Lejos una de las palabras más manoseadas en el ideario colectivo actual es la palabra liberal. Todos quieren ser liberales, todos se dicen liberales. Sin embargo, la mayoría no sabe explicar qué entienden realmente por libertad*.
El Liberalismo, como filosofía política, nunca se constituyó como un corpus de ideas establecido de forma concreta y delimitada, sino más bien como un proceso de desarrollo constante de ideas diversas, que iban a la par de los hechos que terminan por estructurar la Modernidad a partir del siglo XVIII.
Lo cierto es que en este sentido, el Liberalismo, desde sus inicios se ha expandido por diversas vertientes y corrientes, que trataremos de explicar brevemente, y que muchas veces parecen colisionar, generando claras contradicciones y pugnas entre quienes se hacen llamar liberales.
En esta reflexión, no se pretende criticar las posiciones que defienden estos diversos sujetos, sino más bien el hecho de que las blinden, protejan o disfracen con la insignia de liberal, para establecer a priori su infalibilidad, simplemente diciendo que ellos son liberales y por lo tanto todo lo que proponen también lo es –aunque sea una patraña antiliberal- y peor aún, sin manejar un concepto específico de lo que es la libertad, ni de los fundamentos filosóficos que usan para tales efectos.
Se podría decir que es una crítica de un escéptico, no del Liberalismo y sus principios generales, sino de su real objetivación en la praxis de los individuos en cuanto doctrina política. En otras palabras, cuando alguien se dice liberal, ya hay que desconfiar. Veremos por qué.
Lo concreto es que muchos de los actuales autodenominados liberales (ciertamente vulgo o falsos liberales e incluso conservadores), desconocen estas sutiles -aunque importantísimas- diferencias a la hora de enarbolar ciertos preceptos, defender ciertas ideas políticas, o simplemente definirse como liberales de forma clara y diferenciada.
Las reacciones que se podrían generar por parte de algunos son entendibles hasta cierto punto, puesto que nadie quiere que lo despojen de sus discursos y paradigmas –por errados que estén en cuanto al uso que hacen de éstos- ni tampoco nadie quiere quedar como autoritario.
Lo cierto es que muchos de estos vulgo liberales, en cuanto a lo que plantean, son en la mayoría de los casos todo lo contrario a lo que podría ser un liberal en varios sentidos –si es que realmente podemos hablar de la existencia de liberales verdaderos y concretos-.
Esto, debido a que mezclan en diversos debates y discusiones –sin saberlo o cínicamente, pero siempre groseramente- planteamientos y lineamientos que teóricamente son contrapuestos. Es decir, y en palabras muy sencillas, son liberales para algunas cosas y para otras no, incluso en una misma discusión.
Y vaya que esto es complejo porque en definitiva no se puede ser y no ser liberal a la vez. Sin embargo, la mayoría de los autodenominados liberales (vulgo liberales) cumplen a cabalidad con esta especie de dialéctica, sobre todo en términos discursivos y prácticos.
Existen diversas dimensiones en las cuales podemos detectar y desenmascarar un discurso vulgo liberal de este tipo: en cuanto a la defensa de la libertad política; en cuanto a la neutralidad de valores, tanto del Estado como de los individuos; y en cuanto a los límites e idoneidad de la racionalidad.
En cuanto a la defensa de la libertad política
El liberalismo clásico establece que debe existir la máxima libertad política para los sujetos en cuanto al Estado y sus acciones coactivas. Es decir, que deben existir límites a la acción de los gobiernos, los cuales no pueden actuar arbitrariamente en los asuntos privados de los sujetos.
Lo clave en este sentido, es que el Estado y sus agentes no deben actuar autoritaria y despóticamente, y sólo deben limitarse a garantizar los derechos básicos de sus ciudadanos, vida, propiedad y seguridad.
Esto sin embargo, como veremos, varía según el concepto de libertad que se defiende y se maneja en ciertos momentos.
Como la mayoría de los vulgo liberales desconocen tales conceptos de libertad a cabalidad, podemos tener vulgo liberales que en términos simples, defienden o toleran la falta de libertad política, es decir justifican la acción arbitraria del Estado sobre los individuos, simplemente porque se garantiza la libertad económica -aunque sea para algunos-. Es decir, pueden llegar a defender regímenes autoritarios, por el simple hecho de que existe libertad económica.
En otros casos, algunos pueden llegar a defender “defensas preventivas” o “defensivas” –que sin embargo son claras acciones coactivas y arbitrarias llevadas a cabo por el Estado y sus organismos- ante riesgos posibles o remotos, aún cuando los criterios para ello sean del todo subjetivos.
En ambos casos, sus posturas son claramente cercanas a posiciones conservadoras y autoritarias, en ningún caso emancipadoras.
En cuanto a la neutralidad de valores
El ideal de tolerancia del liberalismo clásico surge en el contexto de los conflictos originados por las guerras religiosas, con el propósito de generar coexistencia pacífica entre comunidades de creencias irreconciliables.
