miércoles, 25 de julio de 2012

LA MARCHA DE LOS BASTONES


Las próximas manifestaciones no tendrán a jóvenes estudiantes secundarios y universitarios como protagonistas, sino a quienes luego de años de trabajo diario, al momento de jubilar se sentirán estafados por el sistema de AFP, amparado de manera mercantilista por el Estado chileno. La próxima gran marcha será la de los bastones.

Cuando en los 80´se implementó el sistema de AFP en Chile, se prometió a miles de personas que sus pensiones serían mejor administradas y más altas que en el antiguo sistema, pues la misión principal del sistema según la Superintendencia de Pensiones, era “asegurar un ingreso estable a los trabajadores que han concluido su vida laboral, procurando que dicho ingreso guarde una relación próxima con aquél percibido durante su vida activa”.

La cruda realidad de muchas personas que ahora comienzan a jubilar, y que comenzaron sus vidas laborales cuando se les impuso el sistema de AFP, es otra. Luego de trabajar años de manera estable, recibiendo sueldos relativamente decentes e incluso considerados altos, la mayoría terminará recibiendo pensiones al filo del sueldo mínimo. Según algunas estadísticas, del 1,5 millón de pensionados en Chile, más del 80% tiene jubilaciones de menos de 250 mil pesos. Y eso es sólo la punta del iceberg.

¿Qué tienen en común un médico, una enfermera universitaria, una profesora de castellano y una ex funcionaria de la Tesorería General de la República? Todos hace poco jubilaron y han visto reducidos de manera drástica sus ingresos.

El panorama para muchos como ellos que comienzan a jubilar y debutar como jubilados bajo el sistema de AFP no es alentador ni maravilloso, como en la publicidad donde se muestra a adultos mayores trotando en hermosos parques junto a sus nietos. Ahora no sólo están viejos, sino que más pobres, sin posibilidad de empleo, y en el peor de los casos, además enfermos, pagando Isapres que los castigan por ser adultos mayores.

No por nada, la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, planteó que el problema venidero es cómo hacer que la clase media logre jubilaciones con las cuales mantenga su nivel de vida. Sobre todo porque el año 2021, comenzarán a jubilar masivamente los pensionados puros del sistema de AFP (en 1981, se cambiaron de sistema casi un 70% de los trabajadores. Actualmente, un 98 por ciento de los trabajadores están en el sistema de AFP).

Según el economista Alberto Arenas, el 2021 habrá "un choque de expectativas, porque las personas pensaban que iban a jubilar con el 80% de su sueldo y eso dista mucho de la realidad".

El Fondo Monetario Internacional, en su reporte de Evaluación de Estabilidad del Sistema Financiero de Chile, hizo un análisis de los fondos de pensiones de los chilenos, haciendo notar el bajo retorno de las AFP, diciendo que: “Incluso los miembros con contribuciones consistentes a lo largo de sus vidas laborales podrían enfrentar problemas para alcanzar un 70% de tasa de reemplazo con sólo el 10% de contribución sobre los salarios”. Según algunos datos, la remuneración promedio de un cotizante dependiente es de alrededor 500 mil, mientras que el promedio de una pensión no supera los 180 mil.
Por ejemplo, según estimaciones de expertos, las mujeres que cotizan en AFP y que actualmente tienen 50 años, a los 60 años obtendrán una pensión cercana a los 92 mil pesos. Es decir, 14 mil más que la Pensión Básica Solidaria, a la que accede un millón de chilenos, sin haber cotizado un solo peso.

Es decir, contrario a lo que “soñaba” José Piñera, la población activa si tendrá que subsidiar las pensiones de los jubilados, lo que implica la eventual bancarrota a medida que envejece la población. Según el economista del CENDA, Gonzalo Cid; “el 60 por ciento de las pensiones pagadas por las AFP entre 1982 y 2009, supuestamente con fondos privados, han sido con fondos del Estado”.

