miércoles, 13 de enero de 2010

POR LA LIBERTAD DEL VOTO

Cualquiera que valora la democracia y lo que ésta implica, debería votar nulo el 17 de enero.

La política chilena, hoy es prisionera de dos coaliciones que se han repartido el poder, lo centralizan, lo concentran y han convertido a la democracia en un instrumento para sus fines personales y partidarios, dejando fuera de toda capacidad de acción a la ciudadanía.

Los sectores políticos que están fuera de éstas alianzas corporativas y los ciudadanos comunes y corrientes, sólo se limitan a ser simples vasallos y clientes políticos del despotismo blando que ambos sectores han construido. Eso no es democracia.

La democracia que se prometía reconstruir para y por los ciudadanos, fue sólo devuelta en parte, y ha sido reducida al acto del voto. Las regiones lo saben, los independientes también lo saben.

Ambas coaliciones y sus candidatos presidenciales, representan el poder sustentado en una institucionalidad impuesta por la fuerza y la coacción sobre los ciudadanos desarmados.

Ambos sectores han hecho usufructo de la estructura económica para aumentar sus arcas personales y el de sus empresas asociadas.

En definitiva, ambos representan el orden imperante y hegemónico, que ellos llaman democracia, pero que deja fuera del juego a la mayor parte de los ciudadanos. Eso no es democracia.

Democracia no es sólo permitir a los ciudadanos ejercer el voto cada cuatro años para elegir candidatos. Es prepararlos para participar de ella, y lo que menos se hace hoy en las escuelas es eso.

Democracia no es elegir entre las opciones que las elites partidarias imponen a través de los medios de comunicación, sino que poder crear opciones propias, mostrarlas al resto y hacerlas competir.

Tampoco es democracia elegir a perpetuidad a los miembros de ciertas dinastías, como ocurre hoy día como si se tratara de una monarquía donde los cargos parecen hereditarios.

Democracia es ejercer la ciudadanía día a día, en todos los lugares, es defender el derecho a disentir, a debatir, es poder participar y competir de forma pacífica, dialogante, sin depender del partido, el dinero, el apellido o las horas de vasallaje que se tengan en el cuerpo.

Por eso, defender la democracia no significa ser oveja y someterse al despotismo blando de las elites. Menos aún por miedo y temor al despotismo de otro grupo de elites.

Valorar la democracia es reconocer que la legitimidad del gobierno, sea cual sea, depende de los ciudadanos, y que si los gobernantes se alejan de éstos, entonces ya nada es legítimo.

Por eso, defender la democracia es tener conciencia de que ningún gobierno puede derivar en monarquía o dinastía eterna, ni ningún poder puede imponerse por amenaza o fuerza sobre los ciudadanos, sea económico o político.

Defender la democracia es tener claro que ninguna dinastía, dictadura o elite, son legítimas para evitar la dinastía o la dictadura de otros. Lo sabemos.

¿Cuántos años habrá que esperar para votar sin temor?

Por eso, no apoyo a Piñera ni Frei, porque ambos representan y personifican una misma estructura de poder que se ha concentrado cada día, alejándose cada vez más de los ciudadanos.

Ambos representan una clase política que ante la opinión pública y sobre todo en tiempos electorales hacen aflorar sus diferencias, para luego darse la mano y cerrar tratos políticos corporativos a puertas cerradas. Así lo han hecho por veinte años. Eso, no es democracia.

No caigamos en la falacia de culpar a los nulos por la elección de un candidato u otro en esta próxima elección. Menos aún por lo que hagan en sus eventuales gobiernos.

Si votamos nulo, es porque ya desconfiamos de ambos y de sus coaliciones. Nos abstenemos ante la duda.

Por eso, ningún ciudadano, sea como sea que vote, es culpable o responsable de las brutalidades que una vez electos hagan los gobernantes. Pues, al votar, el ciudadano cede a sus representantes la potestad para decidir.

Votamos nulo, porque ninguno de los dos candidatos nos da la confianza para un buen gobierno. Sólo esperamos, y porque respetamos las opciones de otros ciudadanos, que sea cual sea el elegido, sea uno bueno para cada ciudadano.

La política y la democracia es diálogo, por eso cada representante debe convencer a sus electores con ideas y propuestas, si no es capaz de ello, entonces es incapaz políticamente.

Porque la política es diálogo y convencimiento, no dogma, mito y religiosidad, menos mera publicidad. Como ciudadanos, votamos según ideas y propuestas, no según afiches de pasta de diente.

Por nuestro derecho a pensar como queramos, por nuestro derecho a ejercer el voto libremente, y sobre todo porque respetamos y valoramos la democracia, votamos nulo.

4 comentarios:

Osvaldo Muñoz Hervia dijo...

Totalmente de acuerdo con tu artículo. Me encantó.
Comparto completamente tu opinión estimado Jorge.
Las libertades económicas que nos promete la derecha y las libertades cívicas de la Concertación, son mentiras ante la concentración del poder en una sola Clase dirigente, o más bien, en una Fronda Demagógica que asfixia a cientos de chilenos.
Así surgen familias que se apoderan de los cargos publicos y se asocian a familias que controlan a los grandes grupos económicos para beneficiarse mutuamente.
Las libertades económicas y las libertades políticas van de la mano y si los ciudadanos no actuamos con conciencia, jamás habrán cambios significativos para nosotros.
Saludos Jorge
desde www.revistaojo.cl

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Osvaldo, hay un artículo muy interesante de Angel Cappelletti, titulado Falacias de la Democracia.

Te lo recomiendo.

Saludos Osvaldo.

Osvaldo Muñoz Hervia dijo...

Saludos Jorge.
Leí el artículo que me recomendaste, y lo encontré muy bueno. Aunque no comparto su visión catastrofísta del capitalismo. Pero concuerdo plenamente con el problema de la democracia representativa, que él plantea. Cuando menciona la ignorancia de algunos representantes electos, me recordó el Principio de Peter, que trata de como los puestos de alta dirección son ocupados por "profesionales que no tienen la suficiente preparación para su trabajo, lo cual conduce a graves errores en las decisiones que toman las personas responsables en muchas organizaciones". El congreso, el Estado y la nación toda son una organización dirigida y administrada, en su mayoría por incompetentes, que creen que porque son electos cada cuatro años tienen la autoridad suficiente para hacer lo que quieran y hablar cuanta tontera les venga a la cabeza...

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Osvaldo, gracias por tus interesantes comentarios.

Claramente, eso suele ocurrir. Es el mito de que las elites están compuestas de los mejores, pero en realidad están compuestas de quienes han acaparado mayor capital social.

Saludos