Pero, dentro de las vertientes del Liberalismo que se desarrollan posteriormente existen planteamientos que difieren en cuanto la existencia de valores superiores y la promoción de una ideal de vida o del bien. Esto también depende del concepto de libertad y tolerancia que se adopte y la lectura que se haga de éstos.
Desde la posición neutralista en cuanto a valores, muchos vulgo liberales promueven un liberalismo utilitarista, que confunden con una mal entendida idea de libertad negativa.
Así, erróneamente y veremos contradictoriamente, creen que la libertad negativa –como no interferencia- implica libertad de cualquier restricción y su concepción de tolerancia en realidad es extraña, pues sólo toleran lo que les es agradable.
Otros vulgo liberales, desde un punto de vista perfeccionista, intentan imponer y establecer la legitimidad y superioridad de ciertos modos de vida por sobre otros.
A partir de eso, generan discursos contradictorios como defender una cierta neutralidad de valores en cuanto a ciertas decisiones individuales en ciertos temas, pero simultáneamente asumen otras posiciones no-neutrales en torno a otras áreas donde la autonomía personal también es clave, como los sistemas de creencia o las ideas.
Esto, aún cuando cualquiera que maneja un leve conocimiento acerca del liberalismo clásico, sabe que la libertad religiosa es un elemento constitutivo del ámbito privado de los sujetos y por lo tanto también se le debería aplicar la neutralidad de valores.
Debido a esta falta de rigor, tenemos vulgo liberales que defienden el evolucionismo racionalista, pero simultáneamente acusan de imbéciles a todos los creyentes de diversos credos, debido a un mal entendido ateísmo militante, que raya en los límites del fundamentalismo religioso más virulento.
Es decir, aún cuando hablan de neutralidad de valores, asumen una posición de no neutralidad ante otros sistemas de valores y creencia, y asumen que los propios son superiores al resto por lo tanto tratan de imponerlos.
Por lo mismo, proclaman la no interferencia del Estado en ciertos asuntos privados, pero simultáneamente promueven –aunque solapadamente- su intervención en cuanto a otros, por considerarla un modus vivendi inferior, por ejemplo.
En ambos casos, las posturas son claramente intolerantes y no neutrales.
En cuanto a los límites de la racionalidad
Este es quizás el tema que más complejidades genera. ¿Cuáles son los límites y espacios de la racionalidad? ¿Dónde quedan las subjetividades más profundas de los sujetos? ¿Qué papel juega la experiencia?
Aquí se aprecia con más claridad las diferencias entre los diversos “liberales”. La diferencias en cuanto al valor y la utilidad de los procesos sociales espontáneos o no planeados frente a los procesos diseñados y planeados, es clave.
Mientras unos asumen una idea totalizante de la racionalidad en cuanto a las relaciones entre los individuos, sobre todo en cuanto a la racionalidad económica; otros valoran la experiencia y plantean la necesidad de tomar en cuenta las subjetividades de los sujetos.
Así, muchos de los actuales vulgo liberales, sin saberlo, están en posiciones cercanas al racionalismo constructivista –el marxismo y otras vertientes ideológicas también tiene de aquello-que deben sus bases a planteamientos originados en la ilustración francesa, que tienen una clara posición liberal de carácter teleológico.
Aquellos que asumen una idea totalizante de la racionalidad, tienen la concepción de que el orden social puede ser pensado y constituido racionalmente en un período determinado a partir de una racionalidad superior, mediante la ley. Por lo tanto, tampoco es extraño que asuman una posición de superioridad y constantemente hablen de los “elegidos”, de iluminar las mentes de los ignorantes y los creyentes, defendiendo la legitimidad de las mentes superiores, con capacidad y formación a decidir en nombre de y para toda la sociedad. O sea, son caudillistas.
Esto claramente los lleva a plantear lógicas que corresponden a métodos de clara planificación aunque simultáneamente hablan de defender las lógicas de ensayo-error.
Así, los mismos critican la idea de orden espontáneo por considerarlo una idea irracional en cierto modo, pero contradictoriamente defienden la idea de mano invisible de Adam Smith. Lo cierto es que Smith basa su idea de mano invisible en dicho paradigma.
No es extraño entonces que al desconfigurar el discurso de los vulgo liberales, nos encontremos con que algunos –y esto sin juicio de valor- son claramente cercanos a posiciones socialdemócratas, otros en algunos casos incluso están en el límite del totalitarismo intolerante (ya sea de izquierdas o derecha), y otros son claramente conservadores en cuanto a la contraposición entre modernidad y tradición, modos de vida y sistemas de valores –cuestión compleja por lo demás en algunos aspectos-. Todo esto, claramente va variando según los temas que aborden.
Lo único que podemos concluir es que cuando alguien se dice liberal, ya hay que empezar a desconfiar.
El Liberalismo, como filosofía política, nunca se constituyó como un corpus de ideas establecido de forma concreta y delimitada, sino más bien como un proceso de desarrollo constante de ideas diversas, que iban a la par de los hechos que terminan por estructurar la Modernidad a partir del siglo XVIII.
