El proyecto de ley sobre propiedad intelectual –también propuesta por el gobierno chileno- es una clara arremetida de las elites a nivel mundial, para evitar la democratización del conocimiento y la información.
En el siglo XV, cuando se desarrolló la imprenta en Europa, rápidamente esta fue prohibida por algunas elites medievales, debido al claro riesgo que implicaba para el statu quo, el acceso de un número importante de personas al saber escrito, sobre todo si ese conocimiento era contrario al orden vigente.
Lo anterior, porque la imprenta rompió no sólo con la tradicional transmisión oral del conocimiento -contribuyendo con ello a su mayor desarrollo- sino también con la idea de que el pueblo en general no tenía derecho a la información, menos a difundir o desarrollar ideas.
Por lo mismo, la imprenta trajo consigo profundas transformaciones en la política, la religión, las artes y el conocimiento de la época, y fue un instrumento importante para el posterior desarrollo del movimiento ilustrado, que terminó por derribar el antiguo orden social, político y económico medieval.
El saber ya no era exclusivo de las elites y los grupos religiosos, sino que podía ser patrimonio de la población en general. Con ello se inician los procesos de alfabetización de las personas y la necesidad de su instrucción pública.
Al igual que con la imprenta, el Internet -con el paso del tiempo- ha roto las barreras elitistas en torno al conocimiento, permitiendo a miles de ciudadanos en todo el mundo, acceder a la más diversa información, desde música hasta libros (que son muy costosos, o no se publican en su propios países, ya sea por prohibición o porque el mercado no lo demanda) sin necesidad de moverse de su escritorio.
Les ha permitido a millones enterarse de hechos de los que nunca se hubieran enterado a través de las prensas de sus países; o denunciar a través de sus blogs y sitios a gobiernos o corporaciones corruptas; o simplemente conocer opiniones y desarrollar ideas propias, e incluso organizarse en torno a ellas. Todo por internet y sin el control gubernamental ni la censura de grupos de presión específicos.
Con el Internet, la gente puede leer prensa de diverso tipo, difundir (sus) poemas, reseñas, tesis, revistas; o escuchar y difundir (su) música; hacer parodias de películas, intercambiar ideas y datos o mejorar las de otros. Todo a un precio accesible y de forma libre. Pueden leer a muchos autores –desde los clásicos hasta los más contemporáneos- que sirven de inspiración para cuestionar el orden vigente, oponerse a los gobiernos, al capital corporativo, a grupos de presión, etc.
Al igual que la imprenta en su tiempo, Internet ha revolucionado el acceso y creación de información entre las personas. Ha derribado viejas barreras y limitaciones de orden geográfico, económico y cultural.
Ahí radica el porque para aquellos que tienen el poder, Internet se ha vuelto cada vez más riesgoso. He ahí porque ahora quieren ejercer mayor control sobre éste, sobre su uso, acceso y sobre la información que circula en éste.
Una vez más, las elites ven que el mayor y libre acceso a información de las personas, esta vez a través del Internet, implica un serio riesgo para su poder. No sólo las desmitifica, sino que de lleno pone en tela de juicio la legitimidad de su dominio.
El proyecto de ley que modifica la Ley 17.336 sobre Propiedad Intelectual, según se nos dice, busca equilibrar el uso de las nuevas tecnologías con los derechos de autor, protegiendo a los creadores y la innovación.
Sin embargo, al igual que con la imprenta, lo que se pretende en realidad es mantener el conocimiento y la capacidad de innovación bajo en control de unos pocos, criminalizando a la vez a quienes accedan o difundan libremente a información a través de medios digitales.
Por lo menos eso se logrará si se aprueba la idea de que las empresas proveedoras de acceso a internet sean jueces, pudiendo exigir bloquear o terminar el servicio a clientes presuntamente infractores de la Ley de Propiedad Intelectual. Todo sin mediar resolución de un tribunal calificado.
¿Qué pasa con el derecho constitucional a un juicio justo? ¿Qué pasa con evitar arbitrariedades en estos casos? ¿Qué pasa si publico una crítica en mi blog contra la empresa que me facilita el internet y me desconecta por supuestamente infringir la ley?
