Los medios de comunicación siempre muestran como anarquistas a individuos que tienen peinados exóticos, visten botas militares, ropas diversas, beben a cada rato y no trabajan. Lo cierto es que éstos no son representantes del anarquismo, no sólo porque andan uniformados como cualquier miembro de un ejército sino porque no saben nada de anarquismo.
El anarquismo es una doctrina compleja, que ha tenido variantes en el tiempo que muchos desconocen, y que los medios de comunicación y la gente en general obvian al catalogar de anarquista a cualquier grupo antisocial.
Así, en el programa Cara y sello, se mostró a un grupo de jóvenes como exponentes del anarquismo –en contraposición a otro de estudiantes de colegio militar- pero cuyo comportamiento en muchos aspectos contravenían principios básicos de esta doctrina política.
Lo cierto es que esos tipos bebidos, con la disposición de agredir a flor de piel, sin respeto de ninguna índole, alérgicos al trabajo, y que la mayoría de las veces actúan en masa, no son anarquistas en sentido estricto. Esos antisociales, no son anarquistas, sino malos entendedores del anarquismo y de la libertad.
Algunos de ellos tienen una visión sesgada y sólo entienden el anarquismo como contraposición contra la autoridad y las normas, y de cuya posición sólo queda aislarse del “sistema” y enajenarse de éste, rompiendo todo tipo de normas, ejerciendo la prepotencia sobre otros, e incluso la violencia.
Pero el anarquismo plantea su contraposición contra la autoridad basado en otros conceptos esenciales, como que la principal propiedad de los individuos es su vida, sus creencias y su trabajo. Por tanto, ninguna autoridad es dueña de la vida de otros, ni de sus creencias, ni de su trabajo. En definitiva, nadie puede agredir a otro, excepto si es en defensa propia.
No entienden que “El hombre más libre es aquel que tiene más tratos con sus semejantes.” Tampoco entienden que la acracia no implica desorden o falta de organización.
Sin embargo, los “anarquistas” que nos muestran los medios, parecen no entender que la vida y el pensamiento son la primera propiedad privada del individuo. Tampoco entienden que la agresión o la disposición a ella, son el primera gran mal que existe en las sociedades.
Tampoco entienden que su búsqueda de identidad, en definitiva termina por generar un sesgo sectario, que contradice la idea de autonomía del individuo y de libertad de expresión. En este aspecto, lo que nos mostró el programa Cara y Sello como grupo anarquista no fue más que un grupo de jóvenes, vestidos todos de la misma forma y con casi las mismas actitudes ante todo. Es decir, uniformados y con actitud de grupo en todo sentido.
Por otro lado, ninguno manifestaba una mínima propensión a la independencia o la autonomía, sino más bien a la dependencia irremediable y futura de otros, pidiendo o sometiéndose a las lógicas del grupo. Por eso, tampoco parecen pretender desarrollar sus potencialidades, capacidades y talentos, sino más bien perderlas. Es decir, ceden de antemano ante el poder y la autoridad impuesta de antemano.
Es claro que estos “anarquistas” podrían fácilmente propender –y de hecho propenden- a la violencia y la agresión, y si tuvieran una posición de autoridad, probablemente podrían ser unos déspotas. Esos no son anarquistas.
El anarquismo es una doctrina compleja, que ha tenido variantes en el tiempo que muchos desconocen, y que los medios de comunicación y la gente en general obvian al catalogar de anarquista a cualquier grupo antisocial.
Así, en el programa Cara y sello, se mostró a un grupo de jóvenes como exponentes del anarquismo –en contraposición a otro de estudiantes de colegio militar- pero cuyo comportamiento en muchos aspectos contravenían principios básicos de esta doctrina política.
Lo cierto es que esos tipos bebidos, con la disposición de agredir a flor de piel, sin respeto de ninguna índole, alérgicos al trabajo, y que la mayoría de las veces actúan en masa, no son anarquistas en sentido estricto. Esos antisociales, no son anarquistas, sino malos entendedores del anarquismo y de la libertad.
Algunos de ellos tienen una visión sesgada y sólo entienden el anarquismo como contraposición contra la autoridad y las normas, y de cuya posición sólo queda aislarse del “sistema” y enajenarse de éste, rompiendo todo tipo de normas, ejerciendo la prepotencia sobre otros, e incluso la violencia.