Lo cierto es que en este sentido, el Liberalismo, desde sus inicios se ha expandido por diversas vertientes y corrientes, que trataremos de explicar brevemente, y que muchas veces parecen colisionar, generando claras contradicciones y pugnas entre quienes se hacen llamar liberales.
En esta reflexión, no se pretende criticar las posiciones que defienden estos diversos sujetos, sino más bien el hecho de que las blinden, protejan o disfracen con la insignia de liberal, para establecer a priori su infalibilidad, simplemente diciendo que ellos son liberales y por lo tanto todo lo que proponen también lo es –aunque sea una patraña antiliberal- y peor aún, sin manejar un concepto específico de lo que es la libertad, ni de los fundamentos filosóficos que usan para tales efectos.
Se podría decir que es una crítica de un escéptico, no del Liberalismo y sus principios generales, sino de su real objetivación en la praxis de los individuos en cuanto doctrina política. En otras palabras, cuando alguien se dice liberal, ya hay que desconfiar. Veremos por qué.
Lo concreto es que muchos de los actuales autodenominados liberales (ciertamente vulgo o falsos liberales e incluso conservadores), desconocen estas sutiles -aunque importantísimas- diferencias a la hora de enarbolar ciertos preceptos, defender ciertas ideas políticas, o simplemente definirse como liberales de forma clara y diferenciada.
Las reacciones que se podrían generar por parte de algunos son entendibles hasta cierto punto, puesto que nadie quiere que lo despojen de sus discursos y paradigmas –por errados que estén en cuanto al uso que hacen de éstos- ni tampoco nadie quiere quedar como autoritario.
Lo cierto es que muchos de estos vulgo liberales, en cuanto a lo que plantean, son en la mayoría de los casos todo lo contrario a lo que podría ser un liberal en varios sentidos –si es que realmente podemos hablar de la existencia de liberales verdaderos y concretos-.
Esto, debido a que mezclan en diversos debates y discusiones –sin saberlo o cínicamente, pero siempre groseramente- planteamientos y lineamientos que teóricamente son contrapuestos. Es decir, y en palabras muy sencillas, son liberales para algunas cosas y para otras no, incluso en una misma discusión.
Y vaya que esto es complejo porque en definitiva no se puede ser y no ser liberal a la vez. Sin embargo, la mayoría de los autodenominados liberales (vulgo liberales) cumplen a cabalidad con esta especie de dialéctica, sobre todo en términos discursivos y prácticos.
Existen diversas dimensiones en las cuales podemos detectar y desenmascarar un discurso vulgo liberal de este tipo: en cuanto a la defensa de la libertad política; en cuanto a la neutralidad de valores, tanto del Estado como de los individuos; y en cuanto a los límites e idoneidad de la racionalidad.
En cuanto a la defensa de la libertad política
El liberalismo clásico establece que debe existir la máxima libertad política para los sujetos en cuanto al Estado y sus acciones coactivas. Es decir, que deben existir límites a la acción de los gobiernos, los cuales no pueden actuar arbitrariamente en los asuntos privados de los sujetos.
Lo clave en este sentido, es que el Estado y sus agentes no deben actuar autoritaria y despóticamente, y sólo deben limitarse a garantizar los derechos básicos de sus ciudadanos, vida, propiedad y seguridad.
Esto sin embargo, como veremos, varía según el concepto de libertad que se defiende y se maneja en ciertos momentos.
Como la mayoría de los vulgo liberales desconocen tales conceptos de libertad a cabalidad, podemos tener vulgo liberales que en términos simples, defienden o toleran la falta de libertad política, es decir justifican la acción arbitraria del Estado sobre los individuos, simplemente porque se garantiza la libertad económica -aunque sea para algunos-. Es decir, pueden llegar a defender regímenes autoritarios, por el simple hecho de que existe libertad económica.
En otros casos, algunos pueden llegar a defender “defensas preventivas” o “defensivas” –que sin embargo son claras acciones coactivas y arbitrarias llevadas a cabo por el Estado y sus organismos- ante riesgos posibles o remotos, aún cuando los criterios para ello sean del todo subjetivos.
En ambos casos, sus posturas son claramente cercanas a posiciones conservadoras y autoritarias, en ningún caso emancipadoras.
En cuanto a la neutralidad de valores
El ideal de tolerancia del liberalismo clásico surge en el contexto de los conflictos originados por las guerras religiosas, con el propósito de generar coexistencia pacífica entre comunidades de creencias irreconciliables.
Pero, dentro de las vertientes del Liberalismo que se desarrollan posteriormente existen planteamientos que difieren en cuanto la existencia de valores superiores y la promoción de una ideal de vida o del bien. Esto también depende del concepto de libertad y tolerancia que se adopte y la lectura que se haga de éstos.
Desde la posición neutralista en cuanto a valores, muchos vulgo liberales promueven un liberalismo utilitarista, que confunden con una mal entendida idea de libertad negativa.