Claramente se pretende devolver el patrimonio del conocimiento a las elites y alienar a la población. Porque la modificación también estipula exigir a los proveedores de Internet un pago por derecho de autor por los contenidos que transitan en sus redes.
En definitiva, esto no se trata de proteger a los autores, ni sus derechos, ni sus obras, ni la innovación, sino más bien de evitar una segunda y más masiva aún ilustración bajo el alero de Internet.
En definitiva, estas leyes se tratan de una lucha por el control de la información. Pero sobre todo, de evitar la difusión de ideas entre la población.
En el caso de Chile, una de las trabas principales al acceso al conocimiento han sido los altos costos de los libros, debido a los altos impuestos, que han mantenido por años, al margen del saber, a una gran cantidad de ciudadanos. La modalidad del impuesto ha sido una técnica para evitar el desarrollo de una masa crítica y una sociedad civil informada.
Internet rompió con esa modalidad elitista del conocimiento y la gente ahora puede leer prensa más independiente o se informan por blogs. Pero sobre todo, pueden leer libros que antes, por un tema de costo (simplemente no tenían el dinero para comprar uno o no podían viajar fuera para comprar) no podían ojear.
Tal como explica Kevin Carson, “La propiedad intelectual sólo puede existir si se infringen los derechos de la propiedad privada tangible. Los copyrights y las patentes conceden al tenedor de éstos una apropiación de facto de la propiedad física de otras personas, impidiéndoles usar esa propiedad en las formas y modos que determine el monopolio que el tenedor de esos derechos posee”.
En otras palabras, la modificación de la ley de propiedad intelectual termina por matar la libre creación, la innovación y el desarrollo del conocimiento. El proyecto de ley destruye la dialéctica de Hegel, el falsacionismo de Karl Popper, y las revoluciones de Kuhn.
Este proyecto de ley da por sentado que las ideas surgen tal cual las conocemos, son estáticas, inmodificables y exclusivas. Peor aún, considera que las ideas constituyen propiedad como un lápiz.
Entonces, alguien me puede decir ¿Quién es propietario de las ideas de Sócrates?
En el siglo XV, cuando se desarrolló la imprenta en Europa, rápidamente esta fue prohibida por algunas elites medievales, debido al claro riesgo que implicaba para el statu quo, el acceso de un número importante de personas al saber escrito, sobre todo si ese conocimiento era contrario al orden vigente.
Lo anterior, porque la imprenta rompió no sólo con la tradicional transmisión oral del conocimiento -contribuyendo con ello a su mayor desarrollo- sino también con la idea de que el pueblo en general no tenía derecho a la información, menos a difundir o desarrollar ideas.
Por lo mismo, la imprenta trajo consigo profundas transformaciones en la política, la religión, las artes y el conocimiento de la época, y fue un instrumento importante para el posterior desarrollo del movimiento ilustrado, que terminó por derribar el antiguo orden social, político y económico medieval.
El saber ya no era exclusivo de las elites y los grupos religiosos, sino que podía ser patrimonio de la población en general. Con ello se inician los procesos de alfabetización de las personas y la necesidad de su instrucción pública.
Al igual que con la imprenta, el Internet -con el paso del tiempo- ha roto las barreras elitistas en torno al conocimiento, permitiendo a miles de ciudadanos en todo el mundo, acceder a la más diversa información, desde música hasta libros (que son muy costosos, o no se publican en su propios países, ya sea por prohibición o porque el mercado no lo demanda) sin necesidad de moverse de su escritorio.
Les ha permitido a millones enterarse de hechos de los que nunca se hubieran enterado a través de las prensas de sus países; o denunciar a través de sus blogs y sitios a gobiernos o corporaciones corruptas; o simplemente conocer opiniones y desarrollar ideas propias, e incluso organizarse en torno a ellas. Todo por internet y sin el control gubernamental ni la censura de grupos de presión específicos.
Con el Internet, la gente puede leer prensa de diverso tipo, difundir (sus) poemas, reseñas, tesis, revistas; o escuchar y difundir (su) música; hacer parodias de películas, intercambiar ideas y datos o mejorar las de otros. Todo a un precio accesible y de forma libre. Pueden leer a muchos autores –desde los clásicos hasta los más contemporáneos- que sirven de inspiración para cuestionar el orden vigente, oponerse a los gobiernos, al capital corporativo, a grupos de presión, etc.