En otras palabras, con las AFP se cumple lo que José Piñera atribuía al antiguo sistema de pensiones: “el resultado final para el trabajador jubilado es el mismo: ansiedad en su edad avanzada, creada, paradójicamente, por la inseguridad inherente del sistema al que se llama de seguridad social”.

Lo anterior, aunque el sistema de AFP presenta altos porcentajes de rentabilidad para un grupo de 6 empresas (en septiembre de 2011, alcanzaban los 132.661 millones de dólares, tres veces el presupuesto de Chile). La ganancia por cotizante —que suman 4.726 millones— es de casi 200 millones de dólares en utilidades netas. No obstante, las primeras generaciones de jubilados bajo el sistema van a pasar a engrosar las filas de ancianos pobres del país.

Eso, aún cuando en 2012, y en cifras dadas por el propio José Piñera: “el sistema de AFP ha generado un capital de 190.000 millones de dólares, equivalente a un 80% del PIB de Chile”.

Según el economista, Alejandro Maureira, “en base a cifras de la superintendencia de Pensiones, entre 2004 y 2011 la rentabilidad de las AFP superó en casi cinco veces lo obtenido por los ahorros de las personas que cotizan obligatoriamente en el sistema”.

 Alguien se está haciendo muy rico a costa de las personas comunes, y el Estado es cómplice de ese asalto institucionalizado. Esto no es libre mercado.

Pensionados cautivos del mercantilismo
El sistema de AFP no es libre mercado, no sólo por estar concentrado en 6 entidades (Capital con 1.920.586 afiliados; Cuprum con 612.458; Habitat con 2.169.113; Modelo con 350.084; Planvital con 393.289 y Provida con 3.490.68); sino también porque el Estado establece una demanda cautiva para las Asociaciones de Fondos de Pensión. No hay libertad de elegir qué hacer con el dinero para la pensión.

Según José Piñera, el sistema ideado por él y fundado en noviembre de 1980 mediante los decretos leyes 3.500 y 3.501, sustituyó su sistema de pensiones de reparto operado por el Estado, por un sistema de capitalización individual administrado por empresas privadas, en el marco de una economía de libre mercado (sic).

¿Libre mercado? ¿Qué tiene de libre mercado el hecho que el Estado obligue a las personas a aportar mensualmente el 10% de sus sueldos brutos a entidades que sólo el Estado habilita o “certifica” para tales efectos, y que además, una vez jubiladas deben pagar impuestos a la renta sobre la cantidad que retiran como pensión?

Peor aún, los cotizantes cautivos no tienen ninguna clase de herramienta ante las pérdidas –a costa de su patrimonio- que en las sucesivas crisis económicas producen los especuladores financieros, como en 1982-83; en 1998-99; 2008-2009. Las AFP cobran a sus usuarios comisiones aunque sus fondos pierdan.

Incluso, les cobran aún cuando invierten sabiendo el riesgo de pérdidas como ocurrió cuando algunas entidades (Cuprum y Capital) invirtieron al margen de la ley en Bonos de La Polar, siendo la propia Superintendencia de pensiones la que dictaminó que deben indemnizar a sus afiliados del Fondo E por las pérdidas generadas.

O sea, los cotizantes tampoco tienen herramientas para determinar en qué forma se usan sus dineros. Así, por ejemplo, según el economista Gonzalo Cid, el año 2008 el 70% se invirtió en 10 empresas, entre las que destacan: el grupo Matte, Cencosud, Entel, Copec, Endesa, CMPC, Falabella, D&S y Soquimich. Entre las empresas en que se invirtió se encuentra La Polar, una empresa que a todas luces presentaba problemas serios de caja. El caso de AFP Capital es decidor. Compró 60 millones de dólares en acciones de La Polar a $2.600 pesos por acción, dos días después de hacerse pública la posible quiebra de la empresa, haciendo perder a sus afiliados 35 millones de dólares.