Así, erróneamente y veremos contradictoriamente, creen que la libertad negativa –como no interferencia- implica libertad de cualquier restricción y su concepción de tolerancia en realidad es extraña, pues sólo toleran lo que les es agradable.
Otros vulgo liberales, desde un punto de vista perfeccionista, intentan imponer y establecer la legitimidad y superioridad de ciertos modos de vida por sobre otros.
A partir de eso, generan discursos contradictorios como defender una cierta neutralidad de valores en cuanto a ciertas decisiones individuales en ciertos temas, pero simultáneamente asumen otras posiciones no-neutrales en torno a otras áreas donde la autonomía personal también es clave, como los sistemas de creencia o las ideas.
Esto, aún cuando cualquiera que maneja un leve conocimiento acerca del liberalismo clásico, sabe que la libertad religiosa es un elemento constitutivo del ámbito privado de los sujetos y por lo tanto también se le debería aplicar la neutralidad de valores.
Debido a esta falta de rigor, tenemos vulgo liberales que defienden el evolucionismo racionalista, pero simultáneamente acusan de imbéciles a todos los creyentes de diversos credos, debido a un mal entendido ateísmo militante, que raya en los límites del fundamentalismo religioso más virulento.
Es decir, aún cuando hablan de neutralidad de valores, asumen una posición de no neutralidad ante otros sistemas de valores y creencia, y asumen que los propios son superiores al resto por lo tanto tratan de imponerlos.
Por lo mismo, proclaman la no interferencia del Estado en ciertos asuntos privados, pero simultáneamente promueven –aunque solapadamente- su intervención en cuanto a otros, por considerarla un modus vivendi inferior, por ejemplo.
En ambos casos, las posturas son claramente intolerantes y no neutrales.
En cuanto a los límites de la racionalidad
Este es quizás el tema que más complejidades genera. ¿Cuáles son los límites y espacios de la racionalidad? ¿Dónde quedan las subjetividades más profundas de los sujetos? ¿Qué papel juega la experiencia?
Aquí se aprecia con más claridad las diferencias entre los diversos “liberales”. La diferencias en cuanto al valor y la utilidad de los procesos sociales espontáneos o no planeados frente a los procesos diseñados y planeados, es clave.
Mientras unos asumen una idea totalizante de la racionalidad en cuanto a las relaciones entre los individuos, sobre todo en cuanto a la racionalidad económica; otros valoran la experiencia y plantean la necesidad de tomar en cuenta las subjetividades de los sujetos.
Así, muchos de los actuales vulgo liberales, sin saberlo, están en posiciones cercanas al racionalismo constructivista –el marxismo y otras vertientes ideológicas también tiene de aquello-que deben sus bases a planteamientos originados en la ilustración francesa, que tienen una clara posición liberal de carácter teleológico.
Aquellos que asumen una idea totalizante de la racionalidad, tienen la concepción de que el orden social puede ser pensado y constituido racionalmente en un período determinado a partir de una racionalidad superior, mediante la ley. Por lo tanto, tampoco es extraño que asuman una posición de superioridad y constantemente hablen de los “elegidos”, de iluminar las mentes de los ignorantes y los creyentes, defendiendo la legitimidad de las mentes superiores, con capacidad y formación a decidir en nombre de y para toda la sociedad. O sea, son caudillistas.
Esto claramente los lleva a plantear lógicas que corresponden a métodos de clara planificación aunque simultáneamente hablan de defender las lógicas de ensayo-error.
Así, los mismos critican la idea de orden espontáneo por considerarlo una idea irracional en cierto modo, pero contradictoriamente defienden la idea de mano invisible de Adam Smith. Lo cierto es que Smith basa su idea de mano invisible en dicho paradigma.
No es extraño entonces que al desconfigurar el discurso de los vulgo liberales, nos encontremos con que algunos –y esto sin juicio de valor- son claramente cercanos a posiciones socialdemócratas, otros en algunos casos incluso están en el límite del totalitarismo intolerante (ya sea de izquierdas o derecha), y otros son claramente conservadores en cuanto a la contraposición entre modernidad y tradición, modos de vida y sistemas de valores –cuestión compleja por lo demás en algunos aspectos-. Todo esto, claramente va variando según los temas que aborden.
Lo único que podemos concluir es que cuando alguien se dice liberal, ya hay que empezar a desconfiar.
*Los diversos conceptos de libertad no serán explicados para hacer más interesante el debate y reflejar lo explicado en el artículo.
32 comentarios:
Leyendo tus comentarios aquí y en otros foros, me acordé del sociólogo alemán que acusaba a los otros de guiarse de prejuicios, intereses, ideología, como si él no los tuviera, a saber, Franz Oppenheimer.
¡Qué manera de evitar la discusión de la UP! Supongo que te refieres al GM. Me olvidé que para ti no era problema que Allende usara ambas vías para acceder al socialismo, la violencia y los votos:“justifican la acción arbitraria del Estado sobre los individuos, simplemente porque se garantiza la libertad económica -aunque sea para algunos-. Es decir, pueden llegar a defender regímenes autoritarios, por el simple hecho de que existe libertad económica.” Parece que no te gustó la explicación del economista argentino Alberto Lych Benegas.
