martes, 2 de septiembre de 2008

El verdadero camino de servidumbre es la vuelta hacia un orden feudal bajo la ideología del libre mercado

La crisis financiera mundial en ciernes, parece no sólo reflejar la utópica infalibilidad de los mercados irregulados, sino también deja al descubierto la falsedad del consenso entre los economistas –más bien inventado por la ideología neoliberal- en torno al mercado desrregulado como ideal máximo de bienestar social.

Diversos economistas, como Joseph Stiglitz, Michael Hudson y Kenneth Rogoff, e incluso algunos empresarios connotados como George Soros, en los últimos meses han expresado fuertes críticas a la ideología neoliberal del libre mercado, y sus supuestos utópicos de autorregulación, competencia equitativa y racionalidad absoluta en las decisiones.

Hudson, ex economista de Wall Street y del FMI, ha sido claro en declarar que “los inversores extranjeros estaban tan obnubilados por la retórica del libre mercado, que terminaron creyéndose las fantasías de la “autorregulación” y de los mercados autorregulados tendentes al equilibrio, sin percatarse de la manifiesta tendencia del mundo realmente existente a la polarización económica y financiera.”

En ese diagnóstico incluso coincide George Soros, que plantea que debido a dichas ilusiones, “Reagan llegó a hablar de la magia del mercado. Ni qué decir tiene que muchos lo consideran una especie de santo. Pero los tan alabados mercados empezaron a cometer toda clase de excesos que ya no podían ser controlados. Los tipos de interés eran tan bajos en Estados Unidos que los bancos animaban a los ciudadanos a que cada vez pidieran más dinero prestado. Es algo sorprendente, casi irresponsable.”

Quizás por lo anterior, Kenneth Rogoff, profesor de Economía y Políticas públicas en la Universidad de Harvard, y quien fue economista en jefe del FMI, ha planteado que “el mundo como un todo necesita una política monetaria y fiscal más estricta. Es el momento de aplicar los frenos a este tren desbocado, antes de que sea demasiado tarde”.

Joseph Stiglitz va más allá y de forma irónica hace una crítica a la falta de consideración -y ejemplo de irracionalidad- de muchos ideólogos del libre mercado en cuanto a su propia mortalidad a la hora de defender la mano invisible, pues dice “los mercados sin trabas no funcionan bien por cuenta propia -una conclusión reforzada por la actual debacle financiera-. Los defensores de los mercados a veces admiten que fallan, incluso de manera desastrosa, pero sostienen que los mercados se autocorrigen. Durante la Gran Depresión, se escuchaban argumentos similares: el gobierno no necesitaba hacer nada, porque los mercados, a la larga, llevarían a la economía de nuevo al pleno empleo. Pero, como dijo John Maynard Keynes, a la larga todos estamos muertos”.

Pero las críticas no sólo apuntan a las fantasías de los neoliberales acérrimos en cuanto a la autorregulación, sino también a otra quimera, como la de creer que los mercados no regulados avanzan hacia un bien colectivo máximo. En esto es claro Michael Hudson, al decir que –por ejemplo, en relación a las políticas económicas adoptadas por Alan Greenspan- “su ideología le llevó al ideario de libre mercado, según el cual el sector financiero se autorregularía, y así, se comportaría honradamente. Pero lo que hizo fue abrir las compuertas de los diques de contención a los granujas financieros”.

Con lo anterior coincide Gabriel Jackson, historiador estadounidense, quien también plantea que “el mercado, si no se regula, es completamente amoral” y agrega que, “la actual crisis económica de Estados Unidos, que ahora está extendiéndose (esperemos que con menos gravedad) a Europa y los países de la costa del Pacífico, es en gran parte resultado de la desregulación llevada a cabo desde 1970”.

Quizás por lo mismo, Soros en cuanto a la actual crisis generalizada dice, “lo que estamos viviendo ahora: el final de un súper boom, el fracaso de una ideología equivocada”.

En relación a eso, Stiglitz es claro en decir que aunque “los defensores del fundamentalismo del mercado quieren atribuir la culpa del fracaso del mercado a un fracaso del gobierno”, lo cierto es que les faltó un mínimo de rigor intelectual pues olvidaron que aunque “Smith reconocía el poder de los mercados, también reconocía sus límites”.

