Los atentados a la libertad de expresión, no sólo se pueden producir cuando el poder político se concentra, también cuando se concentran de forma privada los medios de comunicación. El caso de Venezuela e Italia son claros ejemplos de ambos procesos.
En Chile mucho se ha comentado la irrisoria orden -digámoslo así, de ser efectiva- dada a su llegada a Venezuela, a algunos visitantes extranjeros, de no criticar al gobierno de Chávez. Claramente eso es un atentado a la libertad de expresión (estemos o no de acuerdo con lo que alguien dice. Tal como dijo Voltaire hace mucho tiempo atrás).
En ese sentido, la pluralidad de medios de comunicación es clave y esencial para el desarrollo y mantenimiento de la democracia, la mayor competencia política, la mejor participación e interés en los asuntos ciudadanos.
Los ciudadanos tienen el derecho a acceder y producir información diversa y variada, desde la cual poder desarrollar sus criterios, entregar sus opiniones a otros y tomar decisiones. Ya lo hemos visto en cuanto a la colusión de las farmacias, las denuncias de corrupción en el gobierno y la oposición, el debate en cuanto al aborto, etc.
La libertad de expresión permite no sólo desarrollar el primer acto racional del ser humano (comunicar), sino también establecer una relación fluida a nivel de la política, entendida está como diálogo, competencia e intercambio de ideas entre los sujetos. Ahí radica la importancia de la libertad de expresión en cuanto a lo político. Sin libertad de expresión, lo político se suprime y entonces es probable que surja la violencia como método.
Por eso, la libertad de expresión es reflejo de que el poder no está totalmente concentrado en pocas manos y que permite a los ciudadanos expresar sus intereses, necesidades, opiniones, y sobre todo sus criticas a un gobierno.
Sin embargo, en base a esa relación entre libertad de expresión y política, existe la creencia de que la libertad de expresión sólo está en peligro cuando el o los gobernantes de turno (las elites en realidad), concentran y usan de forma inapropiada el poder político que ostentan, y comienzan a ejercer diversas presiones sobre los medios de comunicación que los cuestionan o crítican, a la vez que se apoderan de otros. Es decir, que la libertad sólo está en riesgo en cuanto a la concentración del poder político.
Sin embargo, lo cierto es que la libertad de expresión también corre enormes y serios riesgos cuando es otro el poder que se concentra -que no es específicamente el político- el económico.
La concentración de la propiedad de los medios de comunicación también conlleva riesgos a la libertad de expresión, a la pluralidad de ideas, y en definitiva a la democracia.
Quienes no consideran esto, parece que olvidan los lazos estrechos que existen entre ambos tipos de poder. Claramente lo peor ocurre si ambos -poder político y económico- se concentran en una sola unidad en un momento dado.
El caso del gobierno venezolano es un ejemplo del proceso habitual y más difundido de riesgo para la libertad de expresión (propagada generalmente por quienes concentran de forma privada los medios de comunicación).
El caso del gobierno venezolano es un ejemplo del proceso habitual y más difundido de riesgo para la libertad de expresión (propagada generalmente por quienes concentran de forma privada los medios de comunicación).
En ese proceso, desde el poder político que se concentra paulatinamente, se comienza a ejercer presión, primero sobre los medios opositores (luego incluso sobre los adherentes) y después sobre las personas, que son las generadoras de expresión e ideas.
La segunda forma de riesgo para la libertad de expresión, es un proceso no muy conocido ni menos difundido, por causa de la misma concentración privada de los medios de comunicación.
La segunda forma de riesgo para la libertad de expresión, es un proceso no muy conocido ni menos difundido, por causa de la misma concentración privada de los medios de comunicación.
Claro, ningún miembro de un oligopolio comunicacional que concentra cada vez más la propiedad de diversos medios, controla las líneas editoriales y lo que se maneja en la agenda pública, publicará y hablará de los riesgos que implica eso para la libertad de expresión y la democracia. Menos aún si esos miembros se relacionan con los gobiernos de turno sin problemas.
Lo cierto es que la libertad de expresión también está en riesgo cuando la propiedad de los medios se concentra en forma privada y sin contrapeso, dando paso a los mismos vicios que genera el primer tipo de riesgo: información sesgada, asimétrica, homogénea, poca contrastación de hechos, falta de veracidad, omisión, censura, etc.
Lo que probablemente varía entre un proceso y otro, es que el primero, el político es más notorio y generalmente se acelera en un momento determinado, mientras que el segundo se constituye lentamente, sin que nadie lo note realmente en sus efectos.
El caso de Berlusconi en Italia es el ejemplo claro del peligro que sufre la libertad de expresión, cuando los medios de comunicación se concentran en manos del poder privado. La libertad de expresión y de prensa prende de un hilo.
El caso de Berlusconi en Italia es el ejemplo claro del peligro que sufre la libertad de expresión, cuando los medios de comunicación se concentran en manos del poder privado. La libertad de expresión y de prensa prende de un hilo.
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