Aquí te equivocas: “Otros vulgo liberales, desde un punto de vista perfeccionista, intentan imponer y establecer la legitimidad y superioridad de ciertos modos de vida por sobre otros”. Eso es lo que la izquierda quiere imponer como modo de vida, que lo ‘normal’ es que las adolescentes estén embarazadas. Un matrimonio bien constituido con varios hijos es un obstáculo. Aunque la homosexualidad era permitida en Grecia, nunca se les ocurrió conferirle el estatus de matrimonio, al revés del progresismo. Intenta convencer a los musulmanes para que se adapten a la vida occidental. Después de todo, Islam significa ‘sumisión’.
Alguien como tú que desconoce la verdad del error, lo bueno de lo malo, que es lo mismo alguien que se opone al royalty que alguien que es partidario, salvo tú mismo, hable de racionalidad. Alguien que sostiene que la contradicción le da más libertad, pero se la niega a sus adversarios, como ocurrió con esa conservadora que escribió en ‘El Mostrador’, tal vez para provocar. Tanto liberales como conservadores tienen en común la búsqueda de la verdad. Ambos son escépticos con el uso desmesurado de la razón. Al progresismo le gusta cambiar a eso que llamamos ‘naturaleza humana’.
Puedes dar un ejemplo de ‘idea totalizante de la racionalidad’. Tanto, conservadores y liberales enfatizan la gradualidad, y son contrarios al racionalismo totalizante propio del progresismo. En el blog de Álvaro te mencioné el filosófo conservador inglés Michael Oakeshott, a quien tildaste de constructivismo. En ‘La Tercera’ de hoy hablan de él: “Dejaba que el tiempo corriera. Desconfiado de las grandes teorías, Michael Oakeshott optó por el ensayo sobre asuntos específicos y se convirtió, sin mayores aspavientos, en uno de los mayores cientistas políticos ingleses del siglo XX”.
Los seres humanos por ensayo y error, descubrieron que la mejor manera convivir es teniendo una ley. Para ti la ley es opresión. Así que hay que dejar, por ejemplo, que un grupo incendie los camiones en la región La Araucanía.
Parafraseando a tí, hay que tener cuidado con los Jorge Gómez Arismendi.
Javier, veo que te dolió el artículo, y bueno, la idea es esa, fomentar el debate para ir separando aguas porque muchos conservadores se dicen liberales -como tú- no obstante y como decía Rothbard "favorecen la conscripción, y la prohibición de las actividades que consideran inmorales".
1) La discusión sobre la UP y lo que llamas GM y que ni siquiera calza como dictadura a la romana, la hemos tenido muchas veces.
Nunca he negado el error de los sectores de izquierda al proclamar cambios mediante la fuerza y sus pretensiones totalitarias basadas en modelos errados.
Tú evades cuando te consulto: Si el ejecutivo era el errado ¿Por qué no se entregó el poder a otro poder del Estado como debería ser la lógica democrática y liberal? Nunca respondes.
Menos respondes cuándo te consulto por las claras acciones dignas de capitalismo de amigotes que tu GM y Pinochet tuvo,transfiriendo empresas a manos de sus amigos y cercanos.
2) En cuanto a los modos de vida:
Como eres conservador, olvidas que el liberalismo versa sobre el uso de la fuerza en la sociedad y no es una guía moral o religiosa.
Pero claro, como no sabes eso, probablemente apoyas el bono por 50 años de matrimonio. Super liberal.
Parece que olvidas o te haces el tonto ante las discusiones que tú mismo tienes en sitios denominados liberales.
3)No sabía que tenías la verdad diciendo: "Alguien como tú que desconoce la verdad del error, lo bueno de lo malo".
Y como no tienes argumentos, inventas: ¿Dónde sostengo que la contradicción me da más libertad?
Y bueno, otra vez más demuestra que no eres liberal, pero si conservador diciendo: "Tanto liberales como conservadores tienen en común la búsqueda de la verdad".
Te insisto: El liberalismo no busca la verdad, sólo versa sobre el uso legítimo de la violencia en la sociedad.
4)Una idea totalizante de la racionalidad. Claro, la pretensión utilitaria que tan bien critica Rothbard. ¿Y te dices liberal?
Y sobre Oakeshott, quizás fui exgerado, sobre todo tomando en cuenta que tuvo sexo desenfrenado en la playa con una joven...Quizás Alinco lo leyó.
5) En cuanto a la ley, parece que no has leído a Bertrand Russell y tampoco a Bastiat. Te recomiendo releerlos.
Y bueno, de nuevo, como no tienes argumentos inventas ¿Dónde he justificado la acción violenta de los mapuches?
Gracias Javier por ser ejemplo vivo del pensamiento de un vulgo liberal.
