Para nadie debería ser novedad que las redes de poder, las diversas camarillas, y las diversas élites se relacionan, comparten e intercambian espacios e influencias. Ejemplos, incluso muy en boga hay muchos. Lo novedoso es cuando algunos de los miembros de la élite reconocen estas redes públicamente.
Todos sabemos que si un ciudadano común y corriente, sin influencias ni poder, solicita una entrevista con alguna “autoridad”, las posibilidades de que se la concedan son bajas, por no decir nulas. La igualdad ante la ley en esa dimensión es una quimera, si comparamos con alguien que tiene muchas influencias o redes.
En las últimas semanas, el Ministerio Público, un organismo autónomo que no depende de los otros poderes del Estado, ha sido un claro ejemplo de cómo las redes de relación –formales e informales- entre las diversas élites, cruzan constantemente las instituciones públicas y ha generado el debate en torno a la independencia entre los poderes del Estado y sus organismos.
La reunión –sin previa solicitud de carnet como parece ser “el mecanismo regular de audiencias”, con café incluido- entre el Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, y Eliodoro Matte, causó una polémica –casi cínica- en torno a la independencia de las instituciones gubernamentales con respecto a quienes tienen influencias en otras esferas sociales.
Cínica, porque probablemente no es la primera vez que un miembro de las élites no gubernamentales, se reúne con alguien de las élites estatales o políticas e intercambian influencias. ¿Cuál es la diferencia?
La diferencia radica en que un miembro de las élites reconoce abiertamente a través de un medio, tener y ejercer su poder e influencia sobre un alto funcionario, de un poder del Estado, que supuestamente debería ser independiente.
En el fondo, reconoce lo que autores como G. William Domhoff y Charles Wright Mills plantearon hace años, y que las élites han negado siempre: que existen una serie de redes de relaciones entre los miembros de la élite y las diversas esferas de poder.
Por otro lado, Mills plantea que la élite se reproduce y ejerce su poder gracias a la acción directa que unos y otros llevan a cabo para coordinar sus actuaciones conjuntas, al igual que en toda la red de relaciones sociales que mantienen entre sí los miembros de cada uno de los sectores de la élite (idénticos orígenes sociales, relaciones familiares y personales, intercambio de individuos de las posiciones de un sector a otro, etc.) (Mills, 1956, p. 18 y 55).
Lo que hace Matte con su carta de disculpas con respecto a su reunión con Chahuán, es sólo tratar de refrendar el uso inadecuado de su influencia, pero no el uso de su influencia y sus redes de relaciones.
Con ello, ratifica no sólo su posición de élite, sus nexos y privilegios como tal, sino que naturaliza y legitima la relación imbricada entre las diversas camarillas del poder. Las redes de poder, se asoman sin vergüenzas ante los ciudadanos.
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