Gonzalo Durán, economista de la Fundación Sol, explica que esta lógica se debe al carácter obligatorio de la cotización y a que la gran mayoría de los clientes de AFP no conocen la situación de sus fondos como para cambiarse de una mala AFP antes de un descalabro. Entonces, “los fondos pueden desplomarse e incluso evaporarse, producto de la lógica de Casino que impera en este negocio, y, ello no significa mella alguna en las utilidades de las AFP: gana la empresa, pierden los clientes de las AFP, es decir los trabajadores”.

¿Quién asume la responsabilidad por ese mal uso del dinero de miles de cotizantes cautivos, cuyos dineros son usados en empresas enfermas o irresponsables? Nadie.

Una ironía. Jose Piñera decía que el día que se funda el sistema de AFP “fue el día en que los trabajadores ganaron la libertad de controlar sus recursos para el retiro y se liberaron de "las cadenas" del seguro social estatizado”. Pero la verdad es que los trabajadores cayeron en un sistema mercantilista, no un sistema libre de pensiones.

En el sistema de AFP, no existe el necesario vínculo entre derechos y deberes, que José Piñera decía no tener el antiguo sistema, y que supuestamente iba a generar el sistema de AFP. Y eso que planteaba que: “Estas empresas no pueden realizar ningún otro tipo de actividades y están sujetas a una vigilancia estricta por parte de una superintendencia técnica creada para ejercer esta labor”.

Por eso, Gonzalo Durán dice que básicamente las AFP se enriquecen gracias a tres factores: es una inversión sin riesgo, que se lleva a cabo en un mercado altamente concentrado y con escasa información para sus clientes. Por lo mismo, el economista Alejandro Maureira plantea que  la comisión que nos cobran las AFP, “debiera fijarse en función de la rentabilidad de los fondos de pensiones”, porque que aunque las AFP no rentabilicen, “siguen teniendo los márgenes provenientes de las comisiones que pagan sus afiliados”. Pero en un sistema mercantilista, eso es mucho pedir.

Y esa lógica está amparada por el Estado. Mercantilismo puro o capitalismo de amigotes.

Por eso mismo, el informe del FMI indica que “los menores retornos podrían requerir incrementos en las tasas de contribución y en la edad de retiro (…) las altas ganancias de las administradoras de fondos de pensión podrían ser objeto de escrutinio”.

El sistema de AFP es el mejor ejemplo del mercantilismo moderno. Quienes controlan a las 6 entidades, están ligados al poder político de manera transversal –algunos antiguos ejecutivos de AFP ahora son funcionarios en Previsión- y han estructurado una red de la cual hacen usufructo del sistema compañías de seguros, bancos, multitiendas.  Todo a costa de los sueldos de miles de trabajadores.

“Lo que aquí ha ocurrido es que nuestra salud y nuestras pensiones están en manos de financistas y especuladores que no responden a las víctimas de sus maniobras y sí influyen en los políticos”, dice Ricardo Hormazábal, autor del libro El gran engaño: 30 años del sistema de AFP.

La respuesta de la sociedad civil: Asociación de Consumidores y Usuarios de Servicios Previsionales, AFP.

Una pregunta frecuentes es: Si el sistema de AFP era tan prometedor ¿Por qué las FF.AA y la policía no pasaron al sistema de AFP? Porque hoy, las pensiones de los uniformados son casi diez veces superiores a la de un afiliado a AFP. Un jubilado del ex INP obtiene una pensión 4 ó 5 veces superior a las de un jubilado de las AFP.

En muchos casos, el argumento para justificar las bajas pensiones se basa en las mayores expectativas de vida; el ingreso más tardío al mercado laboral por estudios; periodos de ausencia de cotizaciones por desempleo; abandono del mercado laboral para el cuidado de los hijos; o bajos niveles de renta e informalidad.

Cualquiera sea el caso, la lógica imperante es culpar al propio cotizante de su baja pensión. En ningún caso, la culpa sería de la empresa encargada de rentabilizar los aportes que por ley –bajo coacción- debe hacer el trabajador a las entidades que el Estado determina.

El Consejo asesor presidencial para la reforma previsional del 2008 (Comisión Marcel) concluyó que la rentabilidad de los Fondos era de 4,5 al 6%, y que para alcanzar una jubilación equivalente al 70% del sueldo, era necesario que los fondos renten un 5% real anual.