Qué ocurriría si partimos de la definición de Socialismo que emplea Jesús Huerta de Soto: toda restricción o agresión institucional
contra el libre ejercicio de la acción humana o función empresarial.
Yo creo que trazar una línea divisoria clara en cuanto a qué es el Liberalismo resulta complicado. De lo contrario, resultará fácil caer en errores como los de algunos rothbardianos que definen a Hayek estatista. Particularmente prefiero hablar de grados de Socialismo y de Liberalismo, donde la agresión institucional contra el libre ejercicio de la acción humana varía según los modelos.
Por otro lado, Pete Boettke argumenta que la mejor argumentación a favor de una sociedad libre es a través de un correcto análisis económico, pues muestra las ventajas de la convivencia en libertad, una suerte de defensa utilitarista.
Mario, si partimos de esa definición, entonces tenemos socialistas en la derecha y la izquierda. O sea, estatistas de derecha o izquierda.
Concuerdo en que es complicado trazar una línea absoluta, pero eso es distinto a separar aguas con los conservadores.
El problema es que al hablar de grados de socialismo o liberalismo, todo se torna más difuso aún.
Es mejor hablar de Libertad y Autoridad y vemos que el tema se comienza a aclarar. Por ejemplo, ¿Reconoces el principio de la autoposesión o no?
El análisis económico más concienzudo puede pasar a llevar ese principio.
Jorge,
Yo prefiero ver la libertad como el estado aquel en que el individuo no se encuentra sujeto a la coacción derivada de la acción arbitraria de terceros. Quizás a eso se lo pueda llamar autoposesión, pero también se habla de ser propietario del cuerpo de uno y eso me genera problemas ya que 1)los derechos de propiedad surgen para dirimir los posibles conflictos entre dos o más actores fruto de la escasez y 2) el cuerpo de un individuo, más que su propiedad, es él mismo, no se puede separar a la persona del cuerpo.
La coacción derivada de la acción arbitraria de terceros también se presenta en grados, de ahí que la línea divisoria entre Libertad y Autoridad en la realidad tampoco sea absoluta, aunque en un plano teórico así pueda suceder.
Tampoco debemos perder de vista que los individuos pueden preferir ceder un grado libertad a cambio de certidumbre. Las instituciones son un ejemplo de ello, ya que en su ausencia la libertad individual podría ser pasto fácil de las debilidades y temores que forman parte de la condición humana.
Mario, si uno no es propietario de su propio cuerpo, y por ende de su voluntad (no sé porque separas eso, si es imposible desligarse de la voluntad):
¿Cómo puedes ser dueño de tu trabajo y lo que transformas con éste?
¿Cómo defiendes derechos de propiedad si no partes de esa base?
Si nadie es propietario de sí mismo entonces dos opciones: algunos pueden ser reconocidos como dueños del cuerpo de otros ( un régimen de esclavitud); o todos somos
co-propietarios por igual de todos los cuerpos (por tanto para escribir o hablar deberías primero pedir permiso al resto del mundo).
Jorge,
Si la voluntad no se puede desligar del cuerpo, en lo que estamos de acuerdo, hablar de derechos de propiedad en relación a éste último me parece que no aplica. Un individuo no puede vender su cuerpo y retener su voluntad.
Otro problema con la definición de Libertad, es que una vez enunciada la acotamos y resulta más dificil seguir elaborando sobre ella.
Mario, tu argumento obvia que el individuo interactúa con otros.
No respondes mi pregunta. ¿De quién es tu cuerpo? ¿Puedes vender tu pelo, o tu sangre?
Jorge,
Dudo mucho de que la propiedad privada surgiera deliberadamente después de un debate sobre el principio de autoposesión y su defensa no tiene que pasar por éste. De los límites de la racionalidad se desprende una comprensión imperfecta sobre el origen de los derechos de propiedad y que sólo podamos conjeturar al respecto. Volviendo sobre la idea de Boettke, la defensa de la propiedad privada se sostiene de manera sólida siguiendo un razonamiento económico correcto, pues sin ésta la cooperación social queda hecha añicos.
Mario, lo que planteo no tiene relación con el origen de los derechos de propiedad que son cuestionables, sino con que base se pueden defender.
¿Si con tu dinero compras un esclavo, eso hace legítima tu propiedad sobre éste? ¿Así de simple porque la ley lo dice por ejemplo?
¿Qué pasa con la tierra u otras posesiones? ¿Son legítimas por el simple hecho de que la legalidad así lo dice?
Aún no respondes mi pregunta:
¿De quién es tu cuerpo? ¿Puedes vender tu pelo, o tu sangre?
Jorge,
Los derechos de propiedad se pueden defender perfectamente en clave de razonamiento económico. Los intercambios de propiedad privada en el mercado generan precios que permiten el cálculo económico en la asignación de recursos, proporcionando la posibilidad de comparar valoraciones subjetivas de carácter ordinal, las cuales, a través de los procesos de mercado, se transforman en cardinales. Una sociedad de ángeles 100% altruista fracasaría debido a que carecería de la información que transmiten los precios, el lucro está indisolublemente unido a la cooperación social y la propiedad privada es parte esencial de esa fórmula. Otra cosa sería renunciar a los fines, como sucede en el Budismo, pero veo dificil que ello suceda a gran escala debido a la variedad que encontramos en el ser humano.
