miércoles, 30 de julio de 2008

Los homo academicus se agarran del pescuezo

Artículo reeditado a propósito de los dichos de Claudio Bunster, en la revista científica PNAS, de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, donde cataloga el sistema universitario chileno de pequeñas uniones soviéticas.
Idealmente el campo ámbito académico y científico se concibe como un espacio positivo –en términos epistemológicos y éticos- libre de los vicios del conocimiento vulgar y del egoísmo característico del comportamiento humano.
Como cualquier otro ámbito de actividad, como un espacio de lucha competitiva en torno a un capital determinado, el sentido básico del campo académico es lograr el control del monopolio de la autoridad científica (junto a los beneficios que eso conlleva) por lo que las pugnas epistemológicas están plagadas de intereses producidos en otros campos sociales.
Contrariamente a lo que podría pensarse, la autoridad científica no está fundamentalmente cimentada en los aportes científicos de ésta, sino en el control que ejerce sobre el capital social acumulado y sedimentado en el mismo campo académico, a través de diversas prácticas e instituciones no científicas, lo que produce la jerarquización entre quienes detentan determinado capital social y aquellos que desean tenerlo.
Los científicos entonces, tienden a legitimar aquello que se reproduce como conocimiento legitimo mediante prácticas y recursos ya instituidos dentro del habitus dominante -como grados académicos, metodologías de investigación y enseñanza hegemónicas- y no mediante la innovación científica como tal.
Se produce entonces la homogeneidad del campo científico que tiende entonces a suprimir la innovación, anquilosando el conocimiento ya instituido en base a un habitus dominante determinado.
La posibilidad de revolución al modo de Kuhn, es entonces acallada por las elites que controlan el campo, que tienden a proteger el statu quo epistemológico, con el propósito de conservar sus posiciones de estatus y poder.
Se constituye entonces una ley de hierro de la elite científica al modo de Michels, donde se constituyen prácticas destinadas a perpetuar el orden científico establecido, colando el acceso al habitus, el capital simbólico y las redes sociales del campo, con el fin perpetuar los paradigmas, conocimientos y símbolos dominantes. Se inhibe totalmente entonces la anarquía científica que Feyerabend proponía, que es la base del avance científico.
Cualquier otra fuente de conocimiento científico, es desechada, no a través de la lógica popperiana de verificación-eliminación, sino que a través de una lógica simbólica y subjetiva de dominación, en base a su concordancia ideológica con el discurso constitutivo del paradigma epistemológico imperante, y el habitus de los sujetos que controlan el campo, marcado por su capital social.
Mediante ésta lógica, la elite científica dominante circunscribe y determina las fronteras de lo que es epistemológicamente válido, en cuanto a problemas, respuestas, metodologías, paradigmas, y sujetos autorizados para su uso, sedimentando en definitiva la inercia intelectual dentro del campo académico y científico.
Queda así determinada a priori la demanda con respecto a determinados conocimientos, prácticas y habilidades, en base al habitus dominante del campo, y cuyo capital social específico genera y reproduce dentro de un marco institucional y simbólico, con el único fin de perpetuar su dominio.
Como los miembros de cualquier ideología, los miembros dominantes del campo científico establecen una serie de símbolos y procedimientos a modo de doctrina, internalizando en su habitus los modos y formas de reproducción, jerarquización y a la vez exclusión del capital social dominante.
No existe entonces “la famosa "neutralidad" (erróneamente igualada a objetividad científica cuando es algo inevitable, es decir, un hecho, que el escapismo es siempre imposible).” (Sobre intelectuales y política, Pierre Bourdieu).

miércoles, 23 de julio de 2008

El Absolutismo de Berlusconi

Silvio Berlusconi, primer ministro italiano, dueño de un número importante de medios de comunicación, ahora ha logrado obtener inmunidad legal, gracias a una ley aprobada por la cámara de diputados y el senado italiano, que no sólo rompe con la igualdad ante la ley , sino que lo coloca en una posición de claro absolutismo.

Berlusconi se salió con la suya, ahora no sólo controla gran parte de los medios de comunicación en Italia, sino que también ahora es inmune ante la justicia de ese país, gracias a la llamada Lodo Alfano, que otorga inmunidad legal al Jefe del Estado, al jefe de Gobierno y los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado.

