lunes, 26 de enero de 2009

Voto voluntario e inscripción automática: mejor cambiar el binominal

Para mejorar la democracia y la representación política, no basta con permitir un voto voluntario y facilitar la inscripción, sino que se necesita aumentar la inclusión y la competencia política.
En Chile 3,9 millones de chilenos en condiciones de votar hoy, no están inscritos en los registros electorales-por diversas razones- y sólo un 8% de los jóvenes menores de 30 años en edad de votar (que conforman el 36% del padrón electoral) lo hicieron. Es decir, la desafección con respecto a la democracia no es menor.
Lo anterior fue y es uno de los principales argumentos para establecer la inscripción automática y el voto voluntario.
Sin duda, facilitar el proceso de inscripción podría generar mayores incentivos para ejercer el derecho a voto, pero ¿Qué pasa con el voto? ¿Más aún con el voto voluntario?
Se supone que el acto del voto permite esencialmente establecer representación en cuanto a los asuntos de gobierno. A través del voto los electores, los ciudadanos eligen representantes entre diversas opciones.
Pero, ¿Qué ocurre cuando entre los posibles candidatos ninguno representa o satisface al elector? Es probable que el elector -ya inscrito- vote nulo, blanco o por "mal menor" según algún tipo de cálculo. Lo mismo ocurre con el no inscrito. Sus incentivos para inscribirse son menores pues considera que no hay nadie que represente sus intereses.
Eso es lo que ha ocurrido y está ocurriendo actualmente en Chile, donde el número de personas que votan blanco o nulo se ha triplicado desde 1990, junto a los que no se inscriben para hacerlo.
Lo anterior nos indica que el sistema político (sistema electoral y partidos) no está generando representación y peor aún cada vez se vuelve menos representativo.
Esto conlleva un riesgo mayor: la creciente desvalorización de la democracia como el mejor sistema para gobernar por parte de las personas.
Así lo refleja una encuesta del CEP, publicada en mayo del 2008, donde un 29% de las personas le da lo mismo un democrático que uno autoritario; y un 18% considera que en muchos casos puede ser preferible uno autoritario a uno democrático. La suma de ambos completa un 47% contra un 45% que opina que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno.
¿Por qué el sistema político se vuelve cada vez menos representativo y la democracia menos valorada?
Esencialmente porque aún se mantiene el sistema electoral binominal que genera diversos fenómenos como:
  1. Primero, inhibe la competencia política, pues mantiene cerrado el campo político y no permite la inclusión de nuevos y diversos actores de manera independiente, lo que desincentiva a los actores políticos ya insertos a mejorar sus gestiones e incluir nuevos asuntos, pues el sistema les garantiza un cupo aún cuando la ciudadanía intente castigarlos con el voto.
  2. Segundo, reduce la oferta de opciones para elegir que tienen los ciudadanos. El voto nulo o blanco entonces tiende a aumentar pues la rigidez interna del sistema se opone a la mayor diversidad del electorado, no sólo en términos etáreos, sino también culturales, ideológicos, etc.
  3. Tercero, reduce el campo político en cuanto a la discusión de nuevos asuntos. No permite el ingreso de nuevas ideas e issues (asuntos) a la discusión política, por lo que los crecientes nuevos intereses de ciudadanos más jóvenes quedan excluidos de los asuntos públicos y son relegados a las ONG. Es lógico entonces que no legitimen el sistema político vigente.
  4. Cuarto, el sistema binominal no va acorde con la creciente diversificación del electorado y sus nuevos intereses o representantes. Lleva a los independientes por ejemplo, a mantener acuerdos forzados con los partidos para poder participar del sistema, lo que termina por anteponer los cálculos electorales partidarios por sobre la representación y el cumplimiento de metas de acuerdo a los intereses de los electores. Esto, se traduce en que no hay coherencia posterior entre los electores y sus representantes.
  5. Quinto, instrumentaliza a los electores en cuanto al ejercicio del voto. En relación al punto cuatro, esto se traduce en que los votantes se consideran utilizados y por lo tanto consideran innecesario ejercer su derecho a elegir.
Todos estos fenómenos terminan por erosionar la legitimidad de la representación que se busca con la democracia. Se supone que ésta no consiste sólo en el acto de elegir a través del voto cada cierto tiempo, sino también de la posibilidad de elegir entre varias y diversas opciones, incluso de optar a ser elegido.
No sería malo considerar que la mayor parte de los que votan actualmente promedian sobre 50 años. Es decir, el próximo presidente de Chile, será decidido por los mayores de 50 años, mientras un resto importante de la población más joven ni siquiera vota. ¿Qué clase de legitimidad es esa?

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