__________
¿Es el cuerpo de un individuo suyo o es él? ¿Puede un individuo vender toda su corazón o cerebro y seguir con su vida como si nada? Encuentro sumamente confuso el concepto de propiedad aplicado al propio cuerpo. Explícalo otra vez o pon un link. En cualquier caso, disienta o no con ello, no lo encuentro razón necesaria para la defensa de la propiedad.
Mario, tu argumento parte del supuesto de que los derechos de propiedad son respetados. Y ese es el error.
De hecho, al parecer crees que yo rechazo los derechos de propiedad, la propiedad privada o el lucro, lo que es un error.
Tu explicación sobre los intercambios, el cálculo económico y las valoraciones no tiene sentido si no partes de una base ética que es la defensa de la autoposesión.
http://mises.org/daily/4047
Jorge,
Yo no creo que rechaces los derechos de propiedad y el lucro. Lo que me llama la atención es que los unas indisolublemente al principio de autoposesión. El origen de la Propiedad hunde sus raíces en nuestro pasado y no necesito una base ética para su defensa. El respeto a los derechos de propiedad son una convención que emerge espontáneamente porque generan un resultado superior a otro arreglo institucional. El peso de la prueba debería recaer sobre aquellos que proponen un orden alternativo. De la estabilidad en la posesión, su transferencia bajo consentimiento y el cumplimiento de las promesas tampoco se desprende la necesidad de un Estado. Es más, si todos las personas decidieran violar simultáneamente los derechos de propiedad el Estados se vería impotente al respecto.
Mario,el problema de tu argumento es que da por supuesto que la propiedad se ha originado de la mera libre transferencia, sin coacción de por medio.
Por eso quizás no respondes a mis preguntas sobre la propiedad del esclavo.
¿Estas o no de acuerdo con la prostitución por ejemplo o estás a favor de la legalización de las drogas?
Jorge,
La Propiedad y la libre transferencia surgen porque aquellos grupos que la adoptan obtienen una ventaja sobre el resto. La idea de que es necesaria la amenaza del uso de la fuerza para evitar que se violen los derechos de propiedad y se respeten los contratos pasa por alto el costo que acarrea tal acción para quien así procede. Si tú y yo llegamos a un acuerdo y uno de los dos lo rompe unilateralmente no respetando la palabra dada, esa acción conlleva un coste de para ambos. El que lo rompe maximiza su posición ahora a costa de futuros arreglos pues el otro no se dejará volver a engañar tan fácilmente.
Sobre la prostitución y el uso de drogas, el único que se puede negar a ellas es el dueño legítimo de una propiedad que tiene la potestad para prohibir esos comportamientos en la misma. Lo que no termino de comprender es porque de un acto de la voluntad de un individuo se desprende que es propietario de su cuerpo, no veo por qué aplica el concepto de propiedad.
Mario, creo que entiendes mal, porque en ningún caso he dicho que la amenaza o uso de la fuerza sea necesaria y la garantía de los derechos de propiedad. O sea.
¿Dónde leíste eso?
¿Qué opinas de la conscripción por ejemplo o la penalización del homosexualismo?
¿Quién es dueño de tu cuerpo?
El derecho a la autoposesión
asegura el absoluto derecho de cada hombre por virtud de ser humano, de
poseer su "propio" cuerpo; esto es, de controlar ese cuerpo, libre de toda interferencia coercitiva.
¿En base a qué determinas que un título de propiedad es legítimo?
Jorge,
"¿En base a qué determinas que un título de propiedad es legítimo?"
Los títulos de propiedad son un hecho y la carga de la prueba la tiene quién enuncia que son ilegítimos pues debe demostrar que otro arreglo institucional es más satisfactorio.
No logro entender como del control del cuerpo libre de toda interferencia coercitiva se desprenda un derecho de propiedad. Ni tú ni yo somos dueños del idioma español, pero no veo que de una defensa de la libertad de expresión se desprenda el derecho de propiedad sobre lo que decimos. Para mí el término no aplica.
Mario dices: "Los títulos de propiedad son un hecho y la carga de la prueba la tiene quién enuncia que son ilegítimos pues debe demostrar que otro arreglo institucional es más satisfactorio".
La esclavitud era un derecho de propiedad legítimo en un arreglo institucional determinado
¿Cómo crees que se establecía la oposición a ésta?
Si me baso en tu criterio, entonces la esclavitud habría sido defendida por tí porque era lo conveniente para producir bienes, etc.
Te recomiendo leer Propiedad e intercambio de Rothbard, quizás te queda más claro.
Tú eres dueño de tu lengua, por tanto no sólo no debes pedir permiso al resto para hablar sino que también puedes no hacerlo.