Al igual que la imprenta en su tiempo, Internet ha revolucionado el acceso y creación de información entre las personas. Ha derribado viejas barreras y limitaciones de orden geográfico, económico y cultural.
Ahí radica el porque para aquellos que tienen el poder, Internet se ha vuelto cada vez más riesgoso. He ahí porque ahora quieren ejercer mayor control sobre éste, sobre su uso, acceso y sobre la información que circula en éste.
Una vez más, las elites ven que el mayor y libre acceso a información de las personas, esta vez a través del Internet, implica un serio riesgo para su poder. No sólo las desmitifica, sino que de lleno pone en tela de juicio la legitimidad de su dominio.
El proyecto de ley que modifica la Ley 17.336 sobre Propiedad Intelectual, según se nos dice, busca equilibrar el uso de las nuevas tecnologías con los derechos de autor, protegiendo a los creadores y la innovación.
Sin embargo, al igual que con la imprenta, lo que se pretende en realidad es mantener el conocimiento y la capacidad de innovación bajo en control de unos pocos, criminalizando a la vez a quienes accedan o difundan libremente a información a través de medios digitales.
Por lo menos eso se logrará si se aprueba la idea de que las empresas proveedoras de acceso a internet sean jueces, pudiendo exigir bloquear o terminar el servicio a clientes presuntamente infractores de la Ley de Propiedad Intelectual. Todo sin mediar resolución de un tribunal calificado.
¿Qué pasa con el derecho constitucional a un juicio justo? ¿Qué pasa con evitar arbitrariedades en estos casos? ¿Qué pasa si publico una crítica en mi blog contra la empresa que me facilita el internet y me desconecta por supuestamente infringir la ley?
Claramente se pretende devolver el patrimonio del conocimiento a las elites y alienar a la población. Porque la modificación también estipula exigir a los proveedores de Internet un pago por derecho de autor por los contenidos que transitan en sus redes.
En definitiva, esto no se trata de proteger a los autores, ni sus derechos, ni sus obras, ni la innovación, sino más bien de evitar una segunda y más masiva aún ilustración bajo el alero de Internet.
En definitiva, estas leyes se tratan de una lucha por el control de la información. Pero sobre todo, de evitar la difusión de ideas entre la población.
En el caso de Chile, una de las trabas principales al acceso al conocimiento han sido los altos costos de los libros, debido a los altos impuestos, que han mantenido por años, al margen del saber, a una gran cantidad de ciudadanos. La modalidad del impuesto ha sido una técnica para evitar el desarrollo de una masa crítica y una sociedad civil informada.
Internet rompió con esa modalidad elitista del conocimiento y la gente ahora puede leer prensa más independiente o se informan por blogs. Pero sobre todo, pueden leer libros que antes, por un tema de costo (simplemente no tenían el dinero para comprar uno o no podían viajar fuera para comprar) no podían ojear.
Tal como explica Kevin Carson, “La propiedad intelectual sólo puede existir si se infringen los derechos de la propiedad privada tangible. Los copyrights y las patentes conceden al tenedor de éstos una apropiación de facto de la propiedad física de otras personas, impidiéndoles usar esa propiedad en las formas y modos que determine el monopolio que el tenedor de esos derechos posee”.
En otras palabras, la modificación de la ley de propiedad intelectual termina por matar la libre creación, la innovación y el desarrollo del conocimiento. El proyecto de ley destruye la dialéctica de Hegel, el falsacionismo de Karl Popper, y las revoluciones de Kuhn.
Este proyecto de ley da por sentado que las ideas surgen tal cual las conocemos, son estáticas, inmodificables y exclusivas. Peor aún, considera que las ideas constituyen propiedad como un lápiz.
Entonces, alguien me puede decir ¿Quién es propietario de las ideas de Sócrates?
2 comentarios:
Muy interesante blog, espero leerte pronto para poder opinar más, me uno a tus "seguidores"...
saludos!
Gracias Caco, espero poder compartir ideas contigo.
Saludos
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