Pero el anarquismo plantea su contraposición contra la autoridad basado en otros conceptos esenciales, como que la principal propiedad de los individuos es su vida, sus creencias y su trabajo. Por tanto, ninguna autoridad es dueña de la vida de otros, ni de sus creencias, ni de su trabajo. En definitiva, nadie puede agredir a otro, excepto si es en defensa propia.
No entienden que “El hombre más libre es aquel que tiene más tratos con sus semejantes.” Tampoco entienden que la acracia no implica desorden o falta de organización.
Sin embargo, los “anarquistas” que nos muestran los medios, parecen no entender que la vida y el pensamiento son la primera propiedad privada del individuo. Tampoco entienden que la agresión o la disposición a ella, son el primera gran mal que existe en las sociedades.
Tampoco entienden que su búsqueda de identidad, en definitiva termina por generar un sesgo sectario, que contradice la idea de autonomía del individuo y de libertad de expresión. En este aspecto, lo que nos mostró el programa Cara y Sello como grupo anarquista no fue más que un grupo de jóvenes, vestidos todos de la misma forma y con casi las mismas actitudes ante todo. Es decir, uniformados y con actitud de grupo en todo sentido.
Por otro lado, ninguno manifestaba una mínima propensión a la independencia o la autonomía, sino más bien a la dependencia irremediable y futura de otros, pidiendo o sometiéndose a las lógicas del grupo. Por eso, tampoco parecen pretender desarrollar sus potencialidades, capacidades y talentos, sino más bien perderlas. Es decir, ceden de antemano ante el poder y la autoridad impuesta de antemano.
Es claro que estos “anarquistas” podrían fácilmente propender –y de hecho propenden- a la violencia y la agresión, y si tuvieran una posición de autoridad, probablemente podrían ser unos déspotas. Esos no son anarquistas.
4 comentarios:
Ya sé que es mi primer comentario, y por eso quiero que se entienda con mucho respeto, pero esta queja me recuerda a los tiempos de la guerra fría, cuando se critivaba a los socialistas por hablar de un mundo mejor mientras la URSS era una dictadura terrible, ellos respondían "es que ese no es el verdadero socialismo".
El anarquismo puede dar para muchas reflexiones doctrinales, pero al fin del día, no es lo que la gente piensa sino lo que hace.
Bienvenido.
Comprendo tu argumento, pero hay un punto que es relevante en ese sentido, y es que es aplicable a cualquier doctrina, por ejemplo al catolicismo.
Si yo aplico tu punto de vista al catolicismo, éste "puede dar para muchas reflexiones doctrinales, pero al fin del día, no es lo que la gente piensa -o profesa- sino lo que hace". Y entonces, la excusa es la misma: que ese no es el verdadero catolicismo, etc.
Sin embargo, lo que marca la diferencia con mi planteamiento es que lo que hacen esos jóvenes, que se dicen anarquistas, no tiene relación con la base teórica del anarquismo, porque la desconocen en su mayor parte.
Yo creo que no han leído a muchos autores ácratas.
Saludos
Es un buen punto.
Ese precisamente es uno de los motivos para que los católicos canonicen a los santos, pues al hacerlo, los proponen a los demás como modelos de vida y dicen "ese es el verdadero catolicismo, así es como funciona".
Aplicando lo mismo, los anarquistas deberían denunciar a aquellos que adoptan el nombre y no se comportan como tales, y mostrar como funciona en la realidad.
Como Anarquista debo aceptar que vivo en un munedo capitalista donde la explotación es parte integral de la mayoría de los intercabmbios sociales, si bien puede existir una estética que nos identifique (Yo visto mayoritariamente de netgro), esto no es nada si no se tiene un pensamiento y una acción libertarios y por lo tanto la destrucción de lo que vemos mal en la sociedad solo es admisible si en su lugar se edifica algo mejor y no dejamos luego que los escombros nos sofoquen como sucede habitualmente: Anarquismo es la máxima expresión del orden autoimpuesto, el respeto por la libertad se enriquece aún más si esta nos es agena al gusto.
Publicar un comentario