Esta semana, los medios han estado monopolizados o han monopolizado, una sola realidad, el Festival de Viña del Mar, demostrando que la Televisión es reduccionista, deforma la realidad y desalienta el ejercicio de pensar. En definitiva es cada vez una caja más idiota.
Esta semana, los medios han estado monopolizados o han monopolizado, una sola realidad, el Festival de Viña del Mar, demostrando que la Televisión es reduccionista, deforma la realidad y desalienta el ejercicio de pensar. En definitiva es cada vez una caja más idiota.
En sus orígenes, la Televisión fue concebida en términos positivos, como un instrumento de socialización y educación eficaz, que elevaría el nivel cultural de todos los tele-espectadores.
En la actualidad, parece ser que esa nivelación se produce en sentido negativo, pues la Televisión parece estar desculturizando y atomizando a los sujetos, y sobre todo anulando su capacidad de reflexión, alienándolos.
Lejos de ser un medio cultural y de información, se ha convertido en un instrumento de subinformación y desinformación (Sartori) a base de un manejo de la información a favor de lo escandaloso o sensacionalista (Bourdieu).
La televisión, impulsada por la competitividad, simplifica el contexto y la realidad sociales, con el único fin de acrecentar sus audiencias, a base de la eliminación de cualquier noción de conflicto o polémica en cuanto relaciones sociales, en desmedro de cualquier intento de análisis de la realidad social compleja. Es decir, despolitiza el contenido de la información y con ello a los sujetos, eliminando la reflexión de éstos acerca de la sociedad.
Se genera entonces una parcialización de la realidad, donde sólo es objeto de interés de los medios, aquello que resulta promisorio en cuanto a obtener altos niveles de audiencia.
Entonces, se eliminan, censuran o tergiversan de la emisión, la información y de la mente del espectador, partes importantes de la realidad social.
Por lo mismo, Sartori y Bourdieu coinciden en que la televisión actual se caracteriza por anular la capacidad de reflexión del ser humano y desalentar el ejercicio de pensar, debido a que simplifica la realidad, privilegiando la imagen sobre el contenido y la emoción sobre el raciocinio.
La Televisión entonces, entra en la lógica que señaló McLuhan, en la que los medios de comunicación, buscarían lo trivial como forma "neutral" para poder ampliar sus audiencias.
Es decir, la televisión se convertiría en una poderosa maquinaria de banalizar la realidad para poder ponerla al alcance de todos, a base del atontamiento de los sujetos.
Actualmente, se ha constituido claramente como un medio de desinformación, que deforma la realidad social, simplificándola, deformándola y reduciéndola, en pro de las modelos que son convenientes para generar audiencias masivas y crearles nuevas necesidades rentables.
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