La ley, aprobada sólo en 25 días por el parlamento italiano y propiciada por el ministro de Justicia italiano, Angelino Alfano, estipula la suspensión de todos procesos penales contra dichas autoridades, incluidos aquellos cometidos antes de acceder al cargo.

Más allá de los detalles legales que algunos podría enarbolar para defender esta ley, lo claro es que ésta tiene claros indicios de despotismo al más puro estilo del absolutismo monárquico de antaño, que rompen con la igualdad ante la ley y la simetría entre los poderes del Estado.

Lo anterior no sólo es inadmisible en términos éticos, legales y políticos, sino también prácticos, puesto que da la pauta para institucionalizar la corrupción a manos de los máximos gobernantes.

En este sentido, no se debe olvidar que a Berlusconi, estaba en pleno proceso judicial en Milán, por haber ordenado la entrega de 600 mil dólares al abogado inglés David Mills, con el propósito de no revelar como testigo, detalles donde el actual primer ministro italiano parecía estar involucrado en el lavado de dinero.

Otra cosa que llama la atención notoriamente es la baja cobertura que los medios de comunicación a nivel internacional y sobre todo los nacionales han dado al hecho, aún cuando claramente muestra un precedente antidemocrático de proporciones.

Llama la atención que aquellos que alzaron la voz por la libertad de expresión, la democracia y el respeto por la ley y el Estado de Derecho, ante el cierre del canal RCTV por parte del gobierno de Venezuela, hoy guardan silencio absoluto ante una medida que entrega inmunidad judicial al hombre más acaudalado de Italia, con una fortuna de US$ 12.000 millones, que controla el principal grupo de comunicación italiano y el 60% del total de los ingresos publicitarios.

Al parecer, para algunos, la defensa de la libertad y la democracia, dependen sólo de quién la ataque y qué intereses ponga en riesgo.
Lo ocurrido con Berlusconi, nos muestra los riesgos que se corren cuando no se exige una distinción clara y concreta entre Dinero y Política, sobre todo a quienes se dedican a la última.

Ojalá en Chile no lleguemos a tener un Berlusconi, que compre la democracia y el Estado.

martes, 1 de julio de 2008

La vaguedad ante lo corrupto

La corrupción no es sólo actuar al margen del derecho y la legalidad, sino también abusar de ventajas indebidas, por eso, la distinción entre irregularidades y corrupción, que han hecho el alcalde Cornejo y la senadora Matthei, es absolutamente falsa.
El tema de la corrupción en el último tiempo se ha convertido en un elemento muy utilizado para hacer más efectista la oposición política.
En este sentido, el discurso anticorrupción ha sido instrumentalizado esencialmente para obtener futuras divisas políticas de carácter electoral, y no para incentivar prácticas políticas en base a principios éticos.
Debido a esa instrumentalización, quienes se han apropiado del discurso fiscalizador en el campo político, sobre todo en la oposición más dura, en el último tiempo han caído en notorias ambigüedades en torno a qué es la corrupción y sus extensiones.
La corrupción no es sólo actuar al margen del derecho, sino también abusar de la buena fe de los sujetos. Es abusar de las confianzas y posiciones, y a partir de eso generar intercambios ventajosos irregulares (Kindhäuser, 2007).
En definitiva, la corrupción es aprovecharse de situaciones ventajosas donde no corresponde hacerlo, pues existe un deber general.
Por eso, la distinción entre irregularidades y corrupción, que ha hecho el alcalde de Recoleta, el UDI Gonzalo Cornejo, después de ser publicado en informe de Contraloría, y para evitar ser considerado corrompido, es falsa.
Esto, no sólo porque claramente ha actuado contra la transparencia y las lógicas del concurso público al hacer intercambios ventajosos, como contratar a sus propias empresas, sino también porque abusó de las confianzas, al acreditar una venta de acciones con su firma como testigo, aún cuando no podía haberlo hecho porque se encontraba fuera del país.
En este sentido, las “irregularidades administrativas” del alcalde, tienen claro tinte de ilegales y corruptas.
Sin embargo, ante los casos de corrupción en alcaldías de la derecha, tanto el alcalde Cornejo como la senadora Matthei han recalcado que es muy distinto hablar de irregularidades que de corrupción.
Parece que ambos se olvidaron que por irregularidades, su sector llegó a destituir a un ministro de Estado.