Pero otro puede decir que nuestro cuerpo es de dios y entonces no puedo decir nada contra esta idea y justificar entonces la fuerza contra mí. ¿Irrisorio no te parece?
Jorge,
En el caso de la esclavitud, más allá de que la evolución de los valores haya determinado su abolición, un arreglo institucional donde esté prohibida generará una ventaja para los grupos que de esa manera procedan. El instinto de supervivencia del grupo les obligará a respetar la libertad individual, la cual no sólo es un valor moral, sino también desde una perspectiva utilitarista una ventaja adaptativa, ya que aumenta exponencialmente el conocimiento y dispersa el poder.
__________
"Si me baso en tu criterio, entonces la esclavitud habría sido defendida por tí porque era lo conveniente para producir bienes, etc."
Es más que probable que algunos grupos hayan tenido que poner fin a esa práctica contra su voluntad debido a que iban quedando en una posición de desventaja con respecto a otros.
__________
"Pero otro puede decir que nuestro cuerpo es de dios y entonces no puedo decir nada contra esta idea y justificar entonces la fuerza contra mí. ¿Irrisorio no te parece? "
Pero eso es una creencia y no un hecho y debería ser tomado como tal.
Mario, revisa la historia de la esclavitud...por favor.
En base a tus argumentos, habría que esperar que los valores cambien y los esclavistas sean minoría para promover una defensa de la libertad de los esclavos.
Lysander Spooner -basado en un criterio como la autoposesión- se oponía a la esclavitud cuando era legal y era parte del sistema económico, escribiendo La Inconstitucionalidad de la Esclavitud (1845).
Jorge,
Parece que no me estoy explicando correctamente. Una práctica puede ser inmoral pero no razón suficiente para que desaparezca si hay individuos/grupos que se benefician de ella. Sin embargo, si estos grupos se ven expuestos a la competencia de otros donde la práctica ha caído en desuso se verán obligados a modificar su comportamiento para asegurar su supervivencia. La Libertad siempre acarrea una ventaja competitiva más allá de valoraciones morales.
Thomas Sowell en su libro Applied Economics tiene un capítulo dedicado a la economía de la discriminación que es muy revelador, en particular su análisis del Apartheid en Sudáfrica. La discriminación no sale gratis, ni mucho menos.
Mario dices: "Una práctica puede ser inmoral pero no razón suficiente para que desaparezca si hay individuos/grupos que se benefician de ella".
Entonces ¿En una dictadura -una práctica beneficiosa para algunos- habría qué esperar qué no lo sea?
¿Qué pasa si una práctica beneficiosa para una mayoría implica la esclavitud de una minoría o su muerte? ¿Hay que esperar a que no lo sea?
¿No es acaso tu argumento una defensa de una dictadura de mayorías y no del individuo?
Jorge,
Cuando dije benefician quise decir que rentan de ella, son free-riders, externalizan los costos, no fué mi intención atribuir algún elemento positivo a ello.
Mario, claramente externalizan costos, en este caso una externalidad negativa de su actividad: esclavizar a otros.
¿Esperamos a qué no sea rentable?
Jorge,
Las reformas legales fracasan sino tienen en cuenta los costos. El hecho que una acción sea inmoral o ilegal no la erradica automáticamente. Eso no quita para se construya todo un andamiaje intelectual que genere el caldo de cultivo para que se produzcan los cambios, pero tampoco hay que atribuirle facultades milagrosas. Por ello encuentro que el mensaje de Boettke es relevante: la mejor defensa de una sociedad libre es desde un razonamiento económico correcto. No es casualidad que gran número de pensadores liberales sean economistas.
A eso apunto, a que un pluralismo crítico debe existir, no esperar a que "las condiciones económicas cambien las nociones morales"...
En ningún caso digo que la ley cambien conductas...
Y en cuanto al razonamiento económico correcto, si tomamos en cuenta la preferencia temporal, la esclavitud entraba como razonamiento económico correcto en un momento dado, lamentablemente...
Siento entrometerme, pero pienso que un error podría estar en que Mario, cuando explica el origen de la propiedad, confunde un argumento que es solamente analítico y lo presenta como si fuese empírico; el problema de la concreción apresurada.
No veo ningún problema en argumentar, filosóficamente, a favor de la propiedad como lo hace Mario. El problema está en confundirlo con la realidad efectiva de las cosas. No creo que exista evidencia antropológica o histórica alguna para sustentar la idea de que la propiedad surgió de la manera en que Mario dice que surgió.
No lo sientas. La idea es compartir ideas y debatirlas...
En cuanto a lo que dices, el origen de la propiedad es otro asunto que muchos dan por sentado, lo que claramente es un error.
Y el ejemplo del esclavo lo ejemplifica muy bien.
Si trabajas y ahorras dinero, y luego compras un esclavo con éste ¿Eso te hace legítimo propietario de tal esclavo por el simple hecho de que tu dinero fue obtenido de buena forma?
No, porque esa propiedad surge de la coacción, de una invasión...su génesis es ilegítima.
Publicar un comentario