John Cavanagh y Chuck Collins, investigadores del Institute for Policy Studies en la John Hopkins University, coinciden en esto y son claros en decir que la ideología neoliberal es “una fe ciega en el mercado como elixir mágico para resolver cualquier problema”.

El nuevo dominio Feudal Neoliberal: “La economía está retrocediendo por un camino que lleva a la servidumbre por deudas” (Hudson)
Desde el punto de vista político-social, las críticas plantean cuan peligrosa para las libertades y la democracia se está convirtiendo la ideología del libre mercado, que en el fondo parece esconder la pretensión –no sabemos si real o supuesta- de establecer un nuevo orden económico de explotación masivo.

Cavanagh y Collins, son muy directos al plantear que “durante las tres últimas décadas, los políticos adoradores del mercado y sus apoyos corporativos han ingeniado la más colosal redistribución de la riqueza de la historia mundial moderna, una redistribución de abajo arriba, de la población trabajadora a una minúscula elite global”.

Con lo anterior coincide Hudson al decir que “el modelo financiero ha sido un gran éxito desde el punto de vista de quienes se hallan en la cúspide de la pirámide (…). La economía se ha polarizado a punto tal, que el 10% más rico de la población posee el 85% de la riqueza nacional. Nunca antes el 90% de la población restante había estado tan endeudada, nunca antes había dependido tanto de los ricos”.
Eso sólo en Estados Unidos, en el resto del mundo, y comparando los países ricos con los países en desarrollo, debe ser peor.

Pero Michael Hudson es más osado aún y remata diciendo: “El poder de éstos sobrepasa con mucho al que hayan tenido en cualquier época de la que quede constancia estadística. Tiene usted que darse cuenta de que lo que ellos de verdad pretenden es arrasar la Ilustración, terminar con la filosofía moral y los valores sociales de la economía política clásica, que culminaron en la legislación de la Era Progresista, así como en las instituciones del New Deal. No pretenden que la economía sea más igualitaria, y no pretenden compartir poder. La codicia de la elite rica es (como bien observó Aristóteles) infinita”.

Para Gabriel Jackson, lo que se pretende tras la ideología neoliberal es desmantelar todo lo hecho durante la época en que el gobierno de Estados Unidos, “consciente de que el mercado era amoral, aprobó diversas leyes que exigían transparencia y libertad de información en las actividades de banca e inversiones, e impuestos progresivos sobre la renta y las plusvalías para sufragar los servicios sociales y limitar hasta qué punto los ricos se hacían cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres bajo el capitalismo descontrolado”.

Por lo mismo, Hudson plantea que “el camino de servidumbre no es el progreso económico públicamente patrocinado y estimulado; es, al revés, el desmantelamiento de la economía pública y del Estado, la disolución de las agencias reguladoras, a fin de crear una nueva elite de tipo feudal”.

Ese propósito, sería a nivel mundial, por lo mismo Stiglitz también es enfático en la necesidad de mostrar que “los países que aplicaron políticas neoliberales no sólo perdieron la apuesta del crecimiento, sino que, además, cuando sí que crecieron, los beneficios fueron a parar desproporcionadamente a quienes se encuentran en la cumbre de la sociedad”. En muchos casos, incluso esos dividendos fueron a parar a capitales extranjeros.

Hudson va más allá e indica que -y aunque a muchos les parezca descabellado- “la antigua Unión Soviética suministra un modelo de lo que los neoliberales querrían crear. No sólo en Rusia, sino también en los Estados bálticos y en otras antiguas repúblicas soviéticas, lo que se hizo fue crear cleptocracias locales, al estilo de Pinochet. En Rusia, los cleptócratas fundaron un partido local explícitamente pinochestista, el Partido de las Fuerzas de Derecha”.

Hay mucho material no difundido sobre como surgió la “cleptocracia” en Chile durante la dictadura de Pinochet gracias al sustento de la ideología neoliberal. Quizás sería bueno tomar en cuenta lo que plantea Hudson: “Imagine qué podría hacerse si los fondos de pensiones hubieran invertido su dinero en construir vivienda para sus contribuyentes, en vez de colocarlo en el mercado de valores para comprar y hacer pujas por las acciones que los altos ejecutivos y otros con información privilegiada vendían.”

