencida por la institucionalidad informal del hampa, que encuentra un espacio para expandirse, naturalizarse, fortalecerse y sobre todo reproducirse.

La cárcel deja de ser el lugar donde se pretenden transformar o eliminar las prácticas que son base del comportamiento delictual.

Con eso se rompen definitivamente los principios básicos de la cárcel, como lugar punitivo y de reinserción.

PD: ¿Cuán viable es un Política Pública que considera la utilización de la masa penal como mano de obra a concesión a empresas, mediante la racionalización del uso de la cárcel tanto para procesados como para condenados?

Es decir, cuan viable sería crear cárceles industria. 

4 comentarios:

crónica maquiavélicas dijo...

Depende. Si tiene una connotación de trabajo obligatorio, claramente no sería viable. Si tiene una connotación de oportunidad para utilizar el tiempo que sobra en el contexto de la privación de libertad y el espacio restringido para empezar a incorporar a los sujetos al marco formal, entonces me parece que sería no sólo viable, sino altamente deseable.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

La idea es que sea algo voluntario, pero que no depende de la voluntariedad, sino del establecimiento de incentivos que permitan que la incorporación sea masiva.

crónica maquiavélicas dijo...

Yo estoy muy de acuerdo en general con tu entrada.
Pero hay una parte en la que discrepo, que es esta:
"La cárcel deja de ser el lugar donde se pretenden transformar o eliminar las prácticas que son base del comportamiento delictual".

Creo que estas cargando a la cárcel con una tarea que no necesariamente está llamada a cumplir. La reinserción me parece absolutamente necesaria, y el estado tiene el deber de buscarle un espacio en la sociedad a las personas que ya han cumplido su pena. Es en programas que fomenten lo anterior, que creo que deberían estar los incentivos que mencionas. Incluso, se debería entregar herramientas de antemano para que las personas privadas de libertad ocupen esos espacios en la sociedad.

Pero de ahí a asegurar que es la cárcel el espacio donde esto debe suceder, creo que es poco realista. Hoy en día, con suerte podemos esperar de la cárcel una función de "control". Es decir, que los internos se encuentren segmentados y que se impida la "desocialización" que tu tan bien describes.
Más es, por ahora, utópico.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Concuerdo, quizás debería decir, la cárcel nunca ha sido el lugar donde se pretenden transformar o eliminar las prácticas que son base del comportamiento delictual.

Creo eso sí, aunque sea utópico, que ese lugar de control, también debería ser de preparación para la reinserción. De lo contrario, nunca rompemos el círculo.