La corrupción no es sólo actuar al margen del derecho y la legalidad, sino también abusar de ventajas indebidas, por eso, la distinción entre irregularidades y corrupción, que han hecho el alcalde Cornejo y la senadora Matthei, es absolutamente falsa.
El tema de la corrupción en el último tiempo se ha convertido en un elemento muy utilizado para hacer más efectista la oposición política.
En este sentido, el discurso anticorrupción ha sido instrumentalizado esencialmente para obtener futuras divisas políticas de carácter electoral, y no para incentivar prácticas políticas en base a principios éticos.
Debido a esa instrumentalización, quienes se han apropiado del discurso fiscalizador en el campo político, sobre todo en la oposición más dura, en el último tiempo han caído en notorias ambigüedades en torno a qué es la corrupción y sus extensiones.
La corrupción no es sólo actuar al margen del derecho, sino también abusar de la buena fe de los sujetos. Es abusar de las confianzas y posiciones, y a partir de eso generar intercambios ventajosos irregulares (Kindhäuser, 2007).
En definitiva, la corrupción es aprovecharse de situaciones ventajosas donde no corresponde hacerlo, pues existe un deber general.
Por eso, la distinción entre irregularidades y corrupción, que ha hecho el alcalde de Recoleta, el UDI Gonzalo Cornejo, después de ser publicado en informe de Contraloría, y para evitar ser considerado corrompido, es falsa.
Esto, no sólo porque claramente ha actuado contra la transparencia y las lógicas del concurso público al hacer intercambios ventajosos, como contratar a sus propias empresas, sino también porque abusó de las confianzas, al acreditar una venta de acciones con su firma como testigo, aún cuando no podía haberlo hecho porque se encontraba fuera del país.
En este sentido, las “irregularidades administrativas” del alcalde, tienen claro tinte de ilegales y corruptas.
Sin embargo, ante los casos de corrupción en alcaldías de la derecha, tanto el alcalde Cornejo como la senadora Matthei han recalcado que es muy distinto hablar de irregularidades que de corrupción.
Parece que ambos se olvidaron que por irregularidades, su sector llegó a destituir a un ministro de Estado.
El tema de la corrupción en el último tiempo se ha convertido en un elemento muy utilizado para hacer más efectista la oposición política.
En este sentido, el discurso anticorrupción ha sido instrumentalizado esencialmente para obtener futuras divisas políticas de carácter electoral, y no para incentivar prácticas políticas en base a principios éticos.
Debido a esa instrumentalización, quienes se han apropiado del discurso fiscalizador en el campo político, sobre todo en la oposición más dura, en el último tiempo han caído en notorias ambigüedades en torno a qué es la corrupción y sus extensiones.
La corrupción no es sólo actuar al margen del derecho, sino también abusar de la buena fe de los sujetos. Es abusar de las confianzas y posiciones, y a partir de eso generar intercambios ventajosos irregulares (Kindhäuser, 2007).
En definitiva, la corrupción es aprovecharse de situaciones ventajosas donde no corresponde hacerlo, pues existe un deber general.
Por eso, la distinción entre irregularidades y corrupción, que ha hecho el alcalde de Recoleta, el UDI Gonzalo Cornejo, después de ser publicado en informe de Contraloría, y para evitar ser considerado corrompido, es falsa.
Esto, no sólo porque claramente ha actuado contra la transparencia y las lógicas del concurso público al hacer intercambios ventajosos, como contratar a sus propias empresas, sino también porque abusó de las confianzas, al acreditar una venta de acciones con su firma como testigo, aún cuando no podía haberlo hecho porque se encontraba fuera del país.
En este sentido, las “irregularidades administrativas” del alcalde, tienen claro tinte de ilegales y corruptas.
Sin embargo, ante los casos de corrupción en alcaldías de la derecha, tanto el alcalde Cornejo como la senadora Matthei han recalcado que es muy distinto hablar de irregularidades que de corrupción.
Parece que ambos se olvidaron que por irregularidades, su sector llegó a destituir a un ministro de Estado.
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