Por lo mismo, Stiglitz ha planteado que “el fundamentalismo neoliberal del mercado ha sido siempre una doctrina política al servicio de ciertos intereses. Nunca ha recibido una corroboración de la teoría económica, como tampoco –ahora ha de quedar claro- de la experiencia histórica”.


Fuentes:
-¿El fin del neoliberalismo?
Joseph E. Stiglitz. Project Syndicate

-“El modelo financiero ha sido un gran éxito desde el punto de vista de quienes se hallan en la cúspide de la pirámide"
Entrevista a Michael Hudson en Counterpounch.

-El tren desbocado de la economía mundial
Kenneth Rogoff. Project Syndicate.

-Los ricos, el resto de los mortales y la democracia
John Cavanagh y Chuck Collins. The Nation.

-Si busca crecimiento, gire a la izquierda
Joseph E. Stiglitz. Project Syndicate.

-"Sin reglas, el capitalismo se destruirá"
Entrevista George Soros. ABC.

-Sobre la moral y el mercado
Gabriel Jackson. El País.

6 comentarios:

Chile Liberal dijo...

Justamente lo opuesto: el exceso de regulaciones permitió que los grandes financistas corriesen cada vez más riesgos.

¿La debacle de Fannie Mae y Freddie Mac se debe al mercado, o al hecho que ambas son entidades estatales?

Detrás de cada crisis, busquemos primero cómo el gobierno y el Estado han sido parte del problema, antes de culpar al mercado.

Además, ¿propones alguna solución?

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Creo que ninguno de los citados niega las responsabilidades gubernamentales.
Creo que Hudson es claro en decir que la culpabilidad del gobierno estadounidense en este caso recae en funcionarios como Greenspan y sus pésimas políticas económicas neoliberales.

De hecho, Fannie Mae y Freddie Mac no son entidades estatales, son compañías cuya propiedad -por mandato del Congreso de EE.UU.- está en manos de accionistas. Fannie Mae fue un organismo gubernamental hasta 1968.

Mientras tanto, si la culpa es del Estado ¿Por qué "comienzan las demandas de clientes y de la fiscalía de Nueva York contra los bancos de inversión que crearon y comercializaron los productos de alto riesgo causantes del contagio de la crisis"?

Chile Liberal dijo...

Tu pregunta:

si la culpa es del Estado ¿Por qué "comienzan las demandas de clientes y de la fiscalía de Nueva York contra los bancos de inversión que crearon y comercializaron los productos de alto riesgo causantes del contagio de la crisis"?

Ya fue contestada:

el exceso de regulaciones permitió que los grandes financistas corriesen cada vez más riesgos.


Aún no contestas qué solución propones.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Me gustaría que esa afirmación, en cuanto a que el exceso de regulaciones dio paso a mayores riesgos, la elaboraras en más detalle, específicamente diciendo cuáles fueron y de qué forma influyeron.

Con respecto a mi solución, creo que no existe una solución mágica e inmediata, pero concuerdo con los autores citados, en cuanto a que sí se debe evitar seguir promoviendo desrregulaciones a tontas y a locas.

Creo que sería más interesante, conocer qué solución propones y qué opinas de lo que plantean estos economistas, pues ese es el foco central del artículo.

Javier Bazán Aguirre dijo...

El mercado es solamente el libre intercambio de bienes y servicios entre personas. Por tanto, es moral, ya que no usa la violencia.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Quizás podría estar de acuerdo contigo Javier, sólo porque esa dimensión que mencionas es un abstracto y por lo tanto podemos atribuirle moral. Pero también podríamos decir que no tiene moral, lo que no implica que sea malo o bueno en sí. De hecho ¿Por qué atribuirle una moral?
Pero eso es en términos filosóficos.

Pero en términos prácticos, siempre he planteado que las regulaciones no son al mercado como abstracto, sino a los sujetos, que son los que actúan realmente en el mercado.