martes, 25 de enero de 2011

ELITISMO PROGRESISTA



Las declaraciones por parte de las dirigencias de la Concertación, donde afirman haber resuelto una apertura a más participación, denotan el arraigado elitismo en las organizaciones supuestamente promotoras de la igualdad.


No hay nada más elitista que decir: hemos resuelto abrir más espacios de participación.

En esa frase, queda implícito que el debate y las decisiones siguen siendo un espacio exclusivo, controlado por unos pocos caudillos, que a su antojo, abren o cierran la entrada al campo político, según sus necesidades contextuales. La ley de hierro de la oligarquía, se hace manifiesta.

Lo irónico es que este elitismo se produce en organizaciones que supuestamente proclaman más igualdad, participación y pluralismo.

No obstante, aunque la mayoría de los líderes y sus más férreos seguidores nieguen tal elitismo en dichas organizaciones, en la práctica éstas conllevan un supuesto elitista del que no pueden escapar jamás, creer que la mayoría de los ciudadanos es incapaz de “conocer sus intereses reales”. Lo que se camufla con la idea de poseer mayor conciencia moral, revolucionaria, popular, altruismo, compromiso, vocación de servicio o sacrificio, y un largo etc.

Entonces, aunque la mayoría de los caudillos plantea confiar en las personas apelando constantemente a entelequias colectivas, siempre consideran que sólo ellos -y sus camarillas- conocen las verdaderas necesidades del resto, y por tanto que son los únicos aptos para aportar al debate político y público. Sólo ellos y sus cercanos pueden ser representantes. Elitismo puro.

Bajo esa lógica la única facultad política de los ciudadanos es darles la venía –con el voto- para luego cumplir con su principal deber, obedecer.

Por eso no es extraño que incluso organizaciones que claman por la participación y la igualdad, le nieguen sistemáticamente a los ciudadanos, el derecho a decidir en diversos temas.  Ejemplos de ello hay muchos.

Lo más irónico de esta lógica, es que cuando el elitismo está más anquilosado en una organización y comienza a debilitar su poder, son las propias élites las que llaman a acabarlo en pro del pluralismo. Una señal clara de que el elitismo fagocitó toda legitimidad de las élites mismas.

El problema es que ese elitismo es reproducido sistemáticamente por los ciudadanos, lo que se traduce irremediablemente en una especie de feligresía generalizada y dogmática hacia ciertos líderes, tremendamente perjudicial para desarrollar un debate político y público abierto y plural. Es decir, para la democracia.

Así, mientras algunos ciudadanos proclaman su oposición al autoritarismo y el elitismo en ciertos temas o áreas, no escatiman en defender a destajo –casi de forma autoritaria- el elitismo institucionalizado y casi monárquico de sus caudillos favoritos. 

Es decir, mientras proclaman una actitud crítica ante el poder, en base a un supuesto pensamiento progresista, pluralista y democrático, descartan a priori, de manera dogmática, cualquier crítica a sus caudillos, sus camarillas, sus paradigmas y organizaciones. Sobre todo si están en el poder. Un elitismo igualitario.

Es más, muchos proclamados progresistas e igualitaristas, sin siquiera tener alguna cuota de poder o sin ser parte de la camarilla, se creen con la facultad de discernir a priori, sin discusión mediante, qué ideas son o no aportes al debate público.

Nada más elitista y conservador que eso. 

4 comentarios:

Patoace dijo...

Dices "nada más elitista y conservador que eso"

¿Elitismo y conservadurismo son sinónimos? ¿Se puede ser elitista y progre?

Por ejemplo, si la mayoría está a favor de la pena de muerte, y los progres están en contra y obtienen su derogación ¿Sería un caso de elitismo progresista?

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Pato fuerzas tu argumento con tu ejemplo.

¿Cómo podrían obtener su derogación si son minoría?

Y ojo, se parte de una minoría no es sinónimo de elitismo.

En cambio, generalmente un elitista o un miembro de una élite es un conservador. Obvio, no quiere perder privilegios ni monopolios.

Y ojo, que los progres también son elitistas.

Patoace dijo...

¿Cómo podrían obtener su derogación si son minoría?

Tal como se hizo en Chile, gracias a una mayoría en la clase política (que no reflejaba la opinión de la comunidad) y a que la iniciativa fue apoyada por la Iglesia Católica.

No me mal interpretes, yo soy contrario a la pena de muerte, me alegra que no exista en Chile y creo que la ley adopta una opción éticamente correcta, pero no me engaño pensando que mi posición sea mayoritaria en la sociedad o que la norma aprobada por el congreso contaba con el apoyo de la gente.

Yo asumo que fue una decisión éticamente correcta de la élite, impuesta a la opinión éticamente equivocada de la mayoría.

Mi duda iba porque si elitismo es igual a conservadurismo, y estos progresistas son elititas, entonces se puede ser a la vez progresista y conservador... lo que parece una contradicción.

Entiendo tu punto de que "quienes se dicen líderes progresistas mienten, en realidad son conservadores" pero me queda la duda si los verdaderos progresistas también pueden ser elitistas.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Es interesante lo que planteas, y creo que tiene relación con lo conversado en el otro post, en cuanto a cuál es el límite para quienes tienen derecho a imponer.

El criterio de mayoría es riesgoso, porque no siempre la mayoría está en la razón.

Pero si te fijas, diversos sectores, recurren a ese argumento para cuestionar a una minoría, en diversos temas.

¿Cuándo entonces tiene razón la mayoría y cuando no?

Ahora bien, en cuanto a tu pregunta. Te explico con un ejemplo:

Gadafi decía que era un líder del pueblo...podría haber recurrido a otras etiquetas, que era progresista, demócrata, republicano, liberal, cristiano, etc.

No obstante, su actitud, es conservadora en cuanto a sus privilegios, poder, su elitismo, etc. Tenía una posición conservadora.