Según el Presidente de la Asociación de AFP, “han rentabilizado 9,2% anual más del doble de lo que se pensaba en el año 1981”.

¿Y por qué entonces son bajas las pensiones? ¿Por qué ahora están surgiendo casos de personas que sin tener los antecedentes que se usan para justificar bajas pensiones, comenzarán a recibir pensiones miserables o al filo de esto?

No hay explicación, sobre todo tomando en cuenta que José Piñera prometió en 1981 que serían el 70% de la última remuneración, con una rentabilidad del 4%. O sea lo mismo un porcentaje más bajo que planteó la comisión Marcel.

Piñera decía y aún dice: “El nivel de ahorro obligatorio del 10 por ciento fue calculado asumiendo un rendimiento real durante toda la vida laboral del 4 por ciento anual, de tal manera que el trabajador común acumule dinero suficiente en su cuenta de AFP como para obtener una pensión de alrededor del 70 por ciento de su salario final”.

¿O acaso las cifras de rentabilidad no son ciertas? ¿Han mentido las AFP? ¿Y si no rentabilizan, de quién es la culpa entonces? No es del cotizante claramente, es de las AFP que no hacen buenas inversiones.

Sin embargo, y aunque las pensiones que entrega el sistema de AFP son inferiores al 30% de la última remuneración, se sigue culpando al cotizante, diciéndole que no hizo APV, o que su falta de productividad o informalidad laboral -traducida en cesantía- incidió en su pensión.

 Mentiras, y eso lo demuestran las bajas pensiones que reciben personas que trabajaron toda su vida en un mismo trabajo y con altas remuneraciones. Y no es el caso de personas con remuneraciones bajas, sino el caso de médicos, que incluso cotizando el 100% del tiempo, reciben pensiones igualmente bajas, sólo 425 mil pesos.

Contrario a lo que dice José Piñera: el sistema no ha “incrementado la certeza y el valor de las pensiones de vejez, de viudez, orfandad, e invalidez”.

El sistema mercantilista hace ganar a sus asociados, con crecimiento económico a costa de sus clientes cautivos. No es una “secuencia virtuosa”, ni ha permitido a los trabajadores tener mayor control sobre sus vidas, ni convertirse en propietarios, ni beneficiarse del aumento en la productividad de compañías privatizadas, ni capturar una parte apreciable de la riqueza creada.

2 comentarios:

Mario Abbagliati dijo...

Jorge,

Para ser justos con José Piñera, yo le oído decir que el sistema de pensiones debería progresivamente evolucionar a ser voluntario, que es lo que yo personalmente desearía y de esa manera introducir mayor competencia en el mercado.

Por otro lado, no haces en tu entrada el ejercicio de calcular cuánto se debe ahorrar y durante cuánto tiempo para llegar a jubilar con una renta del 70% del último sueldo. ¿Es suficiente ahorrar el 10% anual durante 40 años para obtener esa cifra?

Además, hay que dar entrada a la manipulación del dinero por parte del Estado. Entre los atributos del dinero está la de ser refugio de valor. En un paradigma monetario inflacionista donde la moneda se altera artificialmente depreciándola uno se ve obligado a invertir para no perder capacidad adquisitiva. El dólar ha perdido más del 95% de su valor con respecto al oro a lo largo del último siglo. Si el modelo monetario fuera otro y se permitieran deflaciones que son resultado del aumento de la productividad, el tema de las pensiones se encararía de otra manera.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Estimado Mario, me parece que eso de "evolucionar" es iluso. El sistema no va a evolucionar a algo voluntario porque es un muy rentable para las AFP, que a la vez financian a quienes hacen las leyes.

Es iluso, porque el sistema es mercantilista, y un sistema mercantilista "no evoluciona" hacia un libre mercado, sino todo lo contrario.

De hecho, eso mismo, la génesis mercantilista del sistema, te sirve para entender lo que planteas en cuanto a la manipulación